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Riesgos de inseguridad alimentaria de la población migrante venezolana tras el confinamiento

Por: Sandra Rodríguez A., Directora del Observatorio de Condiciones Socioeconómicas del Atlántico -OCSA-

 

En Colombia, del total de migrantes, la proporción provenientes de Venezuela se ha mantenido en cerca del 42% desde el 2019;  de estos aproximadamente el 43% son regulares.  Si bien el número de migrantes ha disminuido , por el fenómeno coyuntural del Covid-19, las condiciones de vida de los venezolanos en el país parecieran no diferir mucho de las que los llevaron a migrar. Según la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI, 2018) en Venezuela la pobreza multidimensional creció 10% entre el año 2015 y 2018, 90% de los venezolanos no tenían suficiente ingreso para comprar alimentos en el año 2018 y la expectativa de vida cayó en 3,5 años. Esa encuesta encontraba que 808,000 niños menores de cinco años y 232,000 mujeres embarazadas estaban en riesgo de desnutrición en el año 2018.

A raíz de la pandemia del Covid-19 la tendencia creciente del fenómeno migratorio venezolano en el país ha disminuido, de hecho, en febrero se contabilizaron 1.825.687 venezolanos, cifra que disminuyó 0,9% para marzo del presente año, mes en que inició en el país el período de aislamiento preventivo obligatorio. La cifra más reciente, a corte del 30 de abril de 2020, da cuenta de una reducción del 1,2% en el total de venezolanos residentes, siendo ahora de aproximadamente 1.788.380. Esta población al tener que enfrentarse ahora a una situación de confinamiento obligatorio han visto profundizadas las condiciones de vulnerabilidad que ya traían desde su país de origen.

La situación de vulnerabilidad que mantiene esta población migrante puede identificarse a partir de una revisión de los datos generados en la segunda Ola de la encuesta de Evaluación rápida de necesidades ante COVID-19 realizada por el  Grupo Interagencial  sobre Flujos Migratorios Mixtos. Esta encuesta indagó las condiciones de vida de más de 2500 hogares refugiados y migrantes provenientes de Venezuela en el contexto del COVID-19, entre el mes de mayo y junio de 2020 [1].  Entre los resultados se encuentra que el 67% de estos hogares están ubicados en ciudades capitales, y en su mayoría tienen primacía de jefatura femenina (63%) frente a la jefatura masculina (37%) . En cuanto a su tamaño, llama la atención que mientras los hogares colombianos están constituidos aproximadamente por 3,1 persona, los hogares de migrantes venezolanos tienen en promedio cinco personas. El 9,3% de los hogares encuestados están constituidos por una o dos personas; un 37% está conformado por tres a cuatro; el 45% tiene entre cinco y ocho; y hay un 8,5% que tienen más de nueve integrantes.

Estos hogares tienen alta dependencia, en aproximadamente un 15% de ellos hay más de 1,5 dependientes por cada integrante no dependiente (menores de 18 años y mayores de 60 años). El 87% de los hogares tienen algún menor entre sus integrantes y un 8% tienen cinco o más miembros menores de 18 años. Adicionalmente, cerca de un 85% viven en alquiler o pagan hotel/habitación; el 12% expresó vivir en albergue, la casa de algún familiar o en situación de calle; y un 3% dijo vivir en vivienda propia.

La principal fuente de ingresos de los hogares ha sido el trabajo o actividad económica remunerada, antes de las restricciones impuestas (76%) y durante las restricciones por el coronavirus (46%); no obstante, se observa una importante caída en esa fuente de ingreso, que se contrarresta con el aumento en fuentes como los préstamos, la asistencia en dinero del gobierno, fundaciones u otras organizaciones; y los hogares que reportaron no tener ingresos actualmente.

 

Tabla 1. Principales fuentes de ingreso de los hogares migrantes venezolanos antes del aislamiento obligatorio y durante el aislamiento

Fuente

Antes de aislamiento

Durante el aislamiento

Préstamo/Amigos

2.38%

9.52%

Ahorro/Venta de Bienes

1.67%

3.67%

Trabajo/Negocio

76.27%

45.95%

Asistencia/PublicaPrivada

14.49%

25.13%

Sin Ingreso

5.2%

15.73%

 

Fuente: Elaboración propia con base en Evaluación rápida de necesidades ante COVID-19 - Grupo Interagencial sobre Flujos Migratorios Mixtos, Ola-II, Junio 2020

 

Un fenómeno especial que debería preocupar sobre las condiciones de vida de estos hogares más allá incluso del hacinamiento, la alta tasa de dependencia y las restricciones para la generación de ingresos, es su seguridad alimentaria. Para ilustrar ese fenómeno, la encuesta consultó el número de comidas consumidas por el hogar al día (en los siete días previos a la encuesta, durante el confinamiento). Aproximadamente el 69% de los hogares reportó que antes del aislamiento consumían en promedio tres o más comidas al día, y durante el aislamiento solo un 25% de los hogares reportó estar consumiendo más de tres comidas. Durante el aislamiento el 60% de los hogares dice que consume en promedio dos comidas al día y 15,5% que no consumió ninguna o una comida al día. A la situación antes presentada se suma el hecho que no se mantiene una dieta variada y no se consumen todos los grupos de alimentos que proporcionan micronutrientes adecuados, por ejemplo, solo el 14,5% de los hogares consumen carne y el 30,8% consumen pollo, el 51,2% consumen vegetales, siendo las legumbres el grupo de alimento más consumido con 87,7% de consumo entre los hogares.

 

Tabla 2. Número de comidas que consume el hogar al día antes del aislamiento obligatorio y durante el aislamiento

Número de comidas al día

Antes de aislamiento

Durante aislamiento

Ninguna/Una

1.97%

15.5%

Dos

29.1%

58.9%

Tres o mas

68.9%

25.4%

 

Fuente: Elaboración propia con base en Evaluación rápida de necesidades ante COVID-19 - Grupo Interagencial sobre Flujos Migratorios Mixtos, Ola-II, Junio 2020.

 

Las limitaciones de estos hogares para acceder de manera adecuada a la cantidad y variedad en las comidas  al día debe ser una preocupación ante el potencial riesgo de inseguridad alimentaria lo cual estaría vinculado en un mediano y corto plazo con efectos sobre la nutrición y la salud de los integrantes del hogar, y en el largo plazo con los efectos que estas deficiencias traen sobre la formación de capital humano, el desempeño laboral e incluso el crecimiento y desarrollo de niños y jóvenes.

Para predecir los factores que contribuyen a la probabilidad de que en un hogar no consuma ninguna comida/una comida, se consuman dos comidas, o se consuman tres o más comidas al día, se estimó un modelo logit ordenado. Entre los resultados se destaca que los hogares con jefatura femenina tienen 3.4% y 2% más probabilidad de tener una o dos comidas al día respectivamente, frente a un hogar con jefatura masculina. A mayor tamaño del hogar es más probable que se consuma solo una comida al día, en comparación con los hogares conformados con una o dos personas. Similar comportamiento se evidencia en el caso de los ingresos, donde se encuentra que los hogares que tienen algún tipo de ingreso tienen mayor probabilidad de tener tres o más comidas al día que los hogares sin ingreso: la probabilidad es 19% mayor para los hogares que tienen ingresos provenientes de los ahorros o la venta de sus propios bienes; y 20% mayor para quienes obtienen sus ingresos del trabajo o negocios. Cuando los ingresos provienen de la asistencia, sea esta pública o privada, se observa una reducción de aproximadamente 7.5% en la probabilidad de que los hogares no consuman ninguna o solo una comida al día, frente a quienes no tienen ningún ingreso; y aumenta en 13.8% la probabilidad de que consuman tres o más comidas.

De este modo, y teniendo en cuenta la prevalencia en los hogares migrantes venezolanos de los factores de riesgo de inseguridad alimentaria, cobra especial importancia el rol de la asistencia pública y privada para garantizar las condiciones de vida y salud de esta población migrante. La constante extensión de restricciones a la movilidad y al desarrollo de muchas actividades económicas que venía empleando a los migrantes, y el deprimido mercado laboral que enviará incluso más colombianos a la informalidad, pone a los venezolanos migrantes a seguir enfrentando el riesgo real de inseguridad alimentaria que ya los había obligado a dejar su propio país ante la incapacidad para generar los ingresos necesarios para sostener alimentariamente sus hogares.

 

Notas:

[1] La encuesta tuvo una cobertura de 26 departamentos y es representativa para 10 de ellos: Antioquia, Arauca, Atlántico, Bogotá, La Guajira, Magdalena, Nariño, Norte de Santander, Santander y Valle del Cauca

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