Barranquilla como escenario de escritores

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El escritor samario, Ramón Illán Bacca, en compañía del periodista, Alberto Salcedo Ramos, y del profesor de Uninorte, Orlando Araujo.

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20 may 2016

Ramón Illán Bacca, célebre escritor y profesor de la Universidad del Norte, se cuestiona por qué en Barranquilla, una ciudad de una tradición literaria “un tanto precaria” y donde el mundillo literario y el grueso público se miran a distancia, un grupo literario se haya constituido en una referencia obligada de la ciudad.

Decía Gabriel García Márquez – citado por Bacca durante su intervención en el evento ‘Foro de voces: Pensar en Barranquilla’, llevado a cabo en el marco de Uninorte en Verano– que Barranquilla le había permitido ser escritor por ser “una ciudad abierta, de personas inteligentes que les importaba un carajo ser inteligentes”. Y es precisamente este paralelismo intelectual el que fomentó la comunión de mentes de la talla de Álvaro Cepeda, José Félix Fuenmayor, Alejandro Obregón y el mismo Gabo al interior del proverbial Grupo de Barranquilla

Bacca se cuestiona hasta qué punto interesaría en Barranquilla este grupo sin la presencia del Nobel. Pero sería idóneo preguntarse también si no hubiera recibido el Nobel, qué tanto interesaría Gabo en la capital del Atlántico, aquella donde hizo sus más tempranos escritos siendo aún un estudiante de primaria en Colegio San José.

En algún momento entre 1973 a 1979, cuando Bacca dirigía el suplemento literario del Diario el Caribe, en compañía de notables plumas como Antonio Caballero Villa, Alfredo Gómez Zurek y Carlos J. María, la dirección del periódico les prohibió mención alguna de García Márquez, aparentemente por las radicales tendencias políticas del autor de Cien años de soledad. “Nos tocaba escribir ‘el inmencionable’, ‘el desconocido’, ‘el que sabemos’”.

Alberto Salcedo Ramos, otro de los escritores contemporáneos costeños que intervino en ‘Foro de voces’, relata cómo en una conversación con Héctor Rojas Herazo, el autor sucreño le aseveró que “el trópico milita contra el escritor. Hay que tomar distancia porque, si no, el trópico te engulle”. Afirma por ello que no es casual que, como García Márquez, al irse a México, muchos escritores se hayan alejado del Caribe, para poder verlo mejor en perspectiva.

Salcedo resalta cómo Barranquilla, al no ser fundada por españoles ni aferrarse a ningún linaje histórico, no vive en cuestión de sublimar su pasado. Sin embargo, considera que su gente “tiene un desprecio por la memoria. Somos un pueblo mítico que tiene más intención en crear que en guardar la memoria”, expresa.

A sabiendas de esto, García Márquez aseguró alguna vez – según recuerda Bacca – que ningún prestigio duraba en Barranquilla más de tres días. Aunque, el prestigio del Grupo de Barranquilla lo ha desmentido, no es descabellado afirmar que mucho de este recae en la distinción de Gabo como Nobel de Literatura en 1982, tras el cual recibió “tratamiento de jefe de estado el resto de su vida”, como afirma Bacca.

Pero, ¿cómo puede un barranquillero seguir la huella de García Márquez y alcanzar un sitial en el olimpo de la escritura universal? Para Bacca, esta resulta una tarea un tanto desesperanzadora.

“Un muchacho que quiere escribir un cuento en Barranquilla, ¿dónde publica? Y si logras publicar en Barranquilla puedes estar seguro de que no te la van a comprar. Leí en alguna parte que el 70% de los lectores y de las librerías están en Bogotá, y un 5% en Barranquilla, donde hay tres librerías y una de ellas es la de la Universidad del Norte”, manifiesta Bacca.

Salcedo, por su parte, afirma que existe una desidia cultural en Colombia, reflejada en el hecho de que eventos como la Feria del Libro y el Carnaval de Barranquilla, se cubran en los medios como espectáculos de farándula, y en la falta de espacios para publicar.

“Eso no es solo en Barranquilla. En Medellín hay más librerías y eso no significa que les vaya mejor a los escritores. Pero el autor tiene que sobreponerse a eso y esgrimir en su defensa la testarudez. ‘No me publiquen, pero no me importa’. Recordemos que a Gabo le rechazaron su primera novela con una carta insultante. El consejo es que no dejemos de trabajar”, comenta Ramos.

De igual forma, el doctor en literatura, escritor y docente de Uninorte, Orlando Araujo, sostuvo en el mismo evento, que no hay que tener desconfianza en los proyectos propios, al sucumbir a la idea de que Barranquilla no hay espacio para la escritura.

“Tenemos una Barranquilla idealizada. Pero recordemos que el gran aporte de ese grupo de intelectuales fue precisamente que eran ‘gente inteligente que le importaba un carajo ser inteligentes’. Estaban desmitificando todo. Nosotros mitificamos a la Cueva y a Gabo, y a Gabo hay que desmitificarlo como él mismo hizo con Bolívar”, asegura Araujo, admitiendo que más que aproximarse a la vida de los autores, se debe aproximar a su obra. ”Nos limitamos a decir cosas vagas y a ocuparnos de las vidas y los estudiantes nunca tienen acceso a los textos”.

“Habría que abrir esos espacios, y aquí en Uninorte hemos dado algunos pasos. Hemos hecho eventos que supuestamente no le interesan a Barranquilla y se llenan. Siempre hay público y siempre hay jóvenes”, finalizó.

Por Andrés Martínez Zalamea

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