Los ‘grandes saltos’ de la humanidad, 50 años después del alunizaje del Apolo 11

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Buzz Aldrin y Neil Armstrong estuvieron 2 horas y 31 minutos en la superficie de la Luna. Foto tomada de la Nasa.

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18 jul 2019

El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong y Buzz Aldrin, a bordo de Eagle, un vehículo que se desprendió del cohete espacial Apolo 11, aterrizaron en la luna. “Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”, es la frase que citan como la primera que dijo un humano en este astro. 50 años después, muchos apuntan a la preparación y el avance tecnológico necesario para que estos dos hombres estuvieran durante 2 horas y 31 minutos en el espacio como un punto neurálgico de disciplinas como la física, matemática e ingeniería.

El docente Erick Tuirán citó el cálculo preciso de las trayectorias de los proyectiles, el uso de las leyes de Newton y el desarrollo computacional, como algunos de los avances que se necesitaron para lograr este hito de la humanidad. Así también, fue necesario emplear conocimientos en la forma de vestir, siendo el velcro una de las herramientas que se diseñaron para la misión y que hoy en día cumple varias funciones en nuestro diario vivir.

La misión consistía en llevar la tripulación a la luna y poder regresarlos a la tierra. “Para hacerlo se barajaron varias posibilidades, pero fue el diseño del encuentro en órbita lunar lo que permitió lanzar toda la misión con un solo cohete: el Saturno V. Este cohete de 3 etapas, 111 metros de alto y 2.8 millones de kg de peso fue una de las innovaciones que permitieron el éxito de la misión. Por un lado, el cohete, pero también el módulo lunar y el sistema que permitió el acople del módulo con la cápsula que estaba en órbita lunar fue la gran innovación que permitió realizar la misión con los recursos de ese tiempo. Adicionalmente a esto, todo el soporte de apoyo vital para los astronautas como los trajes, los sistemas de ventilación e incluso la alimentación durante la misión fueron innovadores”, comentó el docente Camilo Espejo, doctor en nanociencias y nanotecnología del centro de investigación y de estudios avanzados del IPN

Otro de los desarrollos que hasta hoy en día conservan su utilidad es el Laser Ranging Retro-Reflector, un espejo láser que refleja la luz en la misma dirección en la que llega, de tal manera que se puede medir con gran precisión la distancia de la Tierra a la Luna. “Ha servido para corroborar y mejorar hipótesis sobre la evolución del sistema solar y del sistema Tierra-Luna. También para entender cómo influye la Luna en los movimientos de migración en la Tierra, las mareas, la rotación y translación alrededor del sol”, comentó Tuirán, docente del departamento de Física y Geociencias de Uninorte.

La llegada del hombre a la luna se dio en un turbulento contexto político. En 1961, en medio de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el presidente John F. Kennedy aseguró que en menos de una década habría un hombre caminando la luna. Dos años después fue asesinado y no pudo ver su promesa hecha realidad. El honor fue para Richard Nixon, quien inclusive sostuvo una llamada telefónica con Aldrin y Armstrong mientras estos se encontraban en la superficie del astro.

La carrera espacial fue uno de los campos de batalla de esta guerra entre las dos potencias mundiales. En 1957, los rusos lanzaron Sputnik I, el primer satélite en darle la vuelta al mundo. Ante esta ventaja, los norteamericanos empezaron políticas para desarrollar conocimientos científicos que equiparan el terreno, especialmente en el área de la física.

“Se creó un comité que se llamó Physical Science Study Committee (PSSC). El objetivo era desarrollar los conocimientos físicos, mejorar los currículos en las universidades para que los estudiantes aprendieran mejor la física”, contó el profesor Tuirán. Estados Unidos se valió del conocimiento de refugiados de la II Guerra Mundial, científicos como Werner Von Braun, quienes aportaron su conocimiento y experiencia en la física e ingeniera de cohetes.

Con el desarrollo que fue consecuencia de las acciones tomadas, mejoraron las capacidades de la Nasa en la física, y por tanto en varias otras disciplinas. “La física ha sido fundamental, no solamente para el cálculo de las trayectorias y las leyes de Newton, sino que también todas las ramas de la ingeniería se alimentan de un conocimiento fundamentado en la física. La electricidad, la electrónica, la computación, tienen como base desarrollos en física y matemáticas”, agregó el docente. 

El profesor Espejo complementó que la física del estado sólido, que aún utilizamos en nuestros computadores, condujo al desarrollo del transistor y con esto a la disminución del tamaño de los dispositivos electrónicos para computación y comunicaciones fue de igual importancia, “Tal vez la misión no hubiera podido darse con electrónica basada en tubos de vacío, en lugar de circuitos integrados”, agregó.

Entre los científicos destacados de la época se encuentra Margaret Hamilton, quien desarrolló el software que utilizaron los astronautas de todas las misiones Apolo tanto en los cohetes como en los módulos lunares. Este software fue el que permitió que se realizara el alunizaje en la misión de Apolo 11, ya que el Eagle, momentos antes de que aterrizara en la superficie de la luna, estaba arrojando errores, haciendo dudar a la tripulación. Hamilton advirtió que se trataba de una limpieza automática del equipo para dedicarle todo el poder de procesamiento, 1 megabyte, a las funciones de descenso. La científica es muestra de una de las características que definieron esta misión: la inclusión como forma de progreso.

Para el profesor Espejo, el impacto que tuvo la misión, de demostrar que con el uso de la razón y la correcta comprensión entre los seres humanos podemos superar muchas de las limitaciones que nos impone la naturaleza, se está perdiendo poco a poco. Atribuye esta situación a que, a pesar de que los pasos de los astronautas en la luna fueron vistos por alrededor de 600 millones de personas alrededor del mundo, no hubo mucho esfuerzo para que el gran público realmente entendiera los principios científicos que hacen posible lo que estaban viendo en sus pantallas.

“Si observamos el estado actual de la sociedad podría decirse que lamentablemente el impacto de esta misión en la confianza que tiene la gente e incluso los gobiernos en la ciencia o en los científicos, si lo hubo en su momento, 50 años después se está perdiendo. Basta con buscar Apolo 11 en YouTube para encontrar cientos de videos afirmando que el alunizaje fue un montaje espectacular. Sin la adecuada formación, el público puede fácilmente ser convencido de que no hubo más que un gran despliegue cinematográfico”, indicó.

No obstante, los ocho días y tres horas que duró la misión del Apolo 11 fueron la base para lo que hoy en día es la exploración espacial. “Inspiraron a generaciones a irse por la carrera de la investigación científica”, concluyó Tuirán.

 

 

 

Por Leonardo Carvajalino

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