Una revisión del origen del derecho penal con Raúl Zaffaroni
El juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos estuvo el 3 de septiembre en el auditorio para hacer un recorrido sobre la génesis del poder punitivo en nuestra sociedad.
Raúl Zaffaroni, juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, habló el 3 de septiembre en el auditorio sobre la genealogía de la dogmática penal. Durante la charla, el invitado realizó un recorrido por miles de años de historia para mostrar cómo muchos de los problemas que se piensan modernos tienen raíces muy antiguas, y cuál ha sido el rol que el derecho penal ha jugado a través del tiempo.
Según el togado, el poder punitivo que se ejerce actualmente es un modelo de solución vertical no de solución de conflictos que, a pesar de lo que se cree, no nació con la sociedad. “El poder punitivo surge cuando la república dice 'la víctima soy yo', la verdadera víctima desaparece, se convierte en un objeto que tiene que ir a mostrar el daño que le hicieron (...) Es un modelo de solución vertical de un conflicto que tiene una función que es muchas veces canalizar venganza”, manifestó Zaffaroni, quien cuenta con 38 doctorados honoris causa por sus aportes a la jurisprudencia.
El invitado trazó los inicios de este poder punitivo al imperio romano, cuando toma forma las primeras manifestaciones del derecho penal para mantener bajo control el territorio dominado. Esta colonización del territorio, según Zaffaroni, crea una sociedad que sacraliza la autoridad y que no se puede adaptar a los cambios, tal y como ocurrió con la subsecuente caída de Roma por medio de rebeliones y guerras con los germanos. Las penas que debían pagar era la retribución por el mal uso de la libertad.
El poder punitivo resurge en la Europa feudal de la edad media a través del surgimiento de universidades y con ellas los estudios jurídicos. El conferencista contó que muchos de los textos utilizados eran recuperados de Roma, como el Digesto de Justiniano que “recopila las peores leyes penales del imperio romano”, entre otra literatura. De estas relecturas también se rescata el método inquisitorial que posteriormente se utilizaría en contra de diferentes sectores de la población.
Zaffaroni argumentó que los primeros criminólogos, los demonólogos, nacen de esta tradición. Estos estudiaban a Satán, el origen del mal, a través de su obra. En este entonces, la misoginia de la época dictaba que sólo las mujeres podían pactar con el mal por ser “seres torcidos desde su nacimiento”, haciendo referencia a que bíblicamente el sexo femenino tiene su génesis en la costilla del hombre.
Al ser “inferiores”, las mujeres no podían ser castigadas con la misma firmeza que un hombre. No obstante, debido a que lo que estaba en riesgo era el reino de Dios, la hoguera era el destino para todas. Según Zaffaroni, en este racionalización del siglo XV se fundamenta el principio de peligrosidad que hasta el día de hoy todavía rige. Y esta tradición es importante, pues el libro ‘El Martillo de las brujas’ de Sprenger y Kramer fue hasta el siglo XVII, después de la Biblia, el libro más publicado.
Otra área, que se piensa es reciente del ejercicio penal es la criminología crítica. Sin embargo, Zaffaroni comentó sobre la obra de Friedrich Spee, un poeta jesuita que denunció los malos procesos que se llevaban a cabo en la Inquisición, en el que todos acusado era culpable.
Posteriormente, el siglo XVIII trajo la consolidación de la burguesía en Europa y con ello una nueva concepción “contractualista” por sobre el “organismo social”, que jerarquiza a cada persona de acuerdo con el rol que estaba destinado a cumplir. Los delitos son violaciones del contrato y como tal requieren de una indemnización. De esta forma se simplifican las penas y se crea una unidad de medida, el tiempo de privación de libertad.
Zaffaroni señaló que uno de los legados que nos dejaron los países europeos, luego de ser sus colonias, es el clasismo y racismo. Tras las independencias de los diferentes estados, se pasó a un periodo de necolonialismo en el que todavía existía una dependencia tanto económica como intelectual. En este ecosistema social nace a comienzos del siglo XIX la fuerza de Policía.
Las primeras expresiones formales en América Latina de criminología, según el conferencista, están atravesadas de un racismo que ve al nativo de esta región como un ser salvaje y un “criminal nato”. Agregó que este paradigma legitimó las repúblicas oligárquicas que rigieron el continente contra movimientos populares. Zaffaroni mostró preocupación puesto que, a pesar de que estos discursos han desaparecido de la academia, aún persisten en los discursos políticos y en los medios de comunicación.
Por Leonardo Carvajalino
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