Cambio social, el foco de la XI Jornada de Psicología
Los movimientos de cambio social y protestas que se venían presentando desde el año pasado se vieron interrumpidos por la pandemia, no obstante, la insatisfacción y demandas se mantienen. Cuatro expertos analizaron la coyuntura actual desde el punto de vista de la psicología social.
En la XI Jornada de Psicología se abrió un espacio de reflexión, análisis y discusión sobre los cambios sociales por los que atraviesa el mundo actualmente. Las conferencias estuvieron a cargo de Wilson López, de la Universidad Javeriana; Nelson Molina, de la Universidad del Valle; Idaly Barreto, de la Universidad Católica de Colombia, y Jorge Palacio, de Uninorte. El espacio, que se llevó a cabo el 5 de noviembre vía el canal de YouTube de Uninorte Académico, fue moderado por Ana María Trejos, coordinadora del doctorado en Psicología de Uninorte.
El decano de la división de Humanidades, Alberto De Castro, en sus palabras de bienvenida a la jornada señaló que este tema es de extrema relevancia en la actualidad, debido a que la forma de enfrentar la pandemia, en primera instancia, es un tema de salud pública, sin embargo, hasta que salga la vacuna, la estrategia principal para combatirla es el comportamiento adecuado. “Hoy en día palabras como solidaridad o grupo tienen un valor tremendo, porque la salud ya no depende de un comportamiento individual, sino colectivo”, anotó el decano.
La pandemia es una situación traumática —pues es un cambio abrupto en el contexto, la vida y el ambiente de todos— y genera cambios en el comportamiento, afirmó López. Sentimientos como el miedo, ira e incertidumbre que se derivan de esta coyuntura son peligrosos, puesto que pueden ser utilizados por políticos para beneficiarse.
El PhD en psicología social y básica estuvo de acuerdo con la noción de la OMS de que estamos ante una sindemia. Es decir, una situación en la que hay condiciones estructurales que vienen afectando desde hace mucho tiempo a la sociedad y a las que no se les ha dado un manejo inadecuado. “Se ha manejado como si solo fuera un tema de salud biológica, cuando esto ha terminado afectando la salud biológica, psicológica y social de toda la comunidad”, añadió.
Sobre el caso colombiano, Barreto señaló que se venían arrastrando problemas de violencia estructural marcados por la desigualdad social, pobreza, desempleo, que continúan y se exacerban durante este tiempo de pandemia. La covid-19 interrumpió el escenario de paros y protestas que se venían presentando desde noviembre en el país, que era una expresión de la insatisfacción que se vivía.
Las demandas sociales no han sido atendidas y al mismo tiempo la violencia directa contra actores políticos no ha cesado y ha ocurrido de manera análoga a la pandemia. La conjugación de estos elementos tiene como consecuencia un sentimiento de miedo colectivo o percepción de que aumenta el malestar emocional y la ansiedad social.
Desde el punto de vista de Barranquilla, Palacio analizó el sentido de comunidad durante la pandemia y cómo esta ha influido en los habitantes del distrito, basándose en un estudio que llevó a cabo durante este año. Para medir el sentido de comunidad se hicieron encuestas en las que se les preguntó a los participantes temas en relacionados a cuatro componentes: membresía, influencia, satisfacción de necesidades y conexión emocional.
En todas las variables se mostró una disminución, es decir, que no hay una fuerte conexión comunitaria entre el periodo de 2016 a 2020. Sin embargo, Palacio reportó que entre abril y septiembre se ha visto una tendencia lenta a la recuperación, lo que da cuenta que con la posibilidad de contacto y diálogo —tras la flexibilización de las medidas restrictivas— mejora el sentido comunitario.
La razón de estos sentimientos negativos que se han exacerbado durante la pandemia puede ser explicada, de acuerdo con Nelson Molina-Valencia, desde el concepto de la anomia, una categoría que describe la desvinculación de las personas del grupo social al que pertenecen y que se expresa a través del desacato a normas. Las causas son, según el experto, el sistema económico neoliberal que promueve el empoderamiento individual sobre el colectivo y un contexto de años de violencia y corrupción.
“Lo que tenemos que hacer para contener y transformar esa anomia es generar condiciones de empatía, de referentes que sean capaces de reconectarnos emocional y normativamente con un colectivo más amplio”, dijo Molina. Una de las labores debe ser proponer nuevos referentes del orden simbólico diferentes a los que tenemos, que sea un recurso de reconocimiento de alternativas y posibilidades de crecimiento.
Por Leonardo Carvajalino
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