“La claridad en las metas nos permite seguir adelante, porque la vida es un continuo aprendizaje”, Amaury De La Espriella

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Egresado destacado, Amaury De La Espriella.

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15 mar 2019

Discurso de Amaury De La Espriella, egresado destacado.

Estimado Rector de la Universidad del Norte, doctor Adolfo Meisel Roca, miembros del Consejo Académico, profesores, graduandos y padres de familia. Muy buenos días.

Es para mí un gran placer estar nuevamente en Barranquilla, ciudad de grandes afectos, que me vio crecer y desarrollarme profesionalmente por más de 36 años y en donde forjé grandes amistades, que serán la razón por la cual me vendré a vivir a esta tierra una vez me retire laboralmente.

Y es especialmente para mí un orgullo y un honor regresar a la Universidad del Norte, institución en la que hice mi carrera de Administración de Empresas y en donde viví gratas experiencias que marcaron mi vida profundamente. Me gradué en el año 1983 con la misma ilusión y las mismas expectativas con las que ustedes se encuentran en el día de hoy. Mi experiencia no es otra que la de cualquier ciudadano, pero con grandes aspiraciones y metas claras en la vida.

Inspirado en el conocido discurso de Steve Jobs, presidente de Apple durante la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford en el verano del 2005, construí la historia que les contaré hoy en cuatro relatos sobre los hechos que han marcado mi vida.

La primera historia la he titulado: Los sueños son la nota del éxito en la vida.

Nací en Cartagena hace ya casi seis décadas. Soy el menor de seis hermanos. Por la separación de mis padres viví con mis abuelos paternos, hasta que cumplí los 10 años. De mi abuela, reconocida pianista cartagenera de su época, heredé el amor por la música, lo que me marcó para siempre. Ella nunca me permitió tocar su piano, suceso que les confieso, me generó cierta frustración en su momento.

En el año 1970, llegué a Barranquilla a vivir con mi madre y una tía, quienes se ganaban la vida, como costureras. De mi madre recibí un inmenso amor y de mí tía la enseñanza de ser fuerte, responsable y firme de carácter.  Algo muy similar a las grandes obras musicales, llenas de una alta sensibilidad, pero a la vez de gran precisión y rigurosidad. En otras palabras, aprendí, en ese hogar, el equilibrio perfecto.

Como desde niño- amaba la música, soñaba con ser cantante. También pensaba que ser abogado podía ser una alternativa, pues mi familia decía que tenía talante de defensor. Sin embargo, reflexioné y me di cuenta de que, como cantante no tendría un buen futuro, dado que los cantantes de la época no me motivaban a hacerlo. Hoy, otra cosa sería. Fue así como cambié de partitura y pensé que mi futuro estaba en algunas de las áreas formales del saber.

Mi madre había decidido que se iría a vivir a los Estados Unidos. Nos comentó que ella ya había cumplido su aspiración de darnos educación hasta el bachillerato. Sin embargo, yo tenía clara mi meta de ser un profesional. Para ayudarme a cumplir mi sueño, mi hermana, que ya trabajaba para ese entonces, me ofreció pagarme la primera matrícula. De todos mis hermanos únicamente yo decidí seguir estudios profesionales. Escogí Administración de Empresas en la Universidad del Norte, y con orgullo les digo que no me equivoqué ni de profesión ni de Alma Mater. Estas aulas me vieron cumplir mi primer sueño.

El segundo relato lo he titulado: El deseo es energía activa para alcanzar las metas

Sabía que tenía que buscar financiación para pagarme mis estudios y fue cuando alguien me habló de los préstamos del ICETEX. Así culminé mi carrera, con mucho sacrificio, pero con el deseo ferviente de que era el mejor camino "para ser alguien en la vida".

Durante mis años universitarios, participé activamente en asociaciones como Rotaract y Aiesec. En Rotaract llegué inclusive a ocupar la Presidencia, logrando en ese año que nuestra asociación fuera galardonada como la mejor del país, por sus programas y sus actividades. Y, por supuesto, pertenecí al coro y a la tuna de la universidad. Soy un firme convencido de que aquellos que no sólo se limitan a hacer lo que formalmente les toca, sino que van más allá y exploran todas las opciones que les brinda la vida; son los que marcan la diferencia.

Realicé mi práctica en una prestigiosa Corporación Financiera de ese entonces. Allí permanecí tres años. Pero tenía otra meta que cumplir. Tenía claro que, si quería sobresalir en el mundo profesional, debía continuar mis estudios, primero de inglés y después realizar una Maestría en Administración de Empresas o una Especialización en Finanzas.

La tercera historia la he llamado:  No desenfocarse en las metas

Mi jefe en la Corporación, Antonio Celia, se retiró para trabajar como primer gerente de Terpel del Norte. Me llamó y me ofreció laborar con él.  En ese momento habría podido tomar la decisión de aceptar. Pero tenía mi meta clara de iniciar los estudios de inglés en los Estados Unidos por cuatro meses. Y esa oportunidad no la iba a perder.

Cuando regresé trabajé en la Corporación Financiera nuevamente, pero tenía otra meta. Como me conocían en el ICETEX inicié los trámites para una beca de la FULBRIGHT para hacer mi anhelado Máster. Esto no era del agrado de mi novia, pues ella sabía que, si me la ganaba, no nos veríamos al menos, por dos años. Ninguno de los dos teníamos posibilidades económicas para visitarnos periódicamente.

No obstante, diligencié todos los papeles para la beca, conseguí cartas de recomendación, apoyo de la empresa, presenté mis calificaciones de la universidad y unos exámenes adicionales en Barranquilla. En ese momento éramos 87 estudiantes aplicando por UNA sola beca para todo el país. Y les doy la mala noticia, no fui el escogido.

