Guerra arancelaria: la geopolítica detrás de las decisiones económicas
Esta crisis ha llevado a una caída en los mercados internacionales y a represalias de países como China. El profesor Jahir Lombana brinda un análisis a algunas medidas clave en la imposición de aranceles, que podrían generar consecuencias económicas sin precedentes a nivel global.

La escalada en la guerra arancelaria iniciada por Estados Unidos y su reciente pausa de 90 días ha captado la atención mundial, especialmente por su enfoque casi exclusivo en bienes tangibles, dejando de lado el sector de servicios, un componente en crecimiento del comercio internacional.
Aunque las cifras de servicios pueden estar subestimadas, la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) acredita que más del 25 % del comercio mundial es de servicios (8,5 billones de USD) y, contrario al declive del mercado mundial de bienes en años recientes, viene en constante crecimiento (9 % en 2023).
Con las recientes medidas unilaterales propiciadas por el gobierno de Estados Unidos, sorprende que no se hayan tomado en cuenta los indicadores de servicios, siendo este país su mayor exportador mundial, según las cifras de la UNCTAD, con aproximadamente un billón de dólares en 2023. Esta cifra no fue tenida en cuenta por la administración Trump en la imposición de aranceles y la naturaleza intangible de los servicios presenta desafíos adicionales en términos de regulación y aplicación de aranceles.
A diferencia de los bienes, cuya procedencia y valor pueden determinarse con relativa facilidad, la trazabilidad de los servicios, es decir, el seguimiento de su origen y destino, complejiza la implementación de medidas arancelarias directas.
Por eso es natural que los países se preocupen por los efectos mundiales de las recientes restricciones, más aún por la simpleza de las explicaciones técnicas para deducir la fórmula que se aplica para definir los aranceles y la omisión en sus cuentas del mercado de servicios.
Lastimosamente, estas decisiones basadas en la falta de rigurosidad técnica, apresuramiento y un fuerte componente ideológico, generan incertidumbre y han llevado a muchos a cuestionar las verdaderas intenciones detrás de estas medidas, que originalmente buscaban reducir el déficit comercial de Estados Unidos.
Por lo anterior, las razones tienden a estar basadas más en lo geopolítico, cuyas consecuencias ya se están sintiendo en los mercados internacionales por la notoria caída en bolsas y por la rápida respuesta de China, contrarrestando con aranceles y agregando medidas en contra de un conjunto de empresas localizadas en su territorio, pero con intereses estadounidenses. En lo político, ya la diplomacia blanda empieza a actuar y los bandos empiezan a tomar posición como en tiempos de la Guerra Fría.
La actual administración de Trump, respaldada por una mayoría republicana en el Congreso, ha tenido mayor libertad para implementar estas políticas comerciales sin los contrapesos que enfrentó en su primer mandato. Su segundo gobierno desde antes de entrar a la Casa Blanca había anunciado un cambio radical en la posición de Estados Unidos en lo económico y lo político, y democráticamente los estadounidenses decidieron por ello.
Según expertos, hasta el 30 % de las exportaciones colombianas podrían verse afectadas por los nuevos aranceles impuestos por la administración Trump. Este incremento en los costos de acceso al mercado estadounidense genera incertidumbre y preocupación, especialmente en sectores clave como el agropecuario, manufacturero, textil e insumos industriales y químicos. La industria manufacturera y textil, pilares de las exportaciones colombianas a Estados Unidos, enfrentará retos adicionales debido a la competencia en un mercado global exigente. Además, la depreciación del peso colombiano podría amortiguar el impacto, pero también complica la estabilidad económica del país.
De esta manera, la actual crisis comercial se distingue por la rapidez con la que sus efectos se están manifestando en la economía global. La disponibilidad inmediata de información y la velocidad de las transacciones internacionales han acelerado la percepción y el impacto de las tensiones arancelarias. Es por ello que expertos advierten que la economía mundial podría soportar esta situación durante un período limitado antes de enfrentar consecuencias significativas.
Este miércoles, 9 de abril, el presidente Trump anunció que había autorizado una pausa de 90 días a la imposición de los aranceles más elevados para decenas de países, al mismo tiempo que impuso un alza de los aranceles para los productos chinos hasta el 125 %. Esto provocó un fuerte repunte en los mercados estadounidenses, lo que impulsó los mercados asiáticos y europeos.
En conclusión, esta guerra comercial parece estar motivada más por estrategias geopolíticas que por consideraciones puramente económicas. La historia económica sugiere que decisiones impulsadas por emociones o ideologías, sin un fundamento técnico sólido, pueden conducir a crisis prolongadas con efectos adversos tanto a nivel nacional como internacional.
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