La vitalidad del idioma en tiempos de pandemia

A propósito del Día del Idioma, la profesora del departamento de Español María Betulia Pedraza, reflexionó en torno a los retos que nos enfrentamos como sociedad y la necesidad de profesionales capaces de analizar y traducir información.

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María Betulia Pedraza, profesora del departamento de Español y doctora en Filología Española de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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24 abr 2020

La muerte de uno de los máximos exponentes del español, Miguel de Cervantes, es conmemorada cada 23 de abril, con la celebración del Día del Idioma. 404 años después, entre pantallas con teclados digitales, correos electrónicos y libros en formato PDF, continuamos celebrando su legado en cuarentena ante la pandemia del Coronavirus. 

Algunas de las estrategias narrativas de Cervantes, como su constante uso de comparaciones y adaptación de neologismos, hoy las utilizamos en otros contextos para explicar términos nuevos de manera efectiva y de esta forma enfrentar la COVID-19. 

“Hemos visto la llegada de términos nuevos provenientes de diversos ámbitos especializados y que poco a poco han ido calando en nuestro caudal léxico. Términos de la medicina, biología y epidemiología forman parte de nuestra conversación cotidiana. Veo, entonces, que la neología terminológica no hace un recorrido muy largo para dejar de ser especializada y pasar al dominio común. De una manera u otra, se democratiza”, anotó María Betulia Pedraza, profesora del Departamento de Español. 

De acuerdo con la docente, esta coyuntura trae consigo una generosa cantidad de términos nuevos que, en un comienzo, eran poco comprensibles, pero que con el pasar del tiempo se han ido esclareciendo. Señaló que se comienza a vislumbrar la necesidad de profesionales de áreas como lenguas modernas y cultura, que tienen como desafío hacer que estas nomenclaturas sean de fácil comprensión para los usuarios comunes. 

“Este reto, a la vez, tiene unas implicaciones”, afirmó Pedraza. Esta nueva demanda de profesionales, continúo la docente, debe estar en capacidad de documentar la terminología de los ámbitos disciplinares implicados en la pandemia y por ello es necesario que durante su formación académica hayan “recibido las nociones teóricas y prácticas en torno a la lexicografía y la terminología, disciplinas que han acuñado las tecnologías digitales en su quehacer”.

Así también, es necesaria la capacidad de traducir las nomenclaturas. Esta traducción no solo conlleva la que se realiza entre lenguas, sino también para aclarar los términos opacos definidos como voces especializadas que dominan los expertos, pero que deben ser comprendidas también por usuarios legos o no expertos. “En definitiva, los profesionales de lenguas modernas y cultura deben contar con herramientas de análisis filológico suficientes para enfrentar los retos presentes y los que se avecinan”, añadió. 

Frente a cómo se vive la lengua en la modernidad, teniendo en cuenta la transición a la virtualidad que venimos haciendo como sociedad desde antes de que se presentara la pandemia, comentó que ha facilitado la situación en términos de comunicación efectiva sin necesidad de presencia física. Teniendo esto en cuenta, señaló que la adaptación de las clases a la modalidad remota no ha sufrido mayores contratiempos gracias al gran número de aplicaciones y programas que facilitan la comunicación y que, para efectos de la cátedra, permiten la interactividad con los estudiantes. 

“No he tenido muchos cambios en mi cátedra de Estudios lingüísticos, salvo la inclusión de gráficos manuscritos en mi tableta que luego comparto a mis estudiantes. En clase presencial, normalmente, hacíamos lectura colectiva en voz alta y luego construíamos gráficos. Así pues, la clase sincrónica ha permitido mantener la calidad del espacio académico”, dijo la doctora en Filología Española de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Añadió que una de las grandes lecciones que nos deja esta pandemia es la necesidad de profundizar en el uso de entornos virtuales y herramientas digitales, por cuanto el futuro reclama suficiencia en su manejo.

Por Leonardo Carvajalino

 

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