A pesar de que en ese momento las cosas no me salieron como pensaba en lo académico, en el amor las cosas sí se me dieron. Me casé con mi esposa Julia, también egresada de esta Universidad, quien me ha acompañado durante más de 30 años en la bonita tarea de formar familia, con valores y principios éticos sólidos. Descubrí que no hay nada que compense un hogar lleno de amor y cariño.

Seguí trabajando en la Corporación y entonces nuevamente me llamó Antonio Celia, que para ese entonces era vicepresidente en Promigas y me ofreció trabajar con él, en esta importante empresa.

El cuarto relato lo he titulado: El cielo es el límite.

Inicié como jefe del departamento de planeación financiera de Promigas. Pero no desfallecía con mis estudios. Un día ojeando los periódicos en mi casa, leí un aviso de una beca de cuatro meses ofrecida por el Gobierno de Holanda, para una Especialización en Finanzas (que era otra de mis posibilidades). Apliqué y esta sí me la gané. Les cuento que fueron meses difíciles pues ya estaba casado y habían nacido mis dos hijos mayores. Fue una gran experiencia estudiar fuera de Colombia, conociendo culturas distintas, y un mundo tan diferente al que estaba acostumbrado a vivir.

Cuando regresé continué laborando en Promigas. Ocupé el cargo de Gerente Financiero y luego la Vicepresidencia Administrativa y Financiera, desde donde pude, además, contribuir al crecimiento de la compañía, siendo parte de varias juntas directivas de las empresas del grupo.

Y con alegría les quiero decir señoras y señores que lo que tanto soñé lo cumplí:  Finalicé la Maestría en Administración de Empresas, en la Universidad de los Andes. Fueron dos años de grandes esfuerzos, tanto por el trabajo, como por la familia, pero el esfuerzo valió la pena porque definitivamente ésta ha sido una de las experiencias más gratificantes de mi vida.

Cuando ya creía que había llegado al límite de mi carrera, trabajando para Promigas, me encontré con que el destino me tenía deparados nuevos retos para mí: me desempeñé como presidente de la Organización Terpel, compañía multilatina líder en el mercado de combustibles, considerada una de las empresas más grandes del país. Me trasladé con mi familia a Bogotá para asumir ese nuevo reto que demandó todo el compromiso, dedicación y conocimiento necesarios para consolidar en Latinoamérica, a esta importante compañía. Posteriormente asumí el reto de dirigir la transformación de Propileo para darle paso a Esenttia, como la conocemos hoy, una filial del Grupo Ecopetrol. Allí, mi satisfacción fue grande, pues pude poner en práctica mucho del conocimiento adquiridos en mis años laborales, pero también aprendí, de un nuevo negocio industrial, de grandes dimensiones. Estando en Esenttia, pensaba que ahora sí había llegado al límite de mi carrera. Pues no, no fue así.

Corría el mes de noviembre del año 2016. Víspera de Navidad. Era una fría noche de un martes en Bogotá. Estaba viendo un partido de fútbol de la Selección Colombia contra Argentina, para las eliminatorias del mundial de Rusia.

Haciendo una metáfora, me encontraba en tierra firme, en un territorio conocido y tranquilo, controlaba los factores y los retos del devenir diario de mi vida personal y profesional. En pocas palabras estaba relajado. De un momento a otro, una llamada cambió el rumbo de mi vida. La persona al otro lado de la línea me dijo: "Llamo a hacerte una propuesta indecente. ¿Estarías dispuesto a participar para el cargo de capitán de un gran barco que está a la deriva?”. Ese barco se llama Reficar.

Desde tierra firme y segura, contesté: "Necesito pensarlo y conversarlo con mi familia". Les confieso que no fue un tema fácil, me reuní con mi esposa y mis hijos, quienes me dijeron: "Papá, pero ese barco se está hundiendo, no se puede salvar”. Me quedé pensando "¿Por qué no? Lo podemos lograr, lo tenemos que lograr, hay mucha gente a la deriva que se puede ahogar, yo puedo ayudar". En ese momento decidí aceptar este reto para servirle al equipo humano de Reficar, y al país.

Hoy, no me arrepiento de haberme subido al barco. La compañía ha logrado salir adelante. Pretendo que la refinería más moderna de América latina, sea el orgullo de todos los colombianos.

Pero esa labor, no se ha logrado solo con mi concurso. Ha sido gracias al apoyo de un gran equipo de trabajo. Haciendo una similitud con la música que tanto me gusta, suelo decirles a mis colaboradores que ellos son los músicos expertos en los distintos instrumentos y que yo sólo soy quien los oriento, para que al final, logremos la melodía perfecta.

Hoy, sigo felizmente casado con Julia, y tengo tres hijos. Mi hijo mayor, Andrés Felipe, es ingeniero de sonidos/productor musical. Mi segundo hijo, Mauricio José, es administrador de empresas, pero también canta y toca varios instrumentos musicales. Mi hija menor, María Luisa, estudia Administración de Empresas, y se sabe todas las canciones, de todo tipo de género musical que ustedes se puedan imaginar. A través de ellos he entendido la frase de que el "Cielo es el límite".

Soy un firme convencido de que la claridad en las metas nos permite seguir adelante, porque la vida del hombre es un continuo aprendizaje. No siempre las cosas nos salen como las planeamos, pero generalmente, son los obstáculos los que más nos enseñan, por eso hoy en sus grados, los invito a no desfallecer ante los tropiezos que se encuentren en el camino. Sean perseverantes. Recuerden que el "cielo es el límite".  No se “limiten" a salir de aquí sólo con el deseo de ser triunfadores, lo que hace falta es pasar de la energía inerte del deseo, a la energía activa de la acción para hacer realidad nuestros anhelos y sueños más profundos.

MUCHAS GRACIAS.

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