Andrea Monroy-Licht, profesora del
Departamento de Química y Biología de Uninorte e investigadora en el Doctorado en Toxicología Ambiental, es una de las creadoras de este prototipo. En 2008, cuenta, “en Colombia apenas un 10% de las aguas residuales recibían un adecuado tratamiento. Diversas políticas y esfuerzos a todo nivel lograron que para 2020 esa cifra ascendiera a 48%”. Ese es un buen logro para los que ven el vaso medio lleno. Pero para los que ven el vaso medio vacío, como ella, significa que el 52% de las aguas que contaminamos los colombianos día tras día, millones de litros, fluyen hacia nuestros ríos, ciénagas, caños o se filtran en el suelo.
Y un problema adicional que no se puede dejar fuera de esta ecuación: “existe una brutal brecha entre las zonas rurales y las ciudades”. En Atlántico, por ejemplo, un 85% de las zonas urbanas cuentan con sistemas de tratamientos de aguas residuales, pero sólo el 14% de las zonas rurales. Un fenómeno que se replica en todos los departamentos.