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Estudio participativo diseña futuros sostenibles para la Ciénaga de Mallorquín
La investigación, liderada por la profesora Juanita Aldana y producto de una beca de la Universidad de Grenoble Alpes, analiza los desafíos de la ciénaga, integrando factores ecológicos, sociales y económicos para construir escenarios de conservación.
Por: José Luis Rodríguez R.
01 nov 2024
A través de un proyecto de construcción de escenarios participativos, liderado por la profesora Juanita Aldana, del Departamento de Química y Biología de la Universidad del Norte y el investigador Ignacio Palomo, de la Universidad de Grenoble Alpes, miembros de la comunidad civil, la academia y entidades públicas y privadas trabajan en una visión de conservación para la Ciénaga de Mallorquín. Desde el inicio del estudio, el equipo ha buscado comprender los desafíos ambientales y sociales de la Ciénaga a través de escenarios futuros que exploran la interacción entre factores ecológicos, económicos y comunitarios.
Esta investigación, respaldada por una beca de la Universidad de Grenoble Alpes, busca desarrollar el enfoque socio-ecológico en el cual se visibilizan los servicios de los ecosistemas y la importancia de la conservación del humedal para el mantenimiento tanto de la biodiversidad como del bienestar de las comunidades que dependen de él.
“El proyecto busca construir posibles escenarios de futuro, llamados ecofuturos, para anticipar cómo diferentes factores de cambio pueden transformar la Ciénaga”, explica Aldana. Con estos escenarios se analizan aspectos como la contaminación, la gobernanza, la participación, la urbanización, el papel de la ciencia y de las empresas en el cuidado ambiental. De acuerdo con Aldana, un ecofuturo exitoso es aquel que se desarrolla con la participación de diversos actores sociales. “Si tenemos pocos actores, los ecofuturos van a reflejar las visiones de pocos grupos”, advierte. En este sentido, la clave radica en que las comunidades locales, las empresas y las instituciones puedan trabajar juntas, aportando perspectivas que enriquezcan los resultados y ayuden a moldear políticas públicas más inclusivas y sostenibles.
La metