Mokana

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Lin Sánchez, durante su intervención en la sala de Mapuka.

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30 abr 2019

El Centro Cultural Cayena, en alianza con el Museo Mapuka, realizó un conversatorio sobre la obra El rastro femenino en el archivo Mokaná de Clara Valencia, en el que participaron también la filósofa Amalia Bonnet y el antropólogo Lázaro Cotes. El libro, resultado de la tesis de maestría de Valencia, es una investigación filosófica con base en el posestructuralismo y feminismo, centrada en el pueblo Mokaná, que según las crónicas españolas de La Conquista estaba asentado en el triángulo que forma el Canal del Dique y el río Magdalena.

La obra nace a partir de una pasión, un saber y un interés previo de la investigadora hacia la historia del pueblo Mokaná. Sin embargo el trabajo, que aporta una nueva perspectiva del lugar que ocupaba la mujer en la cultura prehispánica y el poder del cual eran dueñas, tuvo que resolver distintos conflictos antes de poder llegar a manos de los lectores.

El primero fue lograr traducir lo que parece ser un objeto de estudio de antropólogos o historiadores a un problema filosófico. Fue en ese momento que Amalia Bonnet, como tutora de Valencia, introdujo los filósofos posestructuralistas, quienes proponen que el pensamiento filosófico también surge a partir de la relación entre el hombre y el territorio. El segundo obstáculo fue encontrar un rastro que evidenciase el pensamiento particular de la comunidad Mokaná, y fue ahí donde entró a aportar Lázaro Cotes, conocedor de la alfarería y las figurillas de las comunidades prehispánicas.

“A pesar de tantos años dedicados a la arqueología, Clara me hizo ver algo que estaba frente a mí y que no lo había percibido (…) Comenzamos a revisar todos los registros arqueológicos y quedó en evidencia que en los Mokaná el 95% de las figurinas antropomorfas son femeninas”, dijo Cotes en el conversatorio.

Esta particularidad en las artesanías arqueológicas se convirtió en el rastro que Valencia seguiría para explicar la relevancia filosófica del pensamiento Mokaná, pero aún faltaba el componente fundamental para que la obra estuviese completa: la significancia de esta particularidad de las figurinas y el contexto en que estas fueron hechas. Mediante las crónicas de los conquistadores españoles y la decodificación de las figurinas se infirió un contexto y significancia que contendría el aporte sustancial de la obra.

Las crónicas contaban historias de un pueblo en el que algunas mujeres luchaban al lado de los hombres y otras, dedicadas a recoger los alimentos y curar, destacaban por su sexualidad abiertamente reconocida, en la que quien tuviese más experiencia era respetada. Las artesanías, aparte de la preponderancia de figuras femeninas, se caracterizan por poseer las partes íntimas femeninas representadas y dilatadas, caderas amplias, piernas abiertas y sentadas.

El hecho de que estén sentadas demarca poder en la esfera pública: conocimientos en medicina, recolección de cosechas y participación en las guerras. Y las distintas alusiones a la sexualidad femenina reafirman la libertad que tenía la mujer en el ámbito privado. Esto quiere decir, que las mujeres Mokaná tenían la posibilidad y el poder para tomar decisiones en cualquier ámbito de la comunidad, convirtiéndose así en la primera comunidad prehispánica de orden matriarcal. Este es el núcleo feminista de la obra de Clara Valencia, quien con técnicas de distintas ciencias sociales logra evidenciar que la conquista por la que hoy luchan muchas mujeres para algunas es recuperar el arquetipo social que los colonizadores les arrebataron. 

 

Por Juan Sebastián Rodríguez

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