La autoevaluación es un proceso de estudio/examen de carácter estratégico, esencialmente analítico, reflexivo, participativo y orientado al cambio, que es conducido por directivos y académicos, a la luz de los fines institucionales y un conjunto de factores, elementos, aspectos y criterios/estándares profesionales, nacionales e internacionales. De este modo, la autoevaluación es una práctica de calidad que debe hacer parte de la dinámica de un programa académico con el fin de contar periódicamente (cada 2 años) con la información necesaria para establecer los planes de mejora y desarrollo. (Resolución Rectoral No. 54 del 03 de julio de 2014)
Cultivar una cultura de autoevaluación permanente (bianual), permitirá garantizar la evolución del programa al comprometerse con las responsabilidades plasmadas en un plan de mejoramiento continuo, que facilitará a su vez, el cumplimiento de los requisitos de autoevaluación demandados para el proceso de registro calificado ( 2 ejercicios durante la vigencia del mismo, Decreto 1075 de 2015) y de acreditación en alta calidad, de cada uno de los programas académicos. La existencia o promoción de esta cultura de autoevaluación debe contar con el diseño y aplicación de políticas que involucren a los distintos miembros de la comunidad académica, y pueda ser verificable a través de evidencias e indicadores de resultado.
Fases de la autoevaluación:
- Preparación: Definición del plan de trabajo, organización de equipo, revisión del último plan de mejoramiento.
- Recolección de información: Revisión de instrumentos, aplicación, gestión de información documental sobre variables evaluadas (aspectos curriculares, profesores, estudiantes, egresados, medios educativos, investigación, entre otras)
- Análisis de resultados: Procesamiento de datos, organización y reflexión sobre la información recogida.
- Construcción del informe de autoevaluación y del plan de mejoramiento: Descripción de la reflexión acompañada de la síntesis de fortalezas, debilidades y planes de mejoramiento del programa.