“Las competencias deben vivirse y practicarse, siempre integradas con el conocimiento”: Francisco Ayala
El psicólogo y educador, quien hizo parte de la implementación del modelo educativo por competencias del TEC de Monterrey, colabora en el proceso de reflexión curricular de Uninorte, promoviendo la integración de competencias prácticas en el currículo académico.
Durante sus 39 años en el Tecnológico de Monterrey, el psicólogo Francisco Ayala Aguirre pasó de la atención individual de alumnos a ser un actor fundamental en el desarrollo e implementación del modelo educativo basado en competencias de dicha institución, una innovadora estrategia orientada a preparar a los estudiantes con las habilidades y conocimientos necesarios para enfrentar los retos del mundo real.
En el último año, Francisco ha llevado su experiencia a la Universidad del Norte, donde fue invitado inicialmente en 2023 para impartir un curso intensivo sobre el aprendizaje basado en competencias. Este encuentro inicial abrió la puerta a una colaboración más profunda, llevando al educador mexicano a jugar un papel clave en el actual proyecto de reflexión curricular de la institución.
Durante este periodo intersemestral, su regreso al campus ha estado marcado por dos importantes misiones: dirigir un taller intensivo para profesores sobre el modelo de educación por competencias y asistir en el diseño y prueba de nuevos cursos que integren estas competencias en el currículo básico de las carreras. A través de estas iniciativas, Francisco apoya a Uninorte a redefinir su enfoque educativo, asegurando que los estudiantes no solo adquieran conocimientos teóricos, sino que también desarrollen competencias prácticas y significativas para su futuro profesional.
Usted participó en la reforma curricular del Tecnológico de Monterrey, un modelo exitoso que ha sido replicado por muchas universidades en el continente. ¿A qué atribuye el éxito del modelo?
Francisco Ayala Aguirre: Creo que el éxito del modelo de competencias del Tec de Monterrey radica en su constante evolución. A pesar de que ya me jubilé, sé que están en un proceso de revisión continua, con un replanteamiento importante previsto para 2026. Las universidades suelen considerar revisiones curriculares cada cinco años, pero yo abogaría por una actualización más frecuente, idealmente cada semestre, dado el ritmo acelerado con el que avanza el conocimiento. La pandemia de COVID-19 fue una lección clara de la necesidad de adaptabilidad en nuestras estructuras curriculares.
¿Qué acciones pueden llevar a un modelo basado en competencias al fracaso?
El modelo de competencias ha sido implementado en diversas universidades a nivel mundial, aunque con resultados mixtos. A menudo, el problema radica en una mala implementación: diseñan un currículo muy bien redactado y fundamentado, pero no cambian las formas de enseñanza. No se puede enseñar competencias con enseñanza tradicional, no se puede desarrollar competencias en los estudiantes con un profesor que está solamente hablando frente a ellos durante horas. Las competencias deben vivirse y practicarse, siempre integradas con el conocimiento.
En el TEC cambiamos las formas de trabajo con los profesores, promoviendo una educación basada en situaciones reales, como problemas, retos y proyectos. Este enfoque práctico fue sistemáticamente integrado en el currículo, capacitando a los profesores en métodos de aprendizaje activo. Además, las evaluaciones tuvieron que cambiar; ya no bastaban los exámenes escritos. Evaluamos la competencia en situaciones reales, observando al estudiante en acción. Esto nos llevó a capacitar a muchos profesores, y aunque fue un proceso difícil, ha sido fundamental para el éxito del modelo.
¿Qué lectura tiene sobre el proceso de reflexión curricular de Uninorte?
Veo mucha congruencia en lo que la Universidad del Norte desea lograr con su modelo, aunque enfrente retos significativos. Durante una reciente presentación, compartí los errores comunes en la formación transversal basados en mi experiencia. La iniciativa de la universidad es fuerte y coherente, abarcando desde la perspectiva de los alumnos y profesores hasta las técnicas pedagógicas.
Un desafío clave es la definición de competencias. No deben ser demasiadas; la universidad debe priorizar y comprometerse con aquellas competencias que realmente desea desarrollar en sus estudiantes. Involucrar a todos los públicos en este proceso es crucial, ya que las decisiones deben ser aceptadas y apoyadas por todos los sectores, desde la alta dirección hasta la administración académica y los propios profesores.
En el contexto de la inclusión de competencias en los cursos, ¿deben todos los cursos ajustarse a una competencia específica o cada curso debe desarrollar competencias individuales?
La idea es que cada curso contribuya al desarrollo de competencias específicas dentro de un perfil de egreso definido. Al final del ciclo curricular, los estudiantes deben demostrar claramente las competencias adquiridas. Por lo tanto, cada curso debe aportar al desarrollo de estas competencias, construyendo sobre lo que se ha aprendido anteriormente y preparando para lo que vendrá.
Por ejemplo, si imparto un curso de Psicopatología en tercer semestre, debo considerar qué conocimientos y habilidades han adquirido los estudiantes antes de llegar a mi clase y cómo mi curso contribuirá a su perfil de egreso, donde, por ejemplo, el estudiante debe ser capaz de hacer diagnósticos técnicos o identificar síntomas patológicos. Cada curso no solo debe cubrir su contenido específico, sino también contribuir al desarrollo de competencias más amplias y avanzadas a medida que el estudiante progresa.
¿Qué competencias se trabajan para los egresados de la Universidad del Norte?
La Universidad del Norte ha identificado seis competencias esenciales para todos sus egresados. Estas son: razonamiento ético , eficacia comunicativa, pensamiento crítico, razonamiento cuantitativo, pensamiento sostenible , interculturalidad y diversidad. Estas competencias son transversales, aplicables a cualquier carrera y esenciales para cualquier profesional que egrese de la universidad. Permiten a los estudiantes enfrentar tanto situaciones profesionales como desafíos sociales y personales.
En este modelo de competencias, el rol del profesor cambia significativamente. ¿Cómo se prepara a los profesores para este nuevo enfoque?
La preparación de los profesores es fundamental para el éxito de este modelo. Los docentes deben ser seleccionados y formados para ser sensibles al modelo y comprender sus características. Esto implica cambiar su paradigma sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje. No basta con una buena exposición del contenido, deben diseñar experiencias de aprendizaje significativas para los estudiantes.
Los profesores necesitan trabajar de manera interdisciplinaria, utilizando métodos de aprendizaje activo y modificando sus estrategias de evaluación. Deben pasar de la evaluación tradicional a una evaluación auténtica, este concepto se refiere a observar a los estudiantes en situaciones reales y asegurar que pueden aplicar lo aprendido en el entorno. En resumen, el profesor no solo expone el contenido, sino que también acompaña al estudiante en su proceso de aprendizaje, facilitando la aplicación práctica de lo aprendido y fomentando una interacción más dinámica y significativa en el aula.
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