Juan Guillermo Martín, por la reivindicación de los pueblos prehispánicos
Desde el estudio arqueológico, este científico ha hecho aportes relevantes para comprender mejor la vida de los primeros pobladores del continente americano antes de la invasión de los españoles.
Había un tiempo en que la historia de América comenzaba con la invasión de los españoles y se contaba a partir de las memorias y documentos oficiales que registraron el proceso de colonización de los pueblos indígenas. Un relato propio del eurocentrismo que ha primado en occidente para estudiar la civilización humana, pero que incomodaba a algunos historiadores americanos, quienes reivindicaban la relevancia que los nativos del continente tenían en la identidad de las naciones americanas.
Juan Guillermo Martín, profesor del departamento de Historia de la universidad, es uno de esos arqueólogos que en su trayectoria académica e investigativa ha hecho aportes para reescribir lo que conocíamos del pasado prehispánico de América. A diferencia del relato español, el de este arqueólogo se basa fundamentalmente en la evidencia arqueológica que dejaron las poblaciones antiguas, lo que ha permitido replantear teorías que mantenían el predominio social de los españoles durante la colonización.
|
Era un adolescente cuando, en clases de historia de América en Bogotá, escuchaba a un profesor decir que la llegada de los españoles había traído la civilización, pues antes aquí vivían unos salvajes. “Eso siempre me dio mucha rabia. Sabía que eso no era cierto y, desde mi inocencia, trataba de refutar lo que decía cuando hablaba de los mayas, de los aztecas, en esa historia de América a la que, además, solo dedicaba dos clases para la parte prehispánica y después era hablar de la conquista y colonización española”, recuerda Juan Guillermo.
Su amor definitivo por la arqueología nacería a los 11 años, al ver la película “Indiana Jones y los cazadores del Arca Perdida”, en la que su protagonista, un profesor universitario de arqueología, vive distintas aventuras en la búsqueda de objetos históricos. Sin embargo, al terminar el bachillerato y después de prestar el servicio militar por un año, sorprendentemente, ingresó a la Universidad Nacional a estudiar Ingeniería Eléctrica, llevado por la proyección que tenía la robótica en el mundo a finales de los 80. A los dos semestres se convenció de que eso no era lo suyo y entre sus opciones para cambiar de carrera resurgió la arqueología.
“De alguna manera la arqueología empata con lo que me gusta de historia y geografía. No sabía que para ser arqueólogo había que estudiar antropología”, dice. Buscó asesoría con un profesor de esta carrera y al año siguiente se matriculó. Al finalizar el primer semestre tuvo la oportunidad de participar en un proyecto de arqueología en la Sierra Nevada de Santa Marta en el que hizo parte del trabajo de campo durante un mes. Allí descubrió la esencia de la profesión que ejerce hasta el día de hoy.
|
Luego de graduarse como antropólogo, en 1995, se involucró en distintos proyectos de infraestructura en zonas de relevancia histórica a los que la ley obligaba a desarrollar proyectos de arqueología de rescate. Aunque estos contratos no exigían publicar artículos científicos, Juan Guillermo tenía claro que divulgar sus resultados era necesario para crecer profesionalmente. “No es como es ahora. Guardaba esos trabajos para publicarlos en algún momento y, finalmente, conseguí empezar a publicar los resultados y hacerme un nombre en el ámbito académico”. Por varios años su vida y la de su esposa e hija fue trashumante; incluso estuvo un periodo en Estados Unidos estudiando inglés y en busca de una beca para estudiar una maestría. La beca no se dio y regresó al país.
A finales de 1999 le ofrecieron vincularse a un proyecto en Panamá que apuntaba a desentrañar los restos arqueológicos de la primera ciudad fundada por españoles en el Pacífico americano; allí estuvo por 11 años, en los que desarrolló una carrera científica fructífera y con aportes significativos para entender el proceso de colonización español. En ese tiempo, entre 2002 y 2006, realizó el doctorado en Patrimonio Histórico y Natural de la Universidad de Huelva, en donde consiguió la beca para cumplir su deseo de formarse al más alto nivel.
Tomás Mendizábal, arqueólogo panameño y amigo suyo, destaca lo mucho que aportó Juan Guillermo en la profesionalización y el realce de la arqueología panameña: “Ayudó mucho con su experiencia en el proyecto arqueológico de Panamá Viejo. Gracias a sus investigaciones, publicaciones y relaciones con otras instituciones, se consolidó el Patronato de Panamá Viejo como un centro de investigación de relevancia regional. El trabajo de Juan allí fue clave. Es uno de los mayores expertos en arqueología panameña, tanto precolombina como colonial”.
En 2011, Juan Guillermo llegó a la Universidad del Norte con una misión específica: desarrollar un museo arqueológico en la institución. “Debo admitir que no sabía que existía la Universidad del Norte, ni en dónde quedaba, pero me enteré de que necesitaban un arqueólogo, aunque no tenían un programa de este tipo. Me entrevistaron y supe de qué se trataba. Además de dar clases de formación básica, debía asumir el desafío de sacar adelante un museo; antes se habían hecho varios esfuerzos para montarlo, pero no tuvieron éxito. Les interesa no solamente mi experiencia en arqueología, sino la de haber trabajado en el montaje del museo de sitio de Panamá Viejo, que se inauguró en 2003”, describe.
|
En la universidad contaban con grandes colecciones arqueológicas de los pobladores del Caribe que había sido la base del trabajo del profesor Carlos Angulo Valdés, pero no había un inventario ni estaba registrado ante el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) todo lo que se tenía. El proyecto que presentó Juan Guillermo y que recibió respaldo total por parte de las directivas, prácticamente empezaba desde cero. Definió un guion, que es la historia que se cuenta a los visitantes, trajo restauradores que revisaran la colección para determinar cuál era su estado y se vincularon otras áreas académicas para apoyar en el montaje museográfico.
En septiembre de 2013 el Museo Mapuka se inauguró y Juan Guillermo fue nombrado su director. “A partir del museo se consolida la investigación en arqueología en la universidad, se le da el aire que necesitaba el Laboratorio de Arqueología, que no podía ser solamente un depósito, y se abre la posibilidad de vincular más arqueólogos al departamento”. Por siete años estuvo al frente del museo, su gestión fue clave para consolidarlo como un espacio museal de referencia nacional e internacional, del que su programa educativo goza de gran reconocimiento.
El crecimiento de la arqueología en Uninorte dio paso para que se pensara en crear un programa a nivel de posgrado. Juan Guillermo asumió ese reto, que dio origen a la Especialización en Arqueología, un programa que goza del prestigio nacional debido a que se ha esforzado por tener entre sus docentes a los investigadores más reconocidos de Latinoamérica, bajo la consigna de que, para entender mejor el pasado del continente, su estudio arqueológico se debe hacer desde la relación que hay entre los distintos territorios.
|
Mientras tanto, su labor como investigador siguió tomando forma. En todos estos años en Uninorte ha mantenido una dinámica constante de publicación, que lo posicionan como uno de los profesores que más artículos publica por año. Pero, además, se esfuerza por que sus hallazgos lleguen a la comunidad. “Como profesores tenemos que publicar artículos, pero a mí me interesa que los resultados de las investigaciones se publiquen en los medios de comunicación masivos, me gusta que haya una difusión mayor”.
Una de sus grandes satisfacciones profesionales es lograr que las nuevas generaciones no se topen con maestros como ese que le mostró una América prehispánica poblada por “salvajes”. Sabe que entender ese pasado nos permitirá proyectarnos mejor hacia el futuro como sociedad.
|
“Lo que más me enorgullece de mi trabajo es que, finalmente, la gente conozca algo del pasado remoto de este país, que es fascinante y que no hay que irse a Egipto a ver Pirámides o a Mesoamérica a conocer esas grandes ciudades mayas, aquí también hay una historia maravillosa que da cuenta de largos y complejos procesos sociales. Lo valioso es que la gente reconozca la importancia del pasado, que lo empiece a apropiar, a incorporar, que entiendan que somos resultado de esos procesos, no somos ajenos a esa historia, somos parte de ella y esa historia no termina con nosotros, sigue”, dice.
Por Jesús Anturi
Más noticias
Dic 17, 2024
Histórico