¿Por qué y para qué debemos pagar impuestos?
Por:
19 jul 2019
Dicen que en este mundo solo hay dos cosas seguras: la muerte y pagar impuestos. En Colombia, la violencia nos recuerda constantemente la primera premisa, sin embargo la segunda suele ser engavetada por los corruptos, llámense evasores fiscales, funcionarios públicos que desangran al Estado o contratistas que se adueñan del dinero ajeno. Pero, ¿por qué los ciudadanos debemos ser conscientes de la importancia y la responsabilidad del recaudo tributario? Esta fue una de las preguntas objetivo del más reciente Café Tertulia Ciencia a tu Alcance, realizado el 18 de julio en la plazoleta de la Biblioteca Popular del Barrio La Paz, en el suroccidente de Barranquilla.
El evento, organizado por la Dirección de Investigación, Desarrollo e Innovación, con el apoyo de Fundesarrollo, Vokaribe Radio Comunitaria, el grupo de investigación PBX, el Centro de Producción Audiovisual de Uninorte y la Biblioteca Popular del Barrio La Paz, permitió a representantes de la academia, la empresa y la ciudadanía conversar desde las cinco de la tarde sobre el por qué y el para qué de los impuestos, entregando al público información clara sobre este aspecto de la política económica en una sociedad.
“Los impuestos son una transferencia de un sector de la población a otra, a través del gobierno. Se basa en el principio de legitimidad o de lo contrario sería un robo. Los pagamos porque, como dice el economista Jeffrey Sáchs, es el precio de vivir en civilización”, puntualizó Jairo Parada, profesor del departamento de Economía, magíster y doctor en Economía.
El pago de impuestos permite la tenencia de un gobierno, un ordenamiento jurídico y unas autoridades. Algo que representa un bien común ante el cual cualquier ciudadano, en teoría, puede acudir. Sin embargo en Colombia no se tributa como se debiera. Hay una evasión fiscal muy fuerte, porque muchos agentes económicos evaden el pago y la tributación siempre recae sobre las mismas personas y empresas. En el Caribe colombiano, por ejemplo, el problema se refleja en los niveles de informalidad de la economía, con el que la gente desarrolla actividades que no están registradas y escapan al control de las entidades tributarias.
“El que evade impuestos está evadiendo su compromiso con la sociedad. En materia del gasto, si no se hace de forma eficiente, son recursos que se desperdician como pasa con la corrupción. En Colombia se estima que anualmente se pierden al año 50 billones de pesos por corrupción”, agregó Parada.
Mario Alejandro Valencia, magíster en Gobierno y Políticas Públicas, director del Centro de Estudios del Trabajo y vocero de la red Por la Justicia Tributaria en Colombia, señaló que quienes reciben los impuestos en el país se roban la tercera parte de lo que pagan los colombianos, y por eso se les debe exigir a los gobernantes a no robar y entorpecer el desarrollo de Colombia.
“Todos pagamos impuestos diariamente. En Colombia los que regularmente se pagan son el impuesto al valor agregado, aplicado a la compra de cualquier bien o servicio. Otro es el impuesto a la renta, que es el de mayor recaudo en el país, pero también motivo de debate a nivel fiscal, en torno a quién debería pagar más, si los ciudadanos o las empresas”, manifestó Adriana Restrepo, economista, investigadora senior de Fundesarrollo.
Alexander Villarraga, economista con doctorado en Política Pública y director del departamento de Economía de Uninorte, recalcó a los asistentes que una de las formas de influir en los impuestos es sabiendo elegir a nuestros presidentes, gobernadores y alcaldes, pues son ellos los que deciden en qué y cómo tributamos.
“A veces lo que pasa es que el dinero que pagamos en impuestos no pensamos que es nuestro, porque no vemos cuándo se lo entregamos a los gobernantes. Por eso tampoco hacemos control. Por eso, más allá de elegir gobernantes, también es un tema de buscar formas de hacer control y pedir cuentas”, concluyó Jair Vega, profesor del departamento de Comunicación Social y Periodismo, magíster en Estudios Políticos y Económicos, y candidato a doctor en Comunicación.
Por José Luis Rodríguez R.