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Índice de Desarrollo Humano y distribución del ingreso

Por: María Esperanza Cuenca Coral

 

Posterior a la segunda guerra mundial, ganó importancia dentro de los temas a estudiar por parte de los economistas, el desarrollo económico. Esta teoría, toma fundamental importancia con los aportes de discusiones presentes en trabajos de Kalecky, Keynes, Kaldor, Lewis, Galbraith y Hirschman. Posterior a estas ideas, asociadas a crecimiento del producto, productividad e incluso al rol de las instituciones, se añaden aspectos relevantes que terminan por formar parte del concepto de capacidades de Sen y Nusbaum. Y es a partir estos últimos que el programa de las naciones unidas para el desarrollo - PNUD diseña el índice de desarrollo humano – IDH; el cual, está constituido por tres componentes: 1. Vida larga y saludable; 2. Educación completa; y 3. Nivel de Ingresos dignos; los cuales, se reflejan en sus respectivos índices constitutivos.

El presente escrito muestra una serie de avances en la investigación que lleva el mismo título, desarrollada por Luis Armando Mojica junto con la autora de este blog, la que ha encontrado resultados que se consideran, importantes de evidenciar y debatir. La idea básica es que la medida de PIB per cápita incluida en el IDH, si bien muestra una medida, de tipo central para el poder adquisitivo de una región, no toma en cuenta las posibles desviaciones, que no son desdeñables en la realidad.

El índice de desarrollo humano (2018) se calcula con tres elementos, que representan cada uno de los componentes del índice:


 


(precios constantes 2011)

 

Y a partir de los tres elementos, se genera una media geométrica de la forma:

Es así, como en la mencionada investigación se propone que, para este indicador, se realice una modificación mediante un nuevo cálculo en su tercer constituyente. Valga la pena aclarar que el mismo PNUD ha ido introduciendo algunos cambios en el índice y la desigualdad la introdujo a través de las diferencias de acceso a salud y educación; sin embargo, con respecto a la mencionada variable “PIB per cápita” no se ha realizado ninguna modificación, desde sus primeros cálculos en los años noventa.

 

Resultados preliminares

Los primeros resultados, en dos ejercicios de tipo panel realizados dentro de la misma investigación, el primero con evidencia internacional; y el segundo, con evidencia nacional para los departamentos en Colombia, mostraron que el GINI como indicador de la distribución del ingreso es estadísticamente significativo en correlación negativa con el Índice de desarrollo humano. En estos modelos, el resultado más llamativo es que dicha significancia se da de tal manera que, al aumentar el GINI en un periodo, disminuye el Desarrollo humano para el periodo siguiente. Teniendo en cuenta el GINI y los indicadores de IDH para un grupo de 51 países (de los cuales se posee el reporte del índice de GINI), mostraremos el año 2018, con el GINI de 2017, cuyo comportamiento es similar al observado en los ejercicios anteriores. Gráficamente,

Fuente:GINI: Base de datos Banco Mundial;  IDH: PNUD (2018)

 

A partir de estos primeros resultados, quisimos realizar un ejercicio de recálculo del IDH; se parte de que, con respecto al GINI entre más grande sea el indicador, muestra una peor distribución: Es así como los valores más cercanos a 0, serían los mejor distribuidos. Con base en esta consideración, dicho indicador se introdujo ponderando los niveles de ingreso por 1-GINI, pues de lo contrario, los países con un ingreso alto y distribución con mejores distribuciones (GINI bajos) afectarían de manera importante su nivel de ingreso (lo cual contradice la evidencia preliminar). La fórmula utilizada, conservando la metodología inicial del PNUD para el cálculo del indicador asociado al PIB per cápita, fue la siguiente:

Al realizar los cálculos para los países escogidos [1] se encontró que países como Eslovenia, un país que de acuerdo con el PNUD tiene un IDH de 0,902, con un GINI relativamente bajo (0,24) pierde en IDH menos de un 10%. Los casos extremos dentro de los países seleccionados son Santo Tomé y Puerto Príncipe cuyo GINI es 0,563 y pierde un 23% en su cálculo del IDH y el caso de Colombia, con un GINI superior al 0,5, que pierde un 21,95% en IDH.

En últimas, al introducir el índice de distribución del ingreso, logramos un indicador reducido del IDH; con una medida más adecuada, sobre todo para aquellos países con peores niveles de distribución. Ahora bien, los niveles cercanos a 0 y 1 en cuanto al GINI no parecen factibles (ver Chase, Douady y Padilla (2020)) y entonces llama la atención ejemplos como Suiza que tiene un IDH de 0,946 y un GINI de 0,327, con el nuevo indicador, su IDH es 0,843. ¿Qué pasaría si el GINI fuera menor? ¿Qué pasaría con su desarrollo si la distribución del ingreso mejorara?

Estos hallazgos, son complementarios a los resultados obtenidos por el PNUD; que dentro del informe para 2018, expone: “Al ir más allá de los avances medios logrados, el IDH-D y las valoraciones desagregadas revelan grandes desigualdades en todas las dimensiones del desarrollo humano. Cuando el IDH se ajusta por la desigualdad, su valor mundial se reduce un 20%, pasando de 0,728 a 0,582”. Es decir que, midiendo la desigualdad desde el acceso a servicios, lo cual tiene consecuencias similares a las atribuibles al GINI, también se encuentra un impacto negativo en los niveles de desarrollo.

Uno de los temas que se deja a discusión es el mecanismo que permita lograr mejoras en la distribución. Quizás la respuesta, pragmáticamente equitativa, fue planteada por Sabaini (2007), quien propone dos mecanismos por los cuales la tributación mejora la distribución del ingreso: por una parte, a través del fortalecimiento de los recursos para generación de capital humano; y por el otro, afectando la estructura misma de las rentas.  De ser así, el siguiente paso sería entrar a revisar las estructuras impositivas y su papel en el logro de objetivos de desarrollo.

 

… Para avanzar en la investigación

Uno de los temas fundamentales en los cuales quiere progresar la mencionada investigación está relacionado con el desarrollo regional en Colombia. Debe tenerse en cuenta que Indicadores como esperanza de vida no cambian de manera importante en el territorio nacional, pero la distribución del ingreso sí cambia y puede ser parte de la explicación, de las desigualdades en desarrollo dentro del país. Este tema, está en elaboración pues algunos de los datos necesarios solo se encuentran hasta 2005 y fueron modificados por el censo; pero con lo obtenido hasta el momento, parece poco probable encontrar resultados muy diferentes a los hallados en las observaciones y resultados internacionales.

Probablemente, si aceptamos la intención de beneficio social generalizado, hay elementos transversales al hablar de temas asociados a estos puntos como la estructura del estado, la corrupción y la debilidad institucional en el recaudo de impuestos.

Ahora bien, el tema de la distribución de ingreso no es el único reto que se debe asumir en el desarrollo. Temas de fundamental importancia como las diferencias regionales, la sostenibilidad ambiental, la desigualdad de género, la discriminación histórica social, subrepticiamente han sido anuladas mediante habilidosos discursos, que solo fortalecen beneficios sectarios, que históricamente han empoderado razas, religiones, sexos, regiones, o empresas.  Esta discusión, es profunda, y va más allá del simple ingreso, pues podríamos terminan aceptando la cultura de iniquidad humana basada en la lucha por alcanzar y/o mantener privilegios. Todos estos temas aparecen entonces en la inacabada discusión del desarrollo económico.

 

Notas:

[1] Argentina, Armenia, Austria, Bielorusia, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Colombia, Costa Rica, Croacia,Dinamarca, Ecuador, Egipto, El Salvador, Eslovenia, España, Estonia, Federación de Rusia, Finlandia, Francia, Georgia, Grecia,  Honduras, Hungría, Indonesia, Italia, Kazajstán, Kirguistán, Kosovo, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Macedonia del Norte,  Malta, Noruega, Países Bajos, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia, Portugal, República Checa, República de Moldova, República Dominicana, Rumania, Santo Tomé y Príncipe, Suecia,  Suiza, Tailandia,  Turquía; Ucrania, Uruguay.

 

Referencias:

Sabaini, J. C. G. (2007). Cohesión social, equidad y tributación: análisis y perspectivas para América Latina (Vol. 127). United Nations Publications.

Chase, I. D., Douady, R., & Padilla, D. K. (2020). A comparison of wealth inequality in humans and non-humans. Physica A: Statistical Mechanics and its Applications, 538, 122962.

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