“La pedagogía social es una pedagogía de la elección”

La pedagogía social apareció hace 150 años, como una disciplina que buscaba ocuparse de aquella educación que escapaba a la formalidad de las escuelas. Para Xavier Úcar, quien preside la Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social (SIP), sin embargo, este concepto de ‘social’ evolucionó de una manera poco favorable para los profesionales de esta rama. Se le relacionó con déficits, desahucio, marginación, absentismo escolar. Situaciones problema.  

Pero hoy, según Úcar, el sentido de esta ciencia es mucho más amplio que la carga que trajo aquel apellido que se le colocó inicialmente. “Hoy yo diría que la pedagogía social no necesariamente trabaja con situaciones problemas, a no ser que consideremos un problema que, por ejemplo, una persona trabaje sobre su cultura a través de metodologías de creación artística”, expresó el académico, durante su conferencia en el II Simposio Iberoamericano de Pedagogía Social en Colombia. “Hoy afortunadamente el concepto social se ha alejado poco a poco de los déficits, para tener una visión más amplia, una visión de desarrollo, de vida en definitiva”.

El presidente de la SIP admite que, por muchos años, esta disciplina ha sido “un gran desconocido” y que “teníamos la sensación de no tener ninguna visibilidad ni impacto”. Sin embargo, para él son muy satisfactorias las redes que se han tejido alrededor de este ámbito, caracterizado por hacerle frente la desigualdad social y por propiciar ambientes educativos que conduzcan al cambio social tanto individual como comunitario.

Pero quizás por este reciente reconocimiento y por el mismo carácter de socialización y de ayuda vital que define a este campo de estudio, Úcar ha hecho un llamado a quienes piensan que la pedagogía social “nos va a salvar la vida y va a salvar el planeta”.

“Lo primero que no hay que pensar es que hay recetas mágicas para nada. No, la pedagogía social es una manera de trabajar que pretende que las personas, grupos y comunidades mejoren sus maneras de estar, de ser y actuar en el mundo. Y que lo hagan a través de la educación”, manifestó el académico.

Para Úcar, el objetivo de la pedagogía social “no es luchar contra la desigualdad y situaciones de vulnerabilidad, aunque este es uno de los principios de nuestras acciones”. Él explica que el principal propósito es ayudar a las personas en sus procesos y en sus luchas para “dotarse de recurso de aprendizaje y vivir dignamente”. “Pero si como pedagogos estamos trabajando bien vamos a estar actuando indirectamente y subsidiariamente contra la desigualdad y la vulnerabilidad”, agregó.

“Quizás –admitió Úcar– no deberíamos hablar de una pedagogía social, porque la pedagogía social no es nadie. Quienes lo son, son los educadores, los pedagogos sociales, que son las personas que están ‘en el tajo’, trabajando con las personas, acompañando sus procesos de vivir y dándole perspectivas que les hagan ampliar sus visiones de vida”.

Según el académico, es necesario entonces que se cambien las maneras de ver a las personas y a las comunidades con que trabajamos, especialmente las que están en situación de riesgo. “No se trata de buscar aquello que les falta, sus necesidades o sus problemas. También se trata de buscar en qué son fuertes, qué es lo que valoran, porque eso es un trampolín para la autoconstrucción de esas personas”.

En ese sentido, el académico admite que la pedagogía social tiene que establecer un diálogo con las metodologías de trabajo inherentes a cada comunidad. “Tenemos que dialogar con las experiencias propias de Colombia. Aquí no puede llegar la pedagogía social a decir ‘las cosas hay que hacerlas de esta manera o de esta otra’”.

“La pedagogía social debe ser una pedagogía de la elección, que acompañe a las personas en sus decisiones y en sus elecciones sobre aquello que razonablemente entendemos y pensamos que puede ser mejor para ellos”, puntualizó Úcar.

Por Andrés Martínez Zalamea