En esta nueva sección de publicaciones del Observatorio podrán encontrar análisis inéditos que buscan aportar a la generación de conocimiento en torno a temas económicos enfocados en la región Caribe.
Por: Carla Yinella Gómez Solano
Detrás de la dinámica económica de Colombia, se esconde una realidad compleja que afecta a miles de mujeres que luchan por encontrar un lugar en un mercado laboral marcado por la informalidad y la desigualdad, que en este caso involucra cuestiones de género. Un ejemplo de ello son las trabajadoras domésticas, quienes, a pesar de desempeñar una labor considerada esencial, con frecuencia perciben salarios insuficientes y, en muchas ocasiones, no cuentan con beneficios sociales.
Las estadísticas ponen de manifiesto de manera contundente esta disparidad: si revisamos la proporción de personas en edad de trabajar que están empleadas, se observa en el trimestre mayo-julio que la participación de los hombres en la fuerza laboral es del 77%, y de ese grupo, el 71% se encuentra ocupado. En contraste, la participación de las mujeres en la fuerza laboral es del 53%, y de ellas, solo el 46% está empleada. Es decir que mientras 92 de cada 100 hombres que participan en el mercado laboral logran emplearse, solo 87 de cada 100 mujeres logra hacerlo. El menor nivel de empleabilidad y el hecho de que el desempleo en las mujeres (12.2%) sea superior al de los hombres (8%) constituye un indicio que sugiere un tratamiento desigual en las oportunidades de empleo para las mujeres. (DANE, trimestre móvil mayo-julio) (usted puede navegar en el tablero de visualización).
Es importante recalcar que el mercado laboral femenino ha demostrado cierta “mejoría” con respecto al trimestre móvil del mes anterior (abril-junio). En particular, aunque la participación de las mujeres en el mercado laboral se mantuvo (52,9%), la tasa de ocupación aumentó 0.5 p.p (46,4%) y la tasa de desempleo disminuyó 0.7 p.p (12,2%) (usted puede navegar en el tablero de visualización). De manera, que en el último trimestre más mujeres han logrado vincularse al mercado de trabajo.
Ahora bien, una de las grandes preocupaciones es la cantidad de personas que trabajan de manera informal. Actualmente la informalidad laboral nacional es del 55,8% (58% de los hombres y el 53% de las mujeres), mientras la brecha de informalidad según el género para el nivel nacional es de aproximadamente 5,11 p.p, en Barranquilla se evidencia una brecha negativa (-3,57 p.p). Lo cual quiere decir que mientras en el nivel nacional y otras ciudades de la región caribe la informalidad es mayor en los hombres, en Barranquilla la sufren más las mujeres. Por otra parte, se destaca que en Santa Marta (0,3 p.p) la informalidad afecta prácticamente por igual a hombres y mujeres (usted puede navegar en el tablero de visualización).
Una explicación habitual al fenómeno de la informalidad es que esta afecta principalmente a trabajadores con escaso nivel de capital humano. Al examinar la relación entre nivel de educación e informalidad laboral se puede apreciar que esta es una característica asociada en mayor medida a las mujeres. Típicamente, las mujeres asumen la mayoría de las labores domésticas y de cuidado, lo cual limita sus oportunidades educativas y laborales y promueve la informalidad al restringir el crecimiento de habilidades y conocimientos necesarios para acceder a empleos formales. Como se aprecia en el recuadro, del total de ocupados informales a nivel nacional, el 83,2% (85,3 para las mujeres y 82,2% para los hombres) cuentan con un nivel educativo igual o inferior a básica secundaria. Es importante destacar que esta tendencia se acentúa aún más en todas las ciudades de la región Caribe, donde la informalidad asociada a bajos niveles educativos afecta principalmente a las mujeres, superando el 90% en ciudades como Montería, Valledupar, Riohacha y Sincelejo (DANE, trimestre móvil abril-junio) (usted puede navegar en el tablero de visualización).
En relación con la remuneración salarial, se evidencia una disparidad que favorece a los hombres en todos los niveles educativos (con base en el ingreso laboral promedio). A nivel nacional, la brecha de ingreso salarial es particularmente amplia entre hombres y mujeres que no reportan algún nivel educativo (41,9%). Esto implica que mientras los hombres que no tienen ningún nivel educativo ganan 100 pesos, las mujeres en la misma situación apenas perciben 58,1 pesos. En el Caribe, las ciudades con las mayores brechas salariales para las personas sin ningún nivel educativo son Cartagena (44,9%), Riohacha (48%) y Santa Marta (57%), no obstante, en Sincelejo se evidencia una brecha negativa de –1,03%, la cual indica que la disparidad salarial tiende a favorecer ligeramente a las mujeres (DANE, trimestre móvil abril-junio) (usted puede navegar en el tablero de visualización).
Si bien se requiere más investigación para establecer si las diferencias salariales entre hombres y mujeres se deben principalmente a diferencias objetivas en su formación y habilidades, los datos analizados plantean preocupaciones persistentes acerca de la equidad de género en el entorno laboral. Es decir, la inequidad de género parece ser un problema evidente, ya sea que las diferencias en los salarios se deban a la disparidad en la preparación laboral entre hombres y mujeres (lo que podría justificar las diferencias salariales) o a otros factores que conducen a la discriminación salarial entre trabajadores de igual nivel que solo se diferencian en género.
La persistencia de amplias brechas salariales, incluso entre trabajadores que no cuentan con ningún nivel educativo, no solo sugiere que existen mayores dificultades para las mujeres en el acceso a empleos formales y bien remunerados, sino que también se convierte en un factor que contribuye a la feminización de la pobreza y la perpetuación de la informalidad. La desigualdad de género en el mercado laboral no solo dificulta las posibilidades de una vida digna para los hogares donde las mujeres son cabeza de familia, sino que también restringe la capacidad que estas tienen para planificar a largo plazo y romper el ciclo de pobreza.
En definitiva, realizar un cambio en el mercado laboral colombiano parece ser una tarea compleja que no arrojará resultados inmediatos. Sin embargo, es una necesidad imperante para construir una sociedad más justa y equitativa. La brecha salarial de género y la persistente informalidad laboral no solo afectan a las mujeres, sino que también tienen un impacto negativo en la economía en su conjunto. Por lo tanto, eliminar los obstáculos que históricamente han limitado la participación de las mujeres en la fuerza laboral, como los estereotipos de género y la falta de oportunidades de desarrollo, es de vital importancia para lograr una sociedad más inclusiva.
Referencias
Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), 2023.
Mercado Laboral. Recuperado de: DANE - Empleo y desempleo
Informalidad. Recuperado de:DANE - Empleo informal y seguridad social
Imagen de la portada tomada por Agencia EFE. Las mujeres perdieron empleos informales durante marzo y mayo de 2022, de acuerdo con el DANE
Observatorio de Condiciones Socioeconómicas del Caribe Colombiano– OCSA, Universidad del Norte (Barranquilla).
Contacto: ocsa@uninorte.edu.co