La optimización en la trayectoria de Elías Niño

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El profesor Elías Niño en su oficina, en el cuarto piso del edificio Julio Muvdi.

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08 mar 2019

Un abrazo de su padre fue el detonante que llevó a Elías Niño de ser un estudiante de Ingeniería de Sistemas en Uninorte, con dificultades académicas, a ser el director de departamento. Así lo cuenta el profesor que a sus 17 años llegó desde Maicao, La Guajira, “engañado” a estudiar una carrera que le habían dicho era “muy parecida” a su primera elección: Diseño Gráfico.

Al contar esta historia, Niño se ríe, recuerda aquel 2002 y la forma en que, confundido, abrió los ojos cuando le empezaron a hablar de algoritmos. Diecisiete años después, los algoritmos están inscritos con marcador borrable en las paredes de su oficina, en el cuarto piso del edificio Julio Muvdi. Los algoritmos le han permitido desarrollar proyectos de investigación que le generaron recursos suficientes para pagarse dos maestrías. Lo llevaron a ser becario Colciencias y a hacer su doctorado en Virginia Tech. Los algoritmos le han permitido sustentar a su esposa y tres hijos.

No obstante, su primer semestre en la carrera —promedio de 3.26— no terminó como se esperaría de un profesional con estas distinciones. “Mi papá vino a buscar las notas acá. Se enteró que había perdido y retirado una materia y que me había ido mal. Sin embargo me abrazó como si hubiera sacado el promedio en 5. Eso me detonó, ¿cómo era posible que me tratara de esa forma, si me fue pésimo?”, recuerda el momento.

Niño ha contado esta historia a sus estudiantes en innumerables ocasiones para que reflexionen sobre algo que aprendió en su trayectoria: no hay que ser perfecto para ser excelente. El cambio fue inmediato. Desde el segundo semestre la “pesadilla” se convirtió en su pasión y, como él lo describe: “despegué”.

Fue monitor de un repertorio de asignaturas como informática, matemáticas e inclusive de electivas como historia. El docente asegura que fue en esta etapa en la que comenzó a despertar su interés por ser profesor, una característica de familia. Sus padres, Arely Ruiz y Elías Niño son pensionados del Magisterio.

En 2008, a pesar de su mal inicio, se graduó como el cuarto mejor de una promoción de 60 personas. Al poco tiempo recibió un llamado de quien era el director del departamento, José Márquez, actual docente, quien le ofreció un vacacional. Al comienzo del siguiente semestre tenía ya dos cursos, y le dictaba clases a estudiantes de los que había sido monitor y con los que hasta el día de hoy todavía se mantiene en contacto.

Este estilo, cercano a los alumnos, lo ha mantenido a través del tiempo. Afirma que para sus estudiantes de pregrado, a quienes dicta la asignatura de optimización, es “casi que un padre”, pues tal y como le ocurrió a él, entiende que un consejo o un mensaje de aliento puede mejorar su rendimiento.  

“Creo mucho en la preparación de clases, pero también creo que es necesario, una vez que has apropiado el conocimiento, improvisar”, dice. Con los estudiantes de doctorado, a los que les dicta Teoría de Optimización y Optimización No lineal, admite que las dinámicas son diferentes pues significa otro tipo de exigencia académica.

Niño alterna su vida como docente con la de investigador. Actualmente, está dedicado a la asignación de datos, o como los describe, “modelos numéricos que nos permiten representar la realidad y pronosticar”. Su trabajo funciona para estimar vientos, temperatura, humedad, niveles de polución, potencial energético, entre otros usos.

El docente asegura que los datos en Colombia son una puerta para que los ingenieros de sistemas entren y comiencen a actuar en la realidad, pues ha habido una mayor recopilación de información en el país pero hacen falta profesionales que procesen y analicen resultados. Así también comenta que Uninorte adquirió un clúster de 1.200 cores, el más grande de la Región Caribe, que ayudará a estudiantes y egresados a perfilarse en este campo.

La optimización es otro de los temas de investigación en los que ha trabajado con empresas como Cotecmar y Tempro. “En la vida real, la gente le llama solución a algo que satisfaga requerimientos mínimos. Cuando yo hablo de solución, no hablo de una, sino de la mejor solución de acuerdo al contexto del problema”, explicó el profesor.  

El concepto, optimización, parece una metáfora del trayecto de Niño. Una persona que encontró en el esfuerzo una fórmula que le funcionó para alcanzar sus metas y que asegura continuará aplicando para aspirar a más.

 

Por Leonardo Carvajalino

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