La ejemplaridad pública de Javier Gomá y su ideal democrático
El filósofo y escritor español, director de la Fundación Juan March, conversó en Cátedra Europa sobre su libro "Ejemplaridad pública" y su proyecto filosófico generado desde la experiencia personal y el hecho pragmático de la participación responsable del ciudadano en la sociedad.
La teoría de ejemplaridad pública de Javier Gomá Lanzón, filósofo y escritor español, director de la Fundación Juan March (Madrid), a diferencia de la ejemplaridad aristocrática, es la propuesta de un ideal rector en una democracia entendida como civilización sostenida en bases igualitarias y finitas. Hace parte de su libro Ejemplaridad pública, tercero de cuatro volúmenes de la ‘Tetralogía de la ejemplaridad’, publicada y reeditada a lo largo de una década.
El análisis de este ideal y de su proyecto filosófico generado desde la experiencia personal y el hecho pragmático de la participación responsable del ciudadano en la sociedad, fueron temas de conversación el 23 de octubre con Silvia Gloria de Vivo, decana de la división de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales, durante la Cátedra Europa 2020.
“Hemos desmontado el sistema antiguo aristocrático por otro consensual e igualitario, pero nos falta un ideal democrático. Tenemos uno romántico, aristocrático, pero no democrático. Ese fue mi intento de ejemplaridad pública en una civilización que me parece rigurosamente novedosa y sin precedentes en la historia universal. Se necesita que la democracia no sea el menos malo de los sistemas, sino que tenga un ideal”, argumentó Gomá.
El filósofo español establece unos principios básicos: igualdad y libertad constituyen los pilares básicos de las sociedades democráticas de occidente, y señala que el buen ejemplo estimula el conocimiento de lo mejor, de modo que las vidas y el actuar de los ciudadanos fueran más eficaces y llevaderas con el auspicio de los buenos ejemplos.
“El estado derecho tiene pocas probabilidades de imponerse, si no cuenta con el corazón de sus ciudadanos. De ahí la importancia de un ideal de la ejemplaridad, porque esta no distingue entre esfera pública y privada. Si algo uno concluye de la civilización contemporánea, es que todo lo humano es histórico. Es un castillo de naipes edificado sobre arenas movedizas. No hay logro civilizatorio que no se pueda perder”, advirtió el invitado.
Para él, no se pierde por un estado de derecho extraordinariamente coactivo que imponga, a través de la policía y los jueces, castigos, sino de una reforma que compromete a la sociedad con la superación íntima de cada uno de sus ciudadanos que forman en su mayoría “un comportamiento que va de la vulgaridad a la ejemplaridad”, y que representa siempre una invitación a la generalización.
Su obra nos exhorta a ser mejores y a entender muchos de los compartimientos públicos antes y durante una crisis. La necesidad de una ejemplaridad pública, de acuerdo con Gomá, se da porque de esta depende la supervivencia de la sociedad democrática.
“Hay tendencia básica y primaria a la felicidad mal definida desde el romanticismo. Somos hijos del romanticismo, hay una industria de la felicidad que incita a ser feliz como equivalente a ser tú mismo, autentico, todo eso que tuvo un sentido a principios del siglo IXX. Con el tiempo se ha vuelto una ideología vulgar. Lo importante no es ser felices ni libres, sino libres juntos. El principio rector de una sociedad democrática no es la felicidad del yo, sino la dignidad”, concluyó Javier Gomá.
Por José Luis Rodríguez R.
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