Estudiantes representantes conversan sobre los avances del plan de reflexión curricular

Con este proyecto de actualización curricular, la universidad avanza en el objetivo de una formación más integral, competitiva y flexible, que incorpore al máximo las capacidades institucionales y el conocimiento de nuestra comunidad universitaria, a través de cambios concretos que proyecten el sello Uninorte. Pero ¿cómo espera la universidad plantear las mejoras en los planes de estudios de los programas? Fue la primera pregunta que formuló Valentina Angarita, estudiante de sexto semestre de Lenguas Modernas y Cultura y representante suplente ante el Consejo Académico. 

Uninorte hace 20 años hizo una revisión exhaustiva de todos los currículos en un proceso denominado ‘Modernización Curricular’, el cual se ha mantenido vigente, en el sentido de que los programas pueden hacer ajustes en sus currículos para que se vayan aprobando. Sin embargo, señaló Hahn, fue necesario hacer un pare para analizar temas como la duración de los pregrados, la expedición de certificados o el rol del deporte. 

“Ajustes que no son fáciles de hacer porque implican modificar todos los pregrados. Por eso decidimos hacer un diagnóstico, una etapa de reflexión y luego comenzar a hacer los ajustes. Creo que a partir de 2024 vamos a modificar sustancialmente los pregrados, es decir, algunos tendrán que hacer un trámite ante el Ministerio de Educación y cambiarían dentro de un par de años. Mientras tanto los cambios serán pequeños”, puntualizó.
 

Sofía Chérrez Reivan, estudiante de séptimo semestre de Ingeniería Civil y representante principal de los estudiantes ante el Consejo Directivo, tiene claro que el plan de reflexión curricular debe velar por que la excelencia siga siendo parte del sello de la institución, por lo que preguntó ¿qué retos se han evidenciado en el desarrollo de este proceso?

“Uno comienza el trabajo con unas ideas claras, pero en el camino las cosas pueden cambiar. Por ejemplo, nuestros currículos tienen algo llamado Formación Básica, un conjunto de asignaturas que buscan desarrollar habilidades y conocimientos. Creímos que no sería complicado tomar ese componente de formación básica y volverlo más flexible, pues creemos que no necesitamos 170 asignaturas para una buena formación básica. Pero no ha sido fácil porque se debe definir muy bien qué queremos desarrollar en el componente de formación básica y qué le vamos a dar a programas que llamamos transversales, como el programa ECO, de Idiomas”, argumentó Hahn.

En ese sentido, Marianella Hereira Ortega, estudiante de octavo semestre de Lenguas Modernas y Cultura, y representante suplente ante el Consejo Directivo, preguntó ¿cuán importante es esta modificación curricular en la preparación de los estudiantes para el campo laboral? A lo que el docente explicó que parte del proceso es precisamente entender mejor el mercado laboral. 

“Cada vez sentimos más que los empleadores en general tienen necesidades que nosotros no habíamos detectado suficientemente. Por ejemplo, los empleadores dicen cada vez más que necesitan profesionales capaces de trabajar en equipos multiculturales, porque un profesional hoy tiene que trabajar con personas de diferentes culturas y no necesariamente físicamente en el mismo sitio. ¿Cómo desarrollamos esas habilidades de trabajo en equipo multicultural y multilingüístico? Son de esas preguntas donde queremos tener claras las rutas”, enfatizó el biólogo.

Durante el diálogo, los estudiantes y el docente también conversaron sobre cómo, a través de este proceso, se trabaja la formación ciudadana de los estudiantes, el papel del campus dentro de la experiencia universitaria, los retos frente a la atención de población con discapacidades cognitivas y cómo desde la estructura institucional los estudiantes pueden ejercer mejor la democracia.