El impacto del movimiento estudiantil en las reivindicaciones sociales
Ivonne Molinares Guerrero, profesora del departamento de Historia y Ciencias Sociales, hace un análisis sobre este tipo de manifestación social.
El 8 de junio de 1929, el estudiante de Derecho de la Universidad Nacional Gonzalo Bravo fue asesinado por miembros de la fuerza pública, en una manifestación en contra del gobierno de Miguel Abadía Méndez. Veinticinco años después, durante la conmemoración del hecho, otro estudiante de la Nacional, Uriel Restrepo, fue asesinado por la policía militar. Su homicidio generó el 9 de junio de 1954 una movilización estudiantil que provocaría el nacimiento de la Federación de Estudiantes de Colombia.
Latinoamérica, especialmente Colombia, ha demostrado a lo largo de su historia que la madurez de las democracias se mide no solo por la eficiencia de sus instituciones, sino también por la capacidad que tienen sus ciudadanos y el Estado para construir espacios de diálogo social a favor de demandas sociales. En ese sentido, la experiencia ha permitido a los estudiantes colombianos y del mundo saber que uno de esos escenarios es la calle, a través de las movilizaciones. En Colombia estas manifestaciones estudiantiles rechazan hoy el abuso de autoridad del Esmad en la Universidad Javeriana y la presunta corrupción en la Universidad Distrital, pero también se han visto opacadas por vándalos que atacaron el edificio Icetex, en Bogotá.
En la década de 1960 se popularizaron los movimientos universitarios en todo el mundo. Desde entonces ha evolucionado bajo el modelo clásico de la movilización social, cuyo objetivo son las reivindicaciones sociales y la transformación de situaciones de inconformidad.
“Las marchas estudiantiles, que hacen parte de la manera de movilizar y demostrar que un segmento de la población está haciendo el requerimiento de una reivindicación, se han dado a lo largo de toda la historia contemporánea, teniendo como referencia el gran movimiento de 1968 en París o el movimiento estudiantil mexicano”, puntualizó Ivonne Molinares Guerrero, profesora del departamento de Historia y Ciencias Sociales de Uninorte.
A comienzos de 1968, la asignación de partidas presupuestales menores para el Ministerio de Educación de Francia llevó a sus estudiantes a protestar por una mejor educación universitaria, con el apoyo de intelectuales, como los escritores Jean Paul Sartre y Simone de Beavouir. En octubre de ese mismo año, en México, un movimiento estudiantil buscaba un cambio democrático y la renuncia del gobierno con su Partido Revolucionario Institucional. La madrugada del 2 de octubre el ejército asesinó a los estudiantes que protestaban, muchos del Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
“Los movimientos estudiantiles en un país como el nuestro en los últimos años han sido muy evidentes. No preservan históricamente una continuidad que los historiadores y expertos en movimientos sociales, como Mauricio Archila, hayan podido determinar como el movimiento obrero, pero han tendido a solidarizarse y fundirse con otro tipo de movimientos”, manifestó la docente, magíster en Educación.
En Colombia, miles de jóvenes y profesores protagonizaron el 25 de agosto de 1989, una semana después del magnicidio de Luis Carlos Galán, la ‘Marcha estudiantil del silencio’ rumbo al Cementerio Central y establecieron la séptima papeleta, dando origen a la Constitución de 1991. Un movimiento estudiantil que generó un hecho político supraconstitucional sin precedentes en el país.
Todas las manifestaciones estudiantiles buscan la calidad educativa y la financiación estatal de lo público, así como en su momento buscaban cobertura universal, se oponen a la mercantilización de la educación superior y tienen un carácter globalizador que favorece causas democráticas nacionales e incluso internacionales. Con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, se percibe un crecimiento global del activismo estudiantil y el impacto que pueden tener en las políticas nacionales de cada país.
En Ucrania, por ejemplo, los estudiantes fueron el núcleo de la triunfante Revolución de la Dignidad (2013-2014) en contra de la medida gubernamental de no unirse a la Unión Europea. En Sudáfrica se creó un movimiento contra el apartheid en las universidades y en Corea del Sur los movimientos estudiantiles rechazan el incremento de impuestos a las tarifas de las universidades privadas. En este sentido, mientras las movilizaciones de los estudiantes de los años 60 y 70 tenían unos simbolismos muy particulares, dados por canciones y proclamas propias de la época, hoy vemos que unos de los pilares del auge de las nuevas manifestaciones vienen dadas por las redes sociales.
“Es por eso que necesitamos ciudadanos críticos, que sean capaces de verificar la información, de darle el valor real. Las redes sociales son inherentes a la condición de socialización. El hombre siempre ha vivido en red, lo que pasa es que ahora es evidente porque la virtualidad —paradojicamente— nos permite constatarlo. Sobre la violencia en las movilizaciones, es importante resaltar el papel del Estado, que debe garantizar una movilización segura, dado que es un derecho ciudadano", puntualizó la profesora Molinares.
Por José Luis Rodríguez R.
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Dic 17, 2024
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