Los riesgos de enfocarse en la acreditación, según Jaume del Campo
El español fue uno de los invitados al más reciente foro de Políticas Públicas en Educación: Formación de competencias en Educación Superior, organizado por el Instituto de Estudios en Educación (IESE) el 3 de octubre en la Corporación Universitaria del Caribe en SIncelejo.
Al investigador y docente de la Universidad Barcelona, Jaume del Campo, le preocupa el contexto actual de la educación en el que se le está dando importancia a procesos externos de evaluación por sobre el mejoramiento interno que necesitan las instituciones para evolucionar. “Por una parte se pretende poner la institución en marcha, preocupada por intentar proporcionar alternativas, mejorar y por otra parte, desde la perspectiva externa, controlar la calidad de esa institución”, afirma.
El español fue uno de los invitados al más reciente foro de Políticas Públicas en Educación: Formación de competencias en Educación Superior, organizado por el Instituto de Estudios en Educación (IESE). El evento, que se llevó a cabo el 3 de octubre en la Corporación Universitaria del Caribe en SIncelejo, también contó con la participación de Javier Toro, de Icfes; José Aparicio, decano decano del IESE, entre otros.
En su ponencia, del Campo manifestó que la evaluación orientada a la acreditación poco a poco ha adoptado un sentido absoluto de control y no de ayuda, y, como consecuencia de esto, el conocimiento y la formación de estudiantes se han visto afectados. “Competitivamente, el conocimiento no se ha desarrollado nunca, es la única cosa que crece si se comparte”, argumentó.
En este sentido, los procesos de acreditación actuales, según el conferencista, tienen una deficiencia en términos de ayudar a mejorar a las instituciones puesto que solo evalúan en términos cuantitativos indicadores globales que no dan cuenta de la situación particular de cada institución. Por ello propone repensar la forma en que se están llevando a cabo la educación enfocada en la ‘calidad’.
“Debe ser una evaluación formativa, que entre en una perspectiva de recogida de información de carácter cualitativo por una parte, y que tenga en cuenta obviamente los indicadores. Sobre todo que cuando se vean las limitaciones se establezca, de manera conjunta, un trabajo que ayude a que esas instituciones puedan alcanzar los niveles que se exigen”, dijo del Campo.
Agregó que estamos en un contexto institucional y social donde lo fundamental es compartir, interaccionar, ayudarnos y adoptar una actitud mucho más de ayuda que de control. Lo refirió tanto a la escala macro, de relaciones interinstitucionales que se ayuden para que universidades que presentan problemas puedan tener un horizonte, y una metodología de trabajo; como a la micro, en la relación entre profesor y alumno en el aula de clase.
Para del Campo, la clave está en llevar a cabo procesos que conviertan al alumno en el protagonista de su propia aprendizaje. “Antes.el profesor estaba preocupado por unos objetivos que él se planteaba y se basaba en la perspectiva de la enseñanza. Si yo lo que me planteo es el desarrollo de competencias, no me planteo los objetivos, sino qué es lo que el alumno está aprendiendo y qué competencias ha adquirido a partir del proceso formativo que ha realizado”, concluyó.
Por Leonardo Carvajalino
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