Por: Andrés Vargas y Jesús Parada
A comienzos del año la actividad económica lucía robusta y todo hacía presagiar una disminución del desempleo y la pobreza. Hoy la historia es otra. La pobreza aumentará, sin lugar a duda. La pregunta es cuánto. Si sirve de referencia, la crisis de finales de los 90 llevó a la tasa de desempleo a estar por encima del 20% a nivel nacional, y del 15% para Barranquilla. Como era de esperarse, muchos colombianos pasaron a engrosar el grupo de aquellos cuyos ingresos no alcanzan a cubrir satisfactoriamente las necesidades básicas. En el 2002 el 36% de la población de las principales áreas metropolitanas y el 44% de la barranquillera se clasificaba como pobre. En 2019 estos números fueron 16% y 22%, respectivamente, lo que significa no solamente una reducción significativa sino además que la brecha entre Barranquilla y el resto de las ciudades se hizo más pequeña. Aquello que tomó casi dos décadas, podría perderse en un solo año.
¿Cuánto podría aumentar la pobreza? ¿Es ese aumento similar entre ciudades? En lo que sigue presentamos un intento de ponerle números a estas preguntas. Para ser claros, los números que presentamos no son un pronóstico, son un escenario, esto es, una descripción plausible e internamente consistente de una situación alternativa. Dado que una persona se clasifica como pobre cuando su ingreso monetario cae por debajo de la línea de pobreza, nuestra aproximación metodológica consistió en calcular cuántas personas pasarían a situación de pobreza dada una reducción del ingreso.
Para esto ajustamos el ingreso observado en 2019 [1] de la siguiente manera. El ingreso laboral se multiplicó por un factor de ajuste con dos componentes: i) el sector en el que se trabaja, y ii) las características ocupacionales y de contratación de la persona. Así, un trabajador cuenta propia en el sector comercio enfrenta un mayor riesgo de disminución de ingreso que un trabajador cuenta propia en la industria de alimentos, por ejemplo. El menos vulnerable de todos es el empleado del gobierno con contrato a término indefinido. Los factores de ajuste sectorial se definieron tomando como referencia las proyecciones económicas sectoriales de Fedesarrollo, correspondientes a lo que ellos llaman el escenario “U”, el cual supone una débil recuperación del consumo privado en lo que resta del año, y que contemplan una caída superior al 7% del PIB y un aumento de la tasa de desempleo hacia el 22%.
El ingreso no laboral se discriminó entre las transferencias recibidas de otros hogares, transferencias institucionales, y el resto. Suponemos que las transferencias recibidas de otros hogares caen 20%, explicado fundamentalmente por la caída en las remesas, mientras que las transferencias institucionales aumentan un 70%, lo que recoge de alguna manera la respuesta del gobierno.
Tabla 1: Resultados de incrementos en la pobreza
Dominio
Pobreza base (%) [2]
Pobreza simulada (%)
Diferencia
23 AM
18
26
8
Barranquilla
22
32
10
Cartagena
25
36
11
Santa Marta
43
Valledupar
47
Riohacha
56
9
Montería
29
39
Sincelejo
31
44
13
Bogotá
19
6
Medellín
15
20
5
Cali
17
24
7
Bucaramanga
23
Basado en los supuestos anteriores, estimamos que la incidencia de pobreza monetaria, es decir el porcentaje de hogares debajo de la línea de pobreza, pasaría de 18% a 26% para las áreas metropolitanas. En el caso de Barranquilla este incremento sería de 22% a 32%. En la Tabla 1 se observa además el comportamiento para las ciudades del Caribe continental y un grupo de ciudades referentes por fuera de la región Caribe. Salta a la vista que para el primer grupo el incremento en la pobreza es superior que para el segundo grupo. Además de llegar a la crisis con una pobreza más alta, las ciudades del Caribe podrían estar experimentando un deterioro mayor, aumentando así las disparidades regionales.
¿Por qué este impacto diferencial? Fundamentalmente por las diferencias en la estructura sectorial de la producción y la formalidad del mercado de trabajo. Las ciudades del Caribe tienen estructuras productivas menos complejas, con mayor presencia relativa de servicios de bajo valor agregado y altas tasas de informalidad laboral. Un aspecto adicional tiene que ver con otras diferencias en la estructura del mercado laboral. En particular, la relativamente baja participación laboral en las ciudades del Caribe, así como ingresos laborales más bajos implican que aún con la misma tasa de desempleo habrá más pobreza en estas ciudades que en Bogotá, por ejemplo. Estos resultados significan además que la reducción de la pobreza que tomó 10 años lograr podría revertirse en un solo año.
Por último, no solamente podrá aumentar la brecha entre regiones, sino que la desigualdad de ingresos al interior de cada una de ellas, y para el país como un todo, también podrá aumentar. Para el caso de Barranquilla, por ejemplo, calculamos que el Gini de ingresos pasaría de 0.44 a 0.47.
Notas:
[1] Utilizando datos de la GEIH calculamos el ingreso monetario per cápita por unidad de gasto siguiendo la metodología del DANE para este fin, incluyendo la imputación por valores faltantes y falsos ceros.
[2] Base corresponde a 2019
[3] Cajner et. Al (2020) The U.S. labor market during the beginning of the pandemic recession, https://bfi.uchicago.edu/wp-content/uploads/BFI_WP_202058-1.pdf
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