Egresado cruzará el Canal de la Mancha para crear conciencia sobre el autismo
Desde 2014, el médico Juan Gabriel Acosta Vélez realiza cruces de nado en agua abierta, recaudando fondos para fundaciones. Este mes se alista para el mayor desafío deportivo, que simboliza su compromiso con el apoyo a las personas con autismo.
A sus 41 años, Juan Gabriel Acosta Vélez, egresado de Medicina (2005) de la Universidad del Norte, no solo desafía su resistencia física y mental, sino que lleva consigo un poderoso mensaje de inclusión y aceptación hacia las personas con autismo. Desde 2014 emprendió la misión de cruzar a nado abierto algunos de los cuerpos de agua más emblemáticos del mundo para recaudar fondos y generar conciencia sobre el autismo, en memoria de su sobrino Juan Felipe Pinto.
Desde que inició su travesía con el cruce del Estrecho de Gibraltar (17 km), Juan Gabriel no ha dejado de nadar por su gran causa social. Sus conquistas incluyen el lago Ontario (51 km), la isla de Manhattan, el estrecho de Catalina y ahora se alista para enfrentar, entre el 11 y 18 de agosto, el "Everest de los nadadores de aguas abiertas”: el Canal de la Mancha (44 km aprox.), el brazo de mar que separa Reino Unido de Francia.
“Mi motivación principal es honrar la memoria de mi sobrino, quien tenía autismo y murió a los 17 años. Conectábamos en el tema de la natación, le encantaba nadar. Recibió mucho bullying y esto lo afectó hasta tal punto que decidió terminar con su vida. Por eso a través de la recaudación de fondos se financian proyectos enfocados en mejorar la calidad de vida de niños y adolescentes con autismo”, explica Acosta Vélez, profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad McMaster, radicado en Canadá.
A través de las fundaciones Fundamiser, en Barrancabermeja, y Alumbra, en Bogotá, el barranqueño busca generar conciencia y recaudar fondos para apoyar a niños y adolescentes con autismo en Colombia. Alumbra —creada por su hermana Diana Acosta, mamá de Felipe— desarrolla el proyecto Ágatha, con el que brinda un apoyo integral a niños y adolescentes diagnosticados con este trastorno, como a sus familiares.
Por su parte, con Fundamiser, que promueve el desarrollo integral de las personas con discapacidades cognitivas, físicas y sensoriales, mediante programas de prevención, promoción y capacitación, el galeno apoya un programa de becas para niños en situación de discapacidad, brindándoles la posibilidad de ir a colegios. Hasta la fecha, van seis becados.
"El principal mensaje que quiero enviar es aceptar la diferencia, ser amable con las diferencias", enfatiza. Con proyectos como Ágatha, su hermana y él trabajan para enseñar habilidades sociales a adolescentes con autismo, buscando que puedan integrarse mejor en la sociedad.
Preparación y vocación
Cada nado a mar abierto no solo exige una preparación física rigurosa, sino también una fortaleza mental excepcional, pues un cruce implica horas de resistencia contra corrientes impredecibles y condiciones climáticas variables.
"El entrenamiento dura entre nueve meses y un año. Es muy mental. Hay que visualizar las situaciones que se puedan presentar y aceptarlas para no desanimarse. El hecho de poder aguantar tantas horas nadando es muy mental. Hay que hacer ejercicios de meditación, visualizar ese cansancio, visualizar situaciones que se puedan presentar y aceptarlas”, explica Acosta Vélez.
El cruce del Canal de la Mancha, en particular, ha sido su sueño durante tres años para él. Un sueño que requiere no solo habilidad y resistencia, sino también paciencia para esperar el momento perfecto, pues cada nadador debe someterse a pruebas rigurosas que demuestren su velocidad y resistencia antes de enfrentarse a los elementos impredecibles del océano.
Una vez en el agua, las reglas son estrictas: sin neopreno, solo el traje de baño, las gafas y el gorro permiten la interacción con las frías aguas. "Nadie puede tocar al nadador mientras está nadando", explica, describiendo cómo las paradas para alimentarse son breves y calculadas, un acto solitario y disciplinado en medio del mar.
Completar el Ocean Seven, que incluye cruces en Japón, Nueva Zelanda, Irlanda y Hawái, es un sueño que impulsa a Juan Gabriel a seguir adelante. "El objetivo no es llegar de primero", advierte. "Estos cruces son tan difíciles que el objetivo es simplemente cruzar". Cada brazada es un paso hacia la meta, una lucha contra el tiempo y la marea, donde lo más importante es llegar al otro lado, completando la travesía que comenzó en la mente mucho antes de que el cuerpo entrara al agua.
Pero más allá del reto deportivo, el egresado enfatiza en la importancia de ser amables con las diferencias y su mensaje es solo uno: aceptar a la gente como es, comprender que cada uno tiene sus propias luchas y alegrías, y que en esa diversidad reside la verdadera riqueza de la humanidad. Con cada brazada en el Canal de la Mancha, Juan Gabriel Acosta Vélez seguirá alzando la voz por aquellos que, como su sobrino, necesitan ser vistos y aceptados por quienes son, en un mundo que debe aprender a nadar hacia la inclusión y la aceptación.
Puedes donar a la campaña de Juan Gabriel de dos formas:
Cuenta de ahorro Bancolombia - 44247671142.
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Dic 17, 2024
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