La Maestría en Periodismo está dirigida a todos los profesionales de distintos ámbitos que presenten interés en ampliar sus conocimientos en el área del periodismo.

Se ha estructurado el programa en tres dimensiones: la humanística, la tecnológica y la narrativa. Y se ha asociado con el diario El Heraldo, con una tradición de casi 85 años en el Caribe colombiano, para desplegar una formación dual con un fuerte componente conceptual en la Universidad y una clínica formativa en el periódico.

La Maestría, por tanto, apunta a proporcionar unos contenidos y prácticas que en tanto le permitan una comprensión del mundo desde la búsqueda y producción de información, le posibiliten la creación consciente, trascendente y responsable de bienes simbólicos para mediar efectivamente en la resolución de los problemas sociales de la realidad sociocultural, bajo el reconocimiento expreso de la diversidad de códigos del universo mediado.

Siendo el producto del magíster en periodismo un bien simbólico, es necesario inscribirlo en un marco socio cultural, económico y político que permita dar cuenta del contexto y, a la vez, hacer aportaciones para su transformación. De ahí que la formación humanista esté dirigida a proporcionarle desde la investigación, las teorías y el conocimiento transdisciplinar, los elementos clave que le permitan leer lo social tanto desde su entorno inmediato como desde lo universal, para producir mensajes que se inscriban dentro de las visiones y las problemáticas contemporáneas.

La Maestría propende, así, por un egresado que fundamente el hacer comunicativo con la reflexión, que una la práctica con la teoría, que conciba sus productos y proyectos comunicativos como bienes simbólicos que conduzcan al mejoramiento de la sociedad y que como parte de una industria cultural se inscriba en las lógicas del mercado.

El propósito, en este caso, es que el magíster encuentre en la sociología, la filosofía y la antropología, por ejemplo, mejores pistas para leer los códigos culturales que de cualquier forma condicionan el comportamiento, interacción e intercambio de contenidos subjetivos entre seres humanos, y de esa manera interpretar fenómenos y procesos culturales, en términos de Clifford Geertz, toda la urdimbre de procesos que se ponen en escena en los procesos y prácticas comunicativas del contexto local, regional y nacional.

El Caribe colombiano se ha caracterizado por ser una vertiente fructífera de narradores. La escuela narrativa que consolidó el Grupo de Barranquilla, mientras el país se transaba en la violencia sin tregua, es institucional para el periodismo. Los apellidos Fuenmayor, García Márquez, Vargas, Cepeda Samudio y Santo Domingo, ensayaron una forma de narrar historias que fue novedosa para su época. El criterio y rigor del Grupo de Barranquilla, como se les lllamó, permitió una fusión de discursos que se transformó en una fuerza alucinante para los contertulios y los lectores.

Los géneros literarios les entregaron las credenciales a las ciudades para su inmersión en el mundo académico. En Barranquilla pasó con el Grupo, pero con una salvedad, el vehículo comunicante fue el periodismo de Crónica. Es por esto, que el líder de la intelectualidad Caribe, Alfonso Fuenmayor, escribió:
De este modo, los escritores del Caribe se consolidaron como la piedra angular del periodismo narrativo, primero en la región y luego por toda la geografía nacional. Pues, siguen siendo referentes fundacionales e ineludibles en la consolidación del pensamiento crítico y académico, en el desarrollo de la narrativa periodística y en la historia y despliegue de las demás formas literarias que hacen de las buenas historias y del rigor investigativo: su núcleo.

Otro rasgo distintivo del Programa en la inmersión del Plan de Estudios es desde y para la era digital.

El ser humano –reconoce- ha encontrado distintas formas de comunicarse, ya sea a través del lenguaje, símbolos y signos. Pero para que se dé una comprensión del mensaje tanto el emisor como el receptor deben estar situados en un mismo contexto y compartir los mismos códigos sociales. Frente a este panorama, el contexto histórico demarca a la comunicación diferentes etapas: primero fue la transmisión oral y luego la escritura del alfabeto que junto con la invención de la imprenta conjeturó la transmisión cuantiosa de mensajes. Tiempo más tarde, apareció la radio, se posesionó el cine, afloró la televisión y germinó el internet.

La evolución propia de los últimos años apresuró todos los tiempos de trabajo en comunicación convirtiéndolos en un fenómeno mundial a gran escala y gran vertiginosidad. El aporte tecnológico favoreció de manera concluyente la masificación de la información en tanto ampliaba la democracia del derecho de acceso, pero le exigió nuevos retos.

En consonancia con este universo digital, el aliado estratégico de este programa, El Heraldo, ha hecho de su consolidación digital una política institucional. Su escuela narrativa para prensa es el núcleo del trabajo informativo.