La justicia en la infancia es un factor determinante para la paz

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José Miguel De Angulo, coordinador para América Latina de la Organización Internacional Programas de Asistencia Médica.

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30 abr 2015

Una persona aparentemente normal de un momento a otro se torna agresiva y violenta ante una pequeña situación que no es amenazante. ¿Qué hace que esta persona tome esa actitud? Eso es producto de reacciones cerebrales que tienen que ver con la arquitectura celebrar que se desarrolló en los primeros días de vida. De ahí la importancia de garantizar una infancia adecuada, tranquila y feliz.

El desarrollo de la empatía en la infancia temprana determina la capacidad para la convivencia y la paz. Ese fue precisamente el tema principal de la conferencia de José Miguel De Angulo, coordinador para América Latina y director nacional Bolivia de la Organización Internacional Programas de Asistencia Médica; durante el Seminario Internacional de Educación y Desarrollo Psicoafectivo.

El evento organizado por Pistón, que este año llegó a su cuarta edición, tuvo como eje central la construcción de la paz desde la infancia. Maestros, agentes educativos, psicólogos y especialistas en desarrollo infantil se reunieron en Uninorte el 23 de abril para discutir y analizar dicho escenario.

"En este momento que atraviesa el país queremos mostrar como la Universidad ha sido visionaria de un proceso de transformación social que conlleve a la construcción de una cultura de paz", expresó Ana Rita Russo, directora de Pisotón.

La conferencia inaugural estuvo a cargo de De Angulo, quien tiene una amplia experiencia en salud comunitaria y es consultor en temas de educación para la salud, el desarrollo integral, la gestión y derechos humanos. Por más de una década ha focalizado su trabajo en el área de desarrollo de la arquitectura cerebral de los infantes en el periodo intrauterino y los primeros años de vida.

Desde su experiencia explicó que el cerebro se presenta como el centro de estudio para la comprensión de las conductas violentas, permite no solo ver cómo se produce la violencia para poder prevenirla, sino también cómo se puede construir sujetos capaces de vivir una cultura por la paz.

Las personas carentes de apegos seguros y con experiencias de traición y abandono en la infancia desencadenan episodios de violencia. Entonces, un mismo estímulo que en un niño normal solo llegaría a estar alerta, en otros hace que reaccionen con conductas de terror; según expone De Angulo.

"La cultura de la paz tiene que construirse sobre una cultura de convivencia basada en la justicia, en situaciones de inequidad y abuso de poder es imposible convivir en armonía. Y la justicia no solo en la parte económica, de acceso a recursos y de satisfacer necesidades básicas; sino en las interacciones humanas. Las situaciones de dominancia y subordinación son bombas de tiempo que van a reventar de distintas formas, alterando la armonía de la convivencia", dijo.

En ese sentido, el la solución que planteó el experto a forma de conclusión es que si la paz duradera comienza con los bebes, hay que empezar por un cambio fundamental sobre lo que estos son, desde el vientre intrauterino. Eso requiere que haya una transformación en la forma como la sociedad piensa, actúa, habla y ve a los infantes.

Por Adriana Chica

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