Por Andrea Meza Millán

La comunicación es “el proceso de interacción social democrática que se basa sobre el intercambio de símbolos por los cuales los seres humanos comparten voluntariamente sus experiencias bajo condiciones de acceso libre e igualitario, diálogo y participación” (Beltrán, 2006, p. 21). A pesar de que el proceso comunicativo pueda parecer sencillo, no lo es. Cuando entran en juego la personalidad del autor, sus deseos, condiciones emocionales, necesidades e intereses contrapuestos, el mensaje se complica y solo los buenos comunicadores son capaces de cumplir con efectividad el objetivo que dio lugar a la emisión (Maletzke, 1992). Esta complejidad se evidencia dentro de las organizaciones laborales, donde se requiere de un flujo constante de comunicación para difundir los mensajes de forma coordinada y alcanzar las metas propuestas. De existir un fallo en la comunicación, existirá un declive del clima laboral, dificultad en la toma de decisiones e inconvenientes para administrar el conocimiento; lo que afecta significativamente la calidad del servicio. Por lo tanto, se debe emplear un buen proceso comunicativo interno para obtener un óptimo desempeño laboral en las empresas.

En primer lugar, la buena comunicación entre los empleados favorece el trabajo en equipo y las interacciones laborales. Rodas (2017) determinó que existe una relación directa entre la comunicación y el trabajo en equipo a través de un estudio efectuado con 35 colaboradores de una empresa de eventos y convenciones de Quetzaltenango (Guatemala). El estudio identifica que la transmisión de información es necesaria para el correcto desempeño de los empleados, debido a que propicia un adecuado desarrollo de actividades y el logro de los objetivos propuestos por la empresa (Rodas, 2017). Del mismo modo, Ramos (2015) afirma que las organizaciones deben considerar el proceso comunicativo como un recurso sustentable y sostenible debido al intercambio de ideas que sucede con un emisor comprometido, un mensaje preciso y un receptor que atiende la escucha. Por ello, los flujos asertivos de comunicación en la empresa pueden favorecer negociaciones, impulsar acuerdos, mejorar relaciones sociales y conseguir más clientes.

En segundo lugar, una comunicación asertiva promueve las relaciones jefe-empleado. Weber (2015) identifica que el jefe es el motivo principal de renuncia de alrededor del 50% de los profesionales entrevistados, en la encuesta a 7200 adultos hecha por la firma Gallup. Por tal razón, resulta imprescindible mantener una buena comunicación con quien está a cargo, para apoyar un adecuado desempeño laboral y no desencadenar una desorganización en la empresa. Asimismo, Álvarez (2007) expone que “la circulación de información entre superiores y subordinados constituye el mejor canal de comunicación interna en una organización. Si se produce un cortocircuito informativo en la escala jerárquica, el sistema corre cierto peligro de fallar” (“Si mi jefe no me habla”, párrafo 3). Por ende, si se elimina el contacto personal, las demás herramientas de trabajo resultan inútiles porque si el jefe no le habla al trabajador, la comunicación no es eficiente. Por esto, debe existir una correcta comunicación entre ambas partes para favorecer la creación de un ambiente laboral óptimo y efectivo que permita el cumplimiento de deberes, compromisos y responsabilidades.

En tercer lugar, un buen proceso comunicativo mejora la productividad, pues el trabajo se desarrolla sin desaciertos y con una correcta armonización. Como señala Álvarez (2007), citando a Villafañe (1999), un cierto déficit de comunicación es “el responsable de la fractura interna de muchas organizaciones y de la existencia de barreras jerárquicas, funcionales y geográficas” (“Tención preferente al público interno”, párrafo 2). Por tal motivo, si un empleado no es capaz de transmitir adecuadamente sus ideas a otro funcionario, el trabajo se obstaculiza y el tiempo invertido en dicha tarea incrementa considerablemente, afectando el desempeño y rendimiento general de la organización. De forma similar, León (2013) concluyó que la comunicación ayuda a generar productividad en el mercado global financiero y a incrementar un clima laboral satisfactorio entre los empleados. Es decir, una correcta gestión de comunicación interna en una empresa potencializa la ejecución de tareas de forma organizada y por ello, un cumplimiento eficiente de las obligaciones de cada trabajador.

Referencias

Álvarez, J. (2007). Comunicación interna, la estrategia del éxito. Razón y Palabra, 56. 

Beltrán, L. (2006). La comunicación para el desarrollo en Latinoamérica: un recuento de medio siglo. Anagramas Rumbos y Sentidos de la Comunicación, 4(8), 53-76.

León, J. (2013). Aportes del liderazgo, la comunicación y el trabajo en equipo al clima organizacional: Un análisis del caso Bancolombia de Arauca. [Tesis de maestría, Universidad Nacional de Colombia].