“Debemos ser médicos tanto científicos como humanos”: Juan Pablo Espinosa

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Juan Pablo Espinosa Bernal, recibió la Medalla de Plata en su grado como Médico.

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22 jul 2019

Al intentar encontrar las palabras adecuadas para expresar cuán importante es este momento para nosotros, no tardé mucho en darme cuenta que sería más desafiante de lo que imaginé en un principio. Tras días de meditarlo, logré llegar a una conclusión: que mejor manera de celebrar el día de hoy que recordando el arduo camino que recorrimos para llegar al lugar donde tan orgullosamente nos encontramos.

Como olvidar el primer día de clase, donde me encontraba nervioso por dar mis primeros pasos en la carrera y universidad donde mi abuelo dejó plasmada su gran huella de docencia y sabiduría, donde se formó mi padre, mi más grande inspiración y donde conocí por primera vez a las personas con las que compartiría durante los próximos 6 años cada frustración, cada lágrima, pero más significativo todavía, cada logro y momento de felicidad.

Recuerdo las clases de bioquímica en segundo semestre, tratando de aprender ese ciclo de Krebs y todas esas enzimas, las cuales estoy seguro fueron motivo de pesadillas para más de uno. También recuerdo todas las frustraciones al tratar de entender la neuroanatomía, las inserciones musculares, la fisiología cardiaca y respiratoria o peor aún, entender cómo funciona el complemento a las 6:30 de la mañana, cuando aún soñábamos con la almohada en nuestro cuarto.

A pesar de todo lo anterior, sentimos que nuestro esfuerzo finalmente se materializaba en uno de los días más emotivos de nuestra carrera: el día de la Imposición de Batas Blancas, donde nos empezábamos a sentir por primera vez como profesionales de la salud.

Los siguientes semestres, entendimos el real motivo por el cual escogimos esta hermosa carrera. Iniciamos nuestro contacto con los pacientes y era la calidez de sus sonrisas y agradecimientos los que nos recordaban día tras día que valían la pena las noches sin dormir, los fines de semana sin salir y todos los demás sacrificios que hicimos.

Luego vino el año más difícil pero al mismo tiempo, durante el cual viviríamos las mejores experiencias: el Internado. Un año que pondría a prueba todo lo que habíamos aprendido, pero que nos demostraría los frutos de todos los años de preparación que nos brindó nuestra universidad, conocimiento que todos pusimos a prueba en hospitales acreditados en Medellín, Bogotá e incluso Chile y España, demostrando que poseemos un nivel académico envidiable nacional e internacionalmente.

Y con el fin del Internado llegamos al día de hoy, el día que hace 6 años nos parecía un sueño pero que satisfactoriamente hemos vuelto una realidad. Todos nuestros sacrificios han valido la pena, pues hoy vemos como el constante esfuerzo y la perseverancia que mantuvimos dan sus frutos, recibiendo con orgullo el sello de médicos de la Universidad del Norte.

No obstante, no podemos estar satisfechos con lo que hemos logrado. Este debe ser solo el inicio de un largo trayecto que nos queda por recorrer, un camino que muy seguramente no será fácil y estará lleno de obstáculos pero para el cual hemos recibido todas las herramientas necesarias para superarlo.

Y no me refiero únicamente al conocimiento académico, sino también a los valores que nos han inculcado nuestros docentes durante esta hermosa carrera. Son esos valores y ese crecimiento como seres sensibles lo que verdaderamente nos separará del resto como profesionales de la salud; ser médicos tanto científicos como humanos, dispuestos a brindarles empatía, esperanza y apoyo a nuestros pacientes, valores cada vez más escasos en esta profesión.

Antes de terminar, me gustaría agradecer a todos los que hicieron parte de este trayecto y sin quienes sería imposible de celebrar este logro, el cual es tanto nuestro como de ellos. Gracias a Dios, Quien siempre iluminó nuestro camino y estuvo a nuestro lado constantemente, por Él tenemos el privilegio de celebrar una ocasión tan especial.

Gracias a nuestros padres y nuestras familias, fuente de apoyo incondicional y de sabiduría en los momentos en que más lo necesitábamos, siempre alentandonos cuando sentíamos que no podíamos seguir adelante. Gracias a todos nuestros docentes, porque fueron ustedes quienes nos enseñaron lo que es ser médico, quienes nos hicieron amar esta profesión y nos guiaron cuando nos sentíamos perdidos. Ustedes fueron y serán siempre nuestros modelos a seguir.

Gracias a la Universidad del Norte, por inculcarnos desde el principio el deber ser como profesionales, nos ayudaron a convertirnos en líderes capaces de guiar a nuestro país hacia un mejor futuro. Gracias al Hospital de la Universidad del Norte, centro que fue vital para nuestra formación como médicos y como personas.

Por último, quiero agradecer a todos mis compañeros, quienes me acompañaron en esta maravillosa carrera. No solo son personas inteligentes y capaces de alcanzar cualquier meta que se propongan, sino también seres humanos excepcionales en quienes confío plenamente. Con ustedes aprendí que más allá de cumplir una meta, hay que disfrutar del recorrido.

Colegas, a medida que continuemos persiguiendo el ideal de persona en el que deseamos convertirnos, nos depararan retos cada vez más difíciles. Sin embargo, quiero que siempre recuerden este día como símbolo de que no pudimos ser derrotados, que sin importar lo grande que fuera el obstáculo, somos capaces de superarlo, somos capaces de lograr cualquier cosa que nos propongamos. Este es solo el primer logro de muchos que celebraremos, pero al menos hoy, puedo decir con seguridad que el futuro de la salud en Colombia está en las mejores manos.

 

Muchas gracias.

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