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¿Por qué la educación virtual asusta tanto?

No son pocos los que recientemente han disertado en distintos medios de comunicación sobre “la problemática de la educación virtual”, curiosamente personas que nunca han tomado un curso virtual, hablan con mucha desconfianza y con ese halo trágico, que se le suma a la ya realidad poco alentadora que nos rodea por estos días. Sin embargo, pienso que de las pocas cosas bonitas que nos quedan, es precisamente, que cientos de personas con el privilegio de internet, podemos seguir estudiando y trabajando. Eso, con todo lo que ocurre, es ya una victoria.

Entonces  empiezan a circular ideas catastróficas que enuncian que si el modelo Blended se instaura sería el fin del concepto de universidad.  Si, es una realidad. Hay muchas actividades que no se pueden hacer en la virtualidad: tocar aparatos, ir a laboratorios, salidas de campo, integrar un grupo folclórico, hacer deportes de grupo, comer en la cafetería con tus amigos, ir a la biblioteca y pasarse horas allí, entre otra infinidad de tareas (que por la pandemia serán difíciles también)  sin embargo, hay muchas otras cosas que si, y el reto es poder encontrar ideas y soluciones innovadoras a la coyuntura, y no negarnos la posibilidad de experimentar. El modelo Blended tiene lo mejor de los dos mundos.  No necesariamente la calidad de un programa está dada por la modalidad. De hecho, todos alguna vez en la vida, hemos tomado clases presenciales de muy mala calidad.  La calidad depende del diseño pedagógico del curso, no de su modalidad.

Pero, ¿por qué la educación virtual asusta tanto? Aquí algunas ideas:

 El origen: Un recorrido histórico por los antecedentes de la educación a distancia mediada por TIC,  da cuenta de cómo esta modalidad se desarrolló en las urbes industriales del siglo XIX. Su objetivo era brindar educación a las minorías laborales que no podían tomar clases en cursos regulares. Con los desarrollos tecnológicos la modalidad fue cambiando de formatos, pasamos de la carta, de la radio, de la televisión a los Learning Management Systems (LMS) (Moodle, Blackboard, entre otros).  Por este origen, es complicado salirse de lo textual y durante mucho tiempo vimos plataformas centradas en contenidos (llenas de PDF) y ahora estamos en la era de proponer aprendizaje virtual activo centrado en el estudiante.  El pensar que la modalidad, era para algunos pocos que no tenían los medios para acceder a lo “real”, queda instaurado en el inconsciente colectivo como algo que no podría ser de calidad.

Requiere de tiempo y ajustes : Un modelo virtual de alta calidad, ya sea Blended o 100 % virtual,  exige hasta el cambio en la manera en qué concebimos los horarios de clase. El tiempo y el espacio desaparecen y el estudiante va a su propio ritmo exigiendo del profesor la hazaña de orientar y no de impartir un curso. La modalidad exige un cambio de paradigma por parte del profesorado, ya que debe enfrentarse a la mediación de la tecnología con y entre sus estudiantes. Debe además producir contenido extra como videos, podcast, simuladores, apps, entre otros materiales de clase.  Hay una alteración del orden  de la instrucción docente - estudiante, pero no necesariamente tiene que ser en detrimento de la calidad de la comunicación e interacción.  También exige un cambio de rol del estudiante, debe ser más autónomo, debe estar pendiente de si mismo y le exige una auto-regulación que no quiere, o no sabe  afrontar, debido a los esquemas de los que venimos tradicionalmente educados: “alguien me dicta una información y yo recibo”. En ciertos casos, el modelo resulta más exigente. 

No hay un ranking para la virtualidad: las principales universidades virtuales del mundo no están en los rankings internacionales y tampoco tienen tradición en investigación. En un mundo acostumbrado a medirnos por métricas, suena impensable que nos ideemos un nuevo ranking para modalidades de enseñanza – aprendizaje mezcladas.  A este punto seguimos viendo a la universidad como algo inamovible.

Tener la creencia que no hay nada como la presencialidad: Como lo he mencionado antes, la presencialidad tiene variados aspectos que no  puede tener un modelo virtual, pero no por esto, es mejor. El reto es pensar qué ambas modalidades son igual de buenas, no hay una mejor que la otra, cada una tiene sus particularidaes, ventajas, retos y oportunidades. Este paradigma no nos deja pensar en alternativas innovadoras y caemos en la queja, sin soluciones y sin investigar el abanico de posibilidades tecnológicas que nos permiten por ejemplo, tener sesiones sincrónicas interactivas.

Lo remoto y lo virtual se confundieron: Con el tema de la pandemia el cambio de la presencialidad a lo remoto de emergencia nos dejó con la idea que la virtualidad son sesiones infinitas de video conferencias y no es así. Necesitamos dar el paso de un  estado de emergencia educativa, a la construcción de modelos Blended robustos (leer más sobre las diferencias entre lo remoto y lo virtual) .

Se desconocen teorías sobre presencia social en ambientes virtuales: Se define como la capacidad de proyectarse emocionalmente, inclusive en un ambiente donde la presencialidad no sea permanente. Estos elementos, generalmente revisados en la interacción en foros virtuales, incluye la empatía, el sentido del humor, la calidez en la comunicación y todas aquellas reacciones que indiquen proximidad. Estos atributos o funcionalidades dentro del proceso de interacción en una plataforma marcan un hilo conductor dentro del diseño del curso. Muchas veces pensamos que no podemos hacer trabajos en grupo, hacer dinámicas, que los estudiantes no se pueden conocer entre ellos, ser cálido en la interacción, hacer preguntas, manifestar emociones, reírnos y gozar y disfrutar una clase virtual sincrónica y asincrónica.  La sensación de “estar ahí” es lo que genera lazos que ayudan a generar relaciones con lo que se está aprendiendo. Los indicadores afectivos se constituyen en estrategias y mecanismos de motivación.  

Las inversiones en tecnología masivas suelen ser costosas:  se tiene la idea que la modalidad  es baratísima, pero si la quieres bien hecha y con calidad, manteniendo docentes con doctorados, formación docente,  grupos de investigación e innnovación, entonces los costos se duplican.  Los  procesos de adquisición de herramientas, licencias, soporte, contratación de tutores para hacer grupos pequeños, creación de contenido multimedia son realmente costosos. Son inversiones a largo plazo y que deberían apuntarle siempre a la construcción y mejora continua de la experiencia de enseñanza – aprendizaje.

Se piensa que el  plagio sólo se da en la educación virtual: La justicia a la hora de evaluar, los sistemas de valores personales, la capacidad de evaluar procesos y no la  memoria, el volumen de  las pruebas, todo eso es retador en lo presencial y en lo virtual.  La discusión por lo cualitativo, lo cuanti.   Muchos temas sobre la ética y la auto-regulación están sin resolver, sin embargo, es una problemática que sólo le achacan a la virtualidad. 

Creo que es el momento de hacernos las preguntas correctas y no centrarnos en esa fascinación por rituales de presencialidad que muchas veces resultaban agotadores (esto puede  leerse duro)  y me refiero a esos momentos incómodos cuando intentabas comunicarte con tus estudiantes en una clase presencial y todos estaban con sus rostros en su celulares. A pesar de tener una clase activa y participativa, por ejemplo, si restringía el uso del celular podía provocar síndrome de abstinencia en algunos estudiantes.   En ese momento me preguntaba ¿están aquí? ¿dónde está su mente? ¿les mando un mensaje por Whatsapp? Entonces lo de la presencialidad como factor determinante para la calidad me genera muchas dudas.

El informe del New Media Consortium, uno de los más completos porque enuncia las tendencias y tecnologías emergentes a usar en educación con proyecciones a cinco años, en 2017, antes de la pandemia, destacaba el Blended como una de las modalidades de mayor expansión por la flexibilidad que ofrece. El mismo Informe plantea que las TIC en educación superior deben proponer modelos de integración que apunten al pensamiento crítico, al trabajo colaborativo y al aprendizaje basado en problemas, haciendo especialmente énfasis en la flexibilidad en los ambientes de aprendizaje (The New Media Consortium, 2017). Las tendencias apuntan más a velar por la generación de aprendizajes profundos, que a centrarse en formatos determinados. El  mismo informe establecía como tendencia también la construcción  de espacios de aprendizaje y LMS de próxima generación.  Es decir, se esperan plataformas enfocadas en el aprendizaje y no en la gestión de contenidos.

Creo que debemos darle la vuelta  a nuestros enfoques frente a la virtualidad ¿Cómo podemos sacarle el mejor provecho a la experiencia? ¿Podemos construir sistemas de calidad robustos en modelos Blended? ¿cómo puedo ser mejor docente y estudiante en este escenario nuevo? ¿Qué aprendizajes nuevos me exige este momento?

Mientras sigamos viendo a la modalidad como una amenaza y no como una gran oportunidad de expansión y búsqueda, seguiremos pensando en que es  algo "muy raro y amenazador" que nos tocó amar a la fuerza, nada más lejos de la realidad.   

 

Post relacionado: ¿Qué hacemos en las zonas sin computadores, ni internet?

* Con apuntes de mi tesis de doctorado .

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