El pasado viernes, en una jornada promovida por el Departamento de Sicología de la Universidad del Norte, Gustavo Bell hacía un repaso del desarrollo de la ciudad en el pasado siglo, el cual reflejaba la necesidad, como ocurrió en los años 30s y 40s, del fortalecimiento de sus organizaciones cívicas y culturales, es decir, de su sociedad civil, venidas a menos ya desde finales de los años 60s. Precisamente una de esas taras HOY debiera ser que las organizaciones  existentes en la ciudad,  se apersonaran también de la discusión del presupuesto distrital  del 2011. Hice una búsqueda por internet del proyecto y no aparece en las páginas de Concejo Visible, ni en la Alcaldía ni en el Concejo. 

            Ello es lamentable pues el presupuesto es la radiografía social y económica de una ciudad, define sus posibilidades y su posible rumbo a seguir. Apenas por informaciones de prensa, se sabe que el presupuesto a discutir es de 1.6  billones, cifra que aparece modesta en su incremento frente a los 1.47 billones del año en curso. Sin embargo, toca entrar a examinar muchos rubros del mismo, especialmente en el frente de la inversión y el endeudamiento, por lo que mi llamado es que gremios, sociedad civil y organizaciones sociales lo discutan con seriedad, con el Concejo. 

            La discusión del presupuesto es el ejercicio más válido que puedan hacer los habitantes de una urbe, la cual si bien la delega en sus concejales, debe ser amplia. Por ello se ha acuñado el concepto de ‘presupuesto participativo’, aunque de eso ha habido poco en la ciudad. Aun los buenos alcaldes deben responder a estos procesos. 

            En la ciudad se acostumbra a hablar de grandes proyectos como si tuviésemos una bolsa inagotable de recursos. Se habla de cifras de 1,500 millones de dólares para los arroyos, de puentes colgantes, etc. Sin embargo, cuando se miran los ingresos tributarios de la ciudad, le toca a uno redimensionar los sueños y tener en cuenta lo que los economistas llamamos el costo de oportunidad de las decisiones. 

            La verdad es que el eje de la vida fiscal de la ciudad son sus ingresos tributarios. Las cifras nos indican resultados bastante modestos, resultado lógico en una ciudad donde los estratos altos son los que tributan, dada la informalidad y la pobreza generalizada. En efecto, en el 2009, se recaudaron $408.5 mil millones de pesos y para el 2010, se espera recaudar la suma de 465.4 mil millones, pero para Agosto del 2010 apenas iban $337.5 mil millones, según los mismos informes del Distrito.  Sabido es que la dialéctica de los remates de bienes para recaudar cartera avanza a paso lento, pues a veces ni se presentan proponentes. 

            De la primera valorización no se han rendido cuentas claras, cuando ya se nos anuncia la segunda. En otras palabras, los que pagan, que se preparen a pagar más. Es la pena por haberle cumplido a la ciudad. Allí encontraron los alcaldes la mina de plata para acometer sus proyectos, realistas o quiméricos, sin que a veces respondan a las realidades más urgentes. 

Se anuncian vigencias futuras, emisión de bonos, etc. En verdad, uno ve venir un carrusel de nuevas deudas, para un distrito que en Diciembre del 2009 debía   la suma de $296.155 millones, según cifras del mismo Distrito. No hemos salido de la ley 550.  Es posible entonces que el escenario fiscal sea preocupante, es decir, la sostenibilidad fiscal puede estar en riesgo. Mesura y prudencia debe tener el Concejo en su debate del presupuesto del 2011.