Así fue el 'vuelo' del Águila de Obregón a Uninorte

El mural Águila fue restaurado y trasladado a Uninorte gracias a un cuidadoso proceso liderado por el maestro Jairo Mora, y la gestión del talento humano de la universidad, Bavaria y la Fundación Santo Domingo.

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El restaurador Jairo Mora y su equipo durante el proceso de instalación del mural en el restaurante Bocas de Ceniza.

Por: José Luis Rodríguez R.

09 may 2025

Con las alas plegadas a los costados del cuerpo y la cabeza erguida, como si vigilara en silencio lo que ocurre a su alrededor, el Águila de Alejandro Obregón, mural pintado al fresco en 1963 directamente sobre un muro de ladrillos, permaneció durante más de seis décadas oculto a la mirada pública, resguardado en la privacidad de la oficina de presidencia de la Cervecería de Barranquilla. Hoy, tras un cuidadoso proceso de traslado y restauración, la emblemática obra se exhibe en el restaurante Bocas de Ceniza de Uninorte, donde vuelve a encontrarse con la comunidad y su lugar en la historia del arte caribeño.

Su llegada se dio gracias a la donación de la empresa Bavaria y la Fundación Santo Domingo, bajo la dirección del restaurador bogotano Jairo Humberto Mora Contreras, alumno de Rodolfo Vallín (QEPD), reconocido en la Costa por trabajos como la restauración del telón de boca del Teatro Amira de la Rosa. Y aunque el traslado del mural comenzó a finales de febrero, el trabajo desde la universidad inició varios meses antes. En noviembre del año pasado comenzaron las visitas a las instalaciones de la cervecería para explorar los requerimientos de la obra y su traslado, con la participaron de la vicerrectora administrativa y financiera, Beatriz Vergara, y el equipo de Planta Física: Mauricio Tinoco, Juan Carlos Vega, María Fernanda Restrepo y Jim Hurtado. Fue un proyecto retador, novedoso para el equipo y significativo desde la perspectiva de lo que representa para Uninorte y para el patrimonio cultural del Caribe colombiano.

Mora Contreras, quien ha liderado el traslado de más de una docena de murales, incluyendo obras de Obregón como el mural Simbología de Barranquilla y el único mural de Fernando Botero en Colombia, la primera vez que vio el Águila quedó sorprendido no solo por la composición cromática en tonos cálidos y ocres, sino también por la complejidad de las tareas —las marcas que evidencian en qué jornadas trabajó Obregón sobre cada sección del mural— y las pinceladas espontáneas que dan vida a la obra.

"El mural está compuesto por tres grandes tareas. La más compleja, sin duda, es la que corresponde al cuerpo del águila, una superficie amplia que representa una sola unidad de trabajo. Me impresionó profundamente el manejo del color y las proporciones que logró Obregón en esa zona. Impacta la rapidez, la destreza y la seguridad con la que trabajó. Se nota la mano de un maestro”, puntualiza Mora.

El mural fue pintado sobre un muro de ladrillos.  El ‘stacco’ fue la técnica utilizada para su traslado porque permitió la remoción total.

 

Para 1963, Alejandro Obregón se encontraba en plena madurez artística y era una figura central del arte moderno colombiano. Su estilo expresionista se caracterizó por una paleta con una profunda carga simbólica, que abordaba temas sociales y políticos, así como la riqueza natural del país. Para entonces ya había realizado obras emblemáticas como Ganado ahogándose en el Magdalena (1955) o el mural de la Biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá (1959), obra que consolidó su reputación como muralista.

Los equipos de la Secretaría General, Jurídica, Comunicaciones y Mercadeo, y Cayena de Uninorte, también se vincularon activamente al proyecto, con el propósito de cubrir los aspectos legales de la restauración y traslado, así como de registro del proceso desde sus inicios hasta su develación, y dimensionar el significado de la obra para el campus y para el patrimonio cultural y artístico del Caribe. El proyecto en la universidad fue liderado por el rector Adolfo Meisel, quien planeó e hizo seguimiento a la obra y el evento de develación hasta su concreción.

Fue así que el proceso de traslado comenzó con un meticuloso reconocimiento del estado de conservación de la obra, que permitió planificar el desprendimiento de manera segura. En restauración, como en la medicina, cada paciente requiere un diagnóstico particular y un tratamiento específico. De esta forma, Mora y su equipo optaron por el método de "stacco", que implica retirar la pintura mural junto con su base de preparación, en este caso, un pañete de cal y arena. Posteriormente, se aplicó una resina estructural y se montó el Águila sobre un marco metálico, reemplazando el soporte original de ladrillo, para que no perdiera rigidez. 

“Es fundamental conocer bien la técnica utilizada por el artista, los materiales empleados y planear cuidadosamente cada etapa del proyecto. No hay una fórmula exacta ni pasos rígidos a seguir, porque cada obra es única. Todo comienza con una limpieza inicial, con brocha, que permite ese primer acercamiento táctil y visual con la pieza. A través de ese contacto se empieza a entender la obra desde la experiencia”, explica el jefe restaurador. 

La obra fue sometida a una reintegración cromática con pincel para restaurar su continuidad visual.

 

Debido a su tamaño (1,91 x 2,59 m) y peso (cerca de 150 kilos), el personal técnico, con arnés y fuerza, subió el mural Águila por las escaleras hasta el noveno piso del edificio Mario Santo Domingo. Una vez en su nueva ubicación, se instaló utilizando un sistema de perfilería flotante, sin anclarlo directamente a la estructura del edificio, y se integró cuidadosamente con el mobiliario del restaurante para preservar tanto la obra como el diseño interior del espacio.

Velado. Existen varios procesos que permiten el traslado de una obra, de acuerdo a la técnica con la que fue realizada y tamaño. El ‘stacco’ fue la técnica utilizada para Águila porque permitió la remoción total de la obra. Primero se realiza una limpieza de la capa pictórica utilizando jabón neutro, y luego se recubre con una tela adherida mediante una mezcla de cera y resinas, que servirá como protección durante el proceso.

Tras su instalación en Bocas de Ceniza, el mural fue sometido a un proceso de limpieza pictórica profunda y reintegración cromática. Durante esta etapa final se retiraron las capas de cera de abeja aplicadas para su protección durante el traslado. Se realizaron resanes en las grietas y una reintegración cromática con pincel para restaurar la continuidad visual de la obra, respetando la paleta original de Obregón.

El 7 de mayo se develó el mural con la participación de la comunidad universitaria, representantes de Bavaria y la Fundación Santo Domingo.

 

De esta forma, reaparecieron los rojos encendidos del plumaje y los negros de la sombra. Desde ahora el mural Águila corona la pared lateral del restaurante Bocas de Ceniza y se integra a La Ruta Obregón para acercar el público a la obra y fomentar la reflexión sobre la identidad cultural de Barranquilla y el Caribe colombiano. El águila que un día pintó Obregón ya no es solo un símbolo empresarial. Vuelve a alzar vuelo, pero esta vez para quedarse suspendida en la memoria colectiva del Caribe.

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“Lo que más me gusta de este proceso es la satisfacción de haber contribuido a salvaguardar el valor de una obra. Soy consciente de que uno, como restaurador, es el último eslabón de una cadena mucho más amplia. Detrás de cada traslado hay un enorme trabajo previo y hoy fue una labor colectiva que hizo posible este gran logro”, concluye Jairo Mora.

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