“Con esta cátedra destacamos el liderazgo del barranquillero con mayor proyección en el mundo empresarial“
Palabras del rector Adolfo Meisel durante la instalación de la Cátedra Julio Mario Santo Domingo, el 8 de noviembre de 2019, realizada en el Auditorio Marvel Moreno.
Palabras del rector Adolfo Meisel durante la instalación de la Cátedra Julio Mario Santo Domingo, el 8 de noviembre de 2019, realizada en el Auditorio Marvel Moreno.
Buenas tardes para todos.
Hoy es un día muy relevante en la historia de nuestra universidad y en particular de su Escuela de Negocios. Inauguramos en esta ocasión la Cátedra Julio Mario Santo Domingo, un espacio que hemos creado para exaltar cada año la memoria del empresario más destacado que ha tenido Barranquilla y el Caribe colombiano en toda su historia. Un justo reconocimiento a su figura y liderazgo.
Históricamente, cuando en nuestro país se hablaba de tradición empresarial, se señalaba casi que de manera exclusiva a Antioquia y su área de influencia, como los lugares de origen y desarrollo de la élite empresarial colombiana. Así lo viví realizando mis estudios de economía en Bogotá. Cuando en los cursos de historia económica de Colombia se hablaba de historia de empresarios se referían a los antioqueños, y un poco menos a bogotanos y caleños. Es más, alguna vez le escuché decir en clase a un reconocido historiador que no había historia sobre empresarios costeños, entre otras, porque los costeños no conservaban los papeles.
Puedo decir que esa ausencia de personas oriundas del Caribe en la historiografía empresarial de Colombia es una manifestación intelectual del centralismo excluyente que ha caracterizado a nuestro país desde los inicios mismos de la república. Paradójicamente, en los últimos años, se ha encontrado un importante número de archivos y documentos que sirven para la reconstrucción de la historia empresarial de la Costa Caribe. Pero, sobre todo, resalto el inmenso avance en los estudios regionales de empresarios del Caribe, tanto en cantidad como en calidad. Trabajos como el de María Teresa Ripoll, quien a través de archivos familiares que eran desconocidos estudió los casos de los Vélez - Danies, Pombo, Martínez - Camargo y Del Castillo, y ha contribuido para empezar a erradicar los estereotipos que eran comunes en el interior del país al referirse a los empresarios costeños. En la misma línea, otros investigadores han aportado también nuevos hallazgos: Eduardo Posada Carbó, quien estudió a los Parrish, o Joaquín Viloria, sobre Manuel Julián de Mier, entre otros. También hemos ido reconstruyendo el papel de empresarios extranjeros o hijos de inmigrantes arraigados en estas tierras, como Elías Muvdi, Adolfo Held, Ernesto Cortissoz, y muchos más.
Estoy convencido de que esos avances no solo son necesarios, sino que contribuyen a una caracterización del tipo de líderes nacidos en la costa que, desde esta parte del país, han consolidado importantes emporios empresariales. Pero, sin lugar a dudas, en el horizonte regional y nacional el empresario más destacado que ha dado Barranquilla es Julio Mario Santo Domingo Pumarejo.
Antes de hablar de Julio Mario Santo Domingo, quiero resaltar la gran cercanía de la familia Santo Domingo con la Universidad del Norte desde su concepción y a lo largo de los más de 53 años de existencia de la Institución.
La primera persona que promovió la creación de la Universidad del Norte fue el ingeniero Karl C. Parrish Junior quien, en la década de 1960, buscó el apoyo de los principales dirigentes empresariales de la ciudad. Estos respondieron agrupados en tres fundaciones: la Fundación Andi, la Fundación Barranquilla e Incolda. Las tres fundaron la Universidad del Norte. Vale explicar que la Fundación Barranquilla fue la institución creada por Mario Santo Domingo para promover el adelanto económico y social de Barranquilla. Después de fallecer don Mario, fue rebautizada Fundación Mario Santo Domingo.
Ello explica que en nuestro Consejo Directivo hayamos contado siempre con la importante presencia de representantes del grupo Santo Domingo, entre ellos José Román Fernández, Francisco Posada de la Peña, Guillermo Muñoz, Marciano Puche y Pablo Gabriel Obregón, actual presidente de nuestro Consejo Directivo.
Cuando murió don Mario Santo Domingo, en 1973, el Consejo Directivo expidió una resolución, que incluso fue publicada en El Heraldo de la época, para honrar su memoria “como distinguido fundador de la Universidad del Norte”. Dicha resolución señalaba “rendir como fundador, impulsor y benefactor de la Universidad especial tributo a su memoria, mediante un homenaje permanente a su nombre, dentro de los predios de la ciudadela universitaria en sitio y fecha que será determinado oportunamente por este Consejo Directivo”. En una de las actas de Consejo del mismo año, consta que se acordó designar como Laboratorios Mario Santo Domingo, a los edificios destinados a tal fin. Dado que esos laboratorios ya no se encuentran en nuestra infraestructura, debido al crecimiento y expansión del campus, hemos decidido retomar la intensión de las directivas de la época, por lo que en octubre de este año se aprobó la designación del nuevo edificio de ciencias e idiomas con el nombre de Mario Santo Domingo. Con esta edificación, que entra en funcionamiento el próximo año, queda saldada una deuda, pero mejor aún, dejamos evidencia para las generaciones actuales y futuras de profesionales que pasen por nuestra alma mater, de nuestro profundo agradecimiento a una familia que ha contribuido positivamente en la consolidación del proyecto educativo de la Universidad del Norte.
Me quiero referir a continuación a la figura de Julio Mario Santo Domingo en un aspecto que para mí ha sido revelador y que quiero destacar especialmente: la toma de Bavaria por Cervecería Águila entre 1966 y 1972.
Sobre la toma de Bavaria yo conocía solo aspectos que recordaba de mis lecturas esporádicas sobre el tema en la prensa capitalina, cuando era un muy joven estudiante de bachillerato. Ahora, al conocer un poco más sobre la toma de Bavaria, he cambiado mi percepción sobre el negocio.
En 1966, Julio Mario Santo Domingo entró en conversaciones con Alberto Samper, el Presidente de Bavaria, la principal empresa cervecera del país, la cual estaba penetrando con éxito el mercado de la Costa Caribe. Bavaria había ido comprando las empresas regionales de cerveza y se consolidaba como el productor dominante en este mercado. En ese contexto, Julio Mario Santo Domingo negoció con Samper la venta de Cervecería Águila, la empresa de su familia. En esa negociación participaron Julio Mario Santo Domingo y José Román Fernández, este último funcionario de Águila. Don Mario se encontraba en Barcelona visitando a su hija Cecilia.
La operación se cerró en 1966. Lo singular fue que a la familia Santo Domingo le pagaron en acciones de Bavaria, y como la familia ya tenía algunas acciones en esa empresa quedaron con un porcentaje cercano al 12%. Eso los convirtió en los socios con más acciones, pero no dominantes. En esa época las acciones de Bavaria estaban dispersas entre muchos accionistas pequeños y la gerencia controlaba la empresa a través de los poderes que cedían esos pequeños accionistas. La toma de Bavaria por los Santo Domingo no fue realmente un golpe de estado, sino más bien una guerra de guerrillas prolongada que terminó en la toma de poder solo hasta 1971. Es decir, fue una apuesta de largo plazo, compleja desde el punto de vista jurídico, empresarial, político, e incluso personal, con traiciones y sorpresas en el camino.
Uno de los puntos más álgidos fue la Asamblea de Accionistas del 31 de marzo de 1969. Allí se presentó el grupo Santo Domingo con la mitad de los poderes cedidos por ventanilla por parte de los pequeños accionistas, pues se repartieron en 1968 entre los miembros de la Junta Directiva en forma proporcional. Además, tenían sus propias acciones y otros poderes que les habían cedido. En esa asamblea Julio Mario esperaba darle el golpe de gracia a la anterior administración, emparentada con la familia de los fundadores, los Kopp. Sin embargo, uno de los aliados del grupo trató de beneficiarse personalmente y Santo Domingo solo logró obtener un puesto en la Junta Directiva. Solo hasta 1971 alcanzó a tener mayoría en la Junta, con tres miembros, y en 1972 esa Junta nombró a Julio Mario Santo Domingo como su presidente.
La razón por la cual pudieron hacer la toma en 1971 fue que todo el tiempo compraron acciones: a finales de los años setentas tenían el 22%; hacia 1985 el 38%, en el año 2000 cerca del 54% era de los Santo Domingo, y en el 2005, cuando se vendió Bavaria a SabMiller, el 65% era del grupo familiar. En SabMiller recibieron cerca del 15% de las acciones como pago de la venta de Bavaria. Luego, en el 2016, se vendió SabMiller a AB InBev y allí recibieron el 6% de las acciones totales, del principal grupo cervecero del mundo. Un periplo empresarial que empezó cerca a los caños de la vieja Barranquilla y se proyectó al primer lugar en el mundo en ese mismo mercado de la cerveza.
Un logro tan grande se debió a las aptitudes de Julio Mario Santo Domingo. Quienes lo conocieron bien en esa dimensión destacan tres cualidades: tenía una gran familiaridad con el mundo empresarial fuera de Colombia, se rodeaba de personas muy capaces, y tenía mucho olfato para los negocios. Más que un hombre de cifras, lo describen como uno de intuiciones.
Es así como con esta Cátedra que hoy inauguramos, cumplimos con el propósito de destacar el liderazgo del barranquillero, y podría decir colombiano, con mayor proyección y resultados en el mundo empresarial. Con ello queremos motivar a las nuevas generaciones de profesionales que aquí se forman; para que sigan controbuyendo con su liderazgo empresarial al desarrollo de Colombia.
Es por ello que cada año invitaremos a un empresario de nuestra región para que nos comparta sus vivencias, su visión de los negocios y del mundo.
Tenemos y hemos tenido una gran capacidad empresarial. Julio Mario Santo Domingo es la figura más prominente en este campo. Esta Universidad promovida, fundada y apoyada por la familia Santo Domingo, celebra sus logros con esta Cátedra que hoy inauguramos.
Muchas gracias.