Acelerar el proceso natural mediante el cual las rocas reaccionan con la atmósfera capturando CO2 es una idea que los geólogos comienzan a ver con otros ojos ante la emergencia climática. Camilo Montes, investigador de Uninorte, cree que es hora de hacer pruebas en Colombia.

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La receta para combatir el calentamiento global que de un tiempo para acá discuten con intensidad y esperanza algunos geólogos es la siguiente:

Tome grandes cantidades de rocas negras con hierro y magnesio

Pulverice las rocas hasta convertirlas en arena

Esparza esta arena sobre tierras cultivables.
Espere pacientemente a que la arena reaccione con la lluvia y la atmósfera.

En el curso de algunos meses esas rocas molidas atraparán una buena cantidad de C02 atmosférico evitando que se siga acumulando, reduciendo el calentamiento global y de paso ayudando a controlar la acidez de los suelos de agricultura.

El CO2 quedará atrapado en forma de roca al menos por otros 100.000 años
Camilo Montes, profesor del Departamento de Física y Geociencias de la Universidad del Norte, ha seguido con mucha curiosidad e interés estas discusiones. Sobre todo porque cree que Colombia es un lugar ideal para estudiar y experimentar la viabilidad de esta estrategia de geoingeniería frente al calentamiento global.

Después de completar varias décadas recorriendo Colombia de punta a punta intentando entender cómo se formó la Cordillera de los Andes y otros procesos geológicos, Camilo Montes es un buen conocedor de lo que existe bajo nuestros pies. Cuando escuchó hablar de esta técnica pensó inmediatamente en todo el cinturón de rocas negras ricas en hierro y magnesio del occidente y noroccidente colombiano. “Dado que en el mismo cinturón existen grandes extensiones de cultivos de banano y de palma africana, y es un clima tropical húmedo, está todo para la receta”, comenta.
En los últimos meses ha tocado puertas de gremios económicos bananeros para intentar despertar su interés en experimentar con esta posibilidad. Uno de los argumentos que les plantea es que la roca caliza que usan como estrategia para controlar la acidez del suelo que generan los fertilizantes, se podría sustituir por estas otras rocas. De hecho, el uso de roca caliza emite CO2 durante su extracción. Una buena parte de las emisiones de la agricultura vienen de ese proceso. En esa medida, el uso de rocas negras ricas en hierro y magnesio podrían cumplir la triple función de capturar CO2, controlar la acidez del suelo y reportar una reducción adicional de emisiones de la agricultura.

“Como me la paso martillando rocas negras, sabía que aquí las tenemos”, dice con humor Camilo, “Colombia aparentemente es un sitio ideal para esto porque tenemos agricultura a gran escala, el clima necesario y las rocas. Es una oportunidad para investigar en el trópico”.

El reto de acelerar un proceso natural

 

Uno de los primeros en lanzar al aire esta provocadora idea fue Lyla Taylor y sus colegas de la Universidad de Sheffield en Inglaterra en un artículo publicado en la revista Nature en diciembre de 2015, justo cuando se sellaban las negociaciones en París que llevaron a la adopción de un nuevo acuerdo para frenar el cambio climático.

Los científicos explicaban en su momento que la descomposición química de las rocas, la meteorización, es una parte importante pero muy lenta del ciclo del carbono que, en última instancia, conduce a que el CO2 quede atrapado en carbonatos en el fondo del océano: “la aceleración artificial de este sumidero de carbono a través de la distribución de rocas de silicato pulverizado a través de los paisajes terrestres puede ayudar a compensar las emisiones antropogénicas de CO2”. Otros han propuesto lanzarlas directamente sobre océanos.

En aquel trabajo mostraron, a través de estimaciones iniciales, que si aplicaran en menos de un tercio de la tierra tropical técnicas de meteorización mejorada podrían reducir el CO2 atmosférico entre 30 a 300 ppm para 2100. Se estima que desde 1958 hasta hoy las concentraciones de CO2 en la atmósfera han aumentado en más de 100 ppm.

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Tendencia en la concentración de CO2 atmosférico. Fuente de datos NOAA, gráficos de la Sala de Situación del Medio Ambiente Mundial del PNUMA

¿Los obstáculos para aplicar esta receta? No hay almuerzo gratis dice la sabiduría popular. Taylor y su grupo ya anticipaban problemas de costo, aceptabilidad social y posibles consecuencias imprevistas.

Rumbo a un planeta 2 °C más caliente

 

En la edición de otoño de 2021 en la revista Geoscientist, editada por la Sociedad Geológica de Londres, al debate se le abrió un espacio. “Aunque las reducciones significativas de las emisiones de gases de efecto invernadero son esenciales para gestionar la crisis climática, ahora se reconoce que el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 °C por encima de los niveles preindustriales no se puede lograr sin la eliminación activa de carbono. dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera”.

“Es una propuesta que no suena tan descabellada como muchas otras que se han propuesto desde la geoingeniería”, responde Isabel Cavelier, ex representante de Colombia en negociaciones climáticas internacionales y confundadora de Transforma, centro de pensamiento que promueve la acción climática y las transiciones ecológicas, “Sin embargo la comunidad climática sigue siendo muy averza a esas propuesta. Esas propuestas siguen siendo parte de un universo muy marginal por los riesgos desconocidos que implican”. En 2020 otro grupo de la Universidad de Sheffield bajo el liderazgo de David J. Beerling, llevaron a cabo una evaluación para entender mejor los costos y posibilidades de apostar por meteorización de rocas para atrapar CO2.
"Los resultados del modelo mostraron que la implementación de la meteorización mejorada de rocas entre el 10% y el 50% del área de tierra agrícola disponible en las principales economías del mundo, incluso teniendo en cuenta las emisiones asociadas con la trituración y el transporte de la roca pulverizada, podría contribuir a la eliminación de entre 0,5 y 2 Gt de CO2 al año”.

Ese último no es un dato para subestimar. Revela la esperanza que los geólogos comienzan a depositar en la estrategia. Piense en esto: 1 Gt de CO2 es equivalente a las emisiones anuales totales de todos los automóviles y camionetas en los EE. UU. (~250 millones de vehículos), o la cantidad absorbida cada año por ~50 mil millones de árboles.
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¿Es viable económicamente?

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Camilo Montes

Al lado de los riesgos, muchos aún por evaluar y descubrir, la otra pregunta que se asoma inmediatamente en la discusión es sobre la viabilidad económica. De acuerdo con las estimaciones de Beerling y su grupo, aunque existen diferencias significativas entre los países, todo apunta a que sería viable en un futuro relativamente cercano.

El Banco Mundial estima que el precio del carbono necesario para resolver los problemas actuales debería rondar los US$100–150 por tonelada de CO2 para 2050. Los costos por tonelada de CO2 eliminada a través de la meteorización de rocas estaría en ese intervalo. Cuando esto se compara con el precio actual que tiene el secuestro de carbono a través de los métodos naturales, como la reforestación, el asunto no cuadra mucho. Por ejemplo, en Colombia ese valor hoy ronda los US $5 dólares y a nivel internacional los bonos de carbono más costosos pueden llegar a los US $30 dólares.

“Es un proyecto que podría funcionar si nos ponemos de acuerdo con los gremios de grandes cultivos como el banano y la palma africana. Tenemos que hacer evaluaciones, pero lamentablemente ni siquiera hemos podido despertar el interés”, se lamenta Camilo Montes ante el escepticismo, desconfianza e incredulidad ante una solución que parece magia, pero no es más que química y geología.