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Los procesos de cambio sustentados en mejoras educativas llevan tiempo y reclaman paciencia, por eso es tan importante resaltar los avances.

Ya lo he dicho antes, pero no hace daño repetirlo. Conviene de vez en cuando enfocarse en las buenas noticias para eludir, así sea momentáneamente, el aluvión de problemas y contrariedades que normalmente acapara los titulares de los medios de comunicación. Aunque puede parecer que no, especialmente en estos momentos de angustia globalizada, siempre hay algo bueno por lo que vale la pena alegrarse y que nos permite encontrar un asidero que anime la esperanza. Descontando las magníficas noticias sobre las vacunas, que sólo los necios podrían ignorar, encontré hace poco un par de asuntos que nos invitan a ganar más confianza en el futuro. Lo mejor es que son dos hechos muy cercanos, locales y con gran pertinencia.

Una nota reciente, publicada por el periodista Leonardo Herrera en un periódico de circulación nacional, daba cuenta de la mejora de casi todos los indicadores relacionados con la gestión de la educación pública en Barranquilla. Durante los últimos 12 años, entre otras cosas, se han evidenciado avances notorios en cuanto al número de estudiantes matriculados en las instituciones educativas oficiales, hay más estudiantes cobijados bajo el programa de alimentación escolar (PAE), han mejorado algunos resultados de la prueba Saber 11, se han implementado más jornadas únicas y se han dado mejoras sensibles en el bilingüismo. También es llamativa la cuantiosa inversión que se ha dedicado a la infraestructura física y dotación de los colegios, un aspecto imprescindible que permite que nuestros niños y jóvenes disfruten de entornos apropiados para su formación.

Los procesos de cambio sustentados en mejoras educativas llevan tiempo y reclaman paciencia, por eso es tan importante resaltar los avances, mucho más difíciles en las etapas iniciales, entendiendo que justamente la paciencia no es una de las cualidades que nos distingue. La defensa y valoración de lo logrado es necesaria para evitar comenzar de cero cada vez.

Por otro lado, el 27 de enero, el Foro Económico Mundial publicó un video destacando tres ciudades que utilizarán la naturaleza como estrategia para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Se trata de Barranquilla, San Francisco y Milán. El proyecto que mereció tal figuración por parte de nuestra ciudad, compartiendo cámara con iniciativas en entornos socioeconómicos mucho más favorables, es el ambicioso parque ambiental que se está desarrollando en la ciénaga de Mallorquín. Que Barranquilla sea mencionada en este tipo de eventos, con una connotación tan positiva, no es un hecho cualquiera. Es una señal importante en el camino correcto.

Son dos buenas noticias. A pesar de todo lo malo que pasa, y pasa mucho, también hay motivos para moderar tanto derrotismo. Excluir lo positivo no tiene sentido. Permitámonos entonces unos momentos de justificado optimismo, que nos ayuden a encarar con mejor disposición los difíciles retos que se avecinan.

Fotografía tomada de https://www.unsplash.com

Publicado en El Heraldo el jueves 4 de febrero de 2021