En apoyo de Darwin: la defensa temprana de la teoría evolucionista de Fritz Müller
La historia de Müller y su importancia para el desarrollo científico fue el tema central de la exposición de la investigadora Sandra Rebok, cuyo libro aborda en detalle los por menores de este personaje en la historia de las Ciencias Naturales.
La antropóloga, socióloga y doctora en Historia de la Ciencia, Sandra Rebok, presentó su nuevo libro En apoyo de Darwin: Una defensa temprana de la teoría evolucionista. En el evento virtual, realizado el 17 de septiembre a través de Uninorte Académico, reflexionó acerca de la física, la geociencia y los hallazgos de Fritz Müller, quien escribió la primera defensa de la teoría evolutiva de Darwin, aplicando su campo de estudio en Brasil.
El trabajo Rebok nace de la necesidad de mostrarle a la comunidad académica que existen varios exploradores alemanes en América y cómo esto afianza la circulación del conocimiento. Por eso afirmó que Müller puede ser considerado como uno de los biólogos más significativos del siglo XIX y también puede ser un modelo a seguir para los científicos del siglo XXI, en lo que se refiere a una postura ética rigurosa y cooperativa. Para la investigadora alemana, es además un buen ejemplo para mostrar lo que se puede lograr con la colaboración científica más allá de las fronteras. Rebok utilizó en su ponencia el método de conocer la vida para entender la obra, así que habló de Fritz Müller (1821-1897), un alemán que hizo sus primeros peldaños del mundo de las ciencias en una farmacia de su barrio.
"Después estudió matemáticas y ciencias naturales en la Universidad de Berlín. Luego decidió estudiar medicina y allí empezó a cuestionar el papel de la religión en la ciencia; sin embargo, un debate moral, entre sus creencias y las leyes de naturaleza, lo hizo desistir del juramento a Dios, y esto no le permitió continuar con el doctorado en medicina", contó la autora.
Por otro lado, la problemática social: la revolución de 1848 en Alemania lo impulsó a migrar al sur de Brasil en búsqueda de mejores condiciones de vida, en donde exploró varios oficios: agricultor, médico, maestro y biólogo. En 1976, fue nombrado naturalista en el museo de Río de Janeiro y siempre encontró el camino al mundo científico. Emprendió la hazaña de aplicar las teorías de Darwin en los crustáceos brasileños y concluyó que las larvas analizadas podían verse afectadas por adaptaciones en cualquier etapa de crecimiento. Así que su investigación funcionó como fundamento teórico-práctico de la evolución por selección natural de Charles Darwin.
"Esto impactó a Darwin, quien tuvo la oportunidad de leer con detalle la investigación de Müller, por lo cual, le respondió con entusiasmo y crearon una relación estrecha donde la ciencia era un tema importante; pero sus conversaciones se extendían hasta los ámbitos personales. A partir de este momento, vieron que podían trabajar juntos a distancia con los medios técnicos que tenían en su época, y esto es lo que hicieron: comenzó el envío de correspondencia hasta la muerte de Darwin en 1882. Esto quiere decir que estuvieron en contacto durante 17 años y escribieron cada uno alrededor de 60 cartas al otro”, mencionó Rebok.
Además de esto, Müller se escribía con los naturalistas más influyentes de su época: Ernst Krause, Alexander Agassiz, Ernst Haeckel, Henri Milne-Edwards, entre otros, creando una red de conocimiento orientada al avance de las ciencias mediante la colaboración, basándose en evidencia científica lejos de dogmas religiosos. Gracias a su carácter independiente, libre pensador y por la confianza en lo que hacía, Müller pudo conseguir reconocimiento en el mundo biológico-científico. Logró llevar a cabo un trabajo colaborativo transatlántico para validar científicamente una teoría que desafiaba el mundo. Con condicionantes que estaban en su contra: lejos de Europa, sin laboratorio, con equipamiento mínimo y sin apoyo financiero para su investigación, así que todo se lo debe a su análisis y fuerza de voluntad.
“Por ello, es una inspiración para la comunidad académica y sociedad en general. Lo que me parece interesante es que con la forma tan modesta en la que él vivía, era capaz de crear ciencia, conocimiento, participar en un contexto científico en un nivel alto e internacional”, expresó Sandra Rebok.
Durante el evento, Felipe Lamus Ochoa, moderador de este espacio organizado por el Departamento de Física y Geociencias, habló sobre la pertinencia de la temática tratada en este evento y agregó que, si bien han pasado casi 200 años, las condiciones aún son similares. "Muchos desde Suramérica hacemos ciencias con las uñas. Hacemos conexiones continentales y con eso logramos realizar muchas cosas. Eso es un ejemplo de cómo se hace ciencia”, expresó Lamus a los asistentes conectados mediante la virtualidad.
El evento concluyó con la intervención de Rafik Neme, biólogo de la Universidad del Norte, quien junto a Rebok y Lamus reflexionaron sobre el motivo del olvido de un personaje trascendental en la teoría evolutiva por selección natural. A lo cual se concluyó que es un interrogante sin una respuesta clara, puesto que este tenía condicionantes que lo limitaban, pero no hay una evidencia explícita del porqué no tiene tanto reconocimiento en la comunidad científica.
Por Katheryn Meléndez Solano.
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