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Compartimos el más reciente artículo de nuestro profesor de literatura y filosofía, Juan Manuel Ruíz, del departamento de Humanidades y Filosofía.
Foto de Archivo
El tiempo de Proust – a los 150 años de su nacimiento
Para celebrar las letras y los pasos de un autor como ninguno, el escritor Juan Manuel Ruiz Jiménez aborda ‘En busca del tiempo perdido’ (1913-1927), la inmensa novela que absorbió los mejores años de actividad intelectual del francés y constituye su verdadera obra maestra.
Marcel Proust nació el 10 de julio de 1871 en el seno de una familia pudiente y culta. Su padre, Adrien Proust, fue un eminente médico católico, y su madre, Jeanne Clémence Weil, judía, pertenecía a una familia de prósperos comerciantes.
Proust se codeó desde niño con la alta burguesía y la aristocracia, y su interés por comprender estos dos grupos sociales era tal que en su obra cumbre, En busca del tiempo perdido, los caracteriza respectivamente en el primer volumen, Por el Camino de Swann y en el tercero, Por el Camino de Guermantes.
Proust fue agnóstico, aunque practicante de los ritos católicos. Su relación con el judaísmo y la homosexualidad fueron fuente de profundas interrogaciones, meticulosamente planteadas en cuarto volumen, Sodoma y Gomorra, y podría decirse que fue el primer novelista que abordó con rigor el asunto de la homosexualidad.
El amor de su vida fue el compositor francés Reynaldo Hahn. Proust tenía fama de ser un diletante acaudalado, un mundano y un esnob. Su obra es eminentemente reflexiva y, en su enorme cultura, se percibe la influencia del gran filósofo Henri Bergson, de quien era el primo político y recibió algunas clases de filosofía. Proust murió de bronquitis el 18 de noviembre de 1922 y está enterrado en París en el cementerio de Père-Lachaise, en una tumba de liso y pulido mármol negro. Es sobria, como lo fue siempre su atavío.
Publicado por Revista SEMANA. Continuar leyendo