Hasta el momento la historia de la Universidad del Norte se había reconstruido desde el acontecer cronológico, a partir de los hechos y fechas decisivas en el desarrollo de la institución. Sin embargo, las confidencias detrás de cada logro, los tejemanejes propios de las decisiones que marcaron el rumbo institucional o el perfil de quienes han hecho parte de esta historia, estaba en mora de ser contado. 

“Universidad del Norte: voces de una historia colectiva” es el título de la colección, compuesta por tres tomos, que busca darle vida al pasado de la institución. El primero de estos, “Los fundadores (1950-1976)”, ya se encuentra disponible para comprar en la librería KM5 o para descargar de forma gratuita desde el repositorio de la Biblioteca Karl C. Parrish Jr. Este primer avance del relato histórico de la universidad cuenta su origen, desde que la idea se concibió hasta llegar al aniversario número 10 de su creación.

“Yo resaltaría que esta es, como su título lo dice, una historia de muchas voces, porque aquí están las voces de los promotores, como Karl C. Parrish Jr, aquí están las voces de los primeros decanos, de los profesores, de los alumnos, de los trabajadores de todos los niveles. Es una historia que a mí me parece muy bonita, porque es una historia en la que todas las personas que han contribuido a este proyecto colectivo tienen un reconocimiento”, mencionó el rector Adolfo Meisel.

Este no es un relato histórico basado en fechas o resoluciones. Es un relato construido a través del testimonio de las personas que le dieron vida y sentaron las bases de la identidad que desde entonces ha prevalecido al interior de esta alma mater. Incluye aspectos que nunca se habían desentrañado, como las peripecias financieras que tuvieron que sortear los fundadores para sostener en pie una empresa que vivía en permanente déficit. Un relato que ahonda en lo que era el día a día de esos primeros estudiantes que empezaron clases en salones improvisados, quienes sufrían por el alto nivel de exigencia académico.

Un relato que no deja por fuera aquellos episodios que sobreviven en la memoria de los uninorteños de entonces y que nada tenían que ver con la formalidad de una universidad. Aquí se encuentran hechos como los movimientos huelguistas que promovieron los estudiantes para protestar contra decisiones administrativas; o el fervor que acompañaba las competencias deportivas al interior del campus, donde las rivalidades se convertían en tradición; o las intimidades de cómo los consejeros lograron juntar los recursos para construir la sede actual del campus universitario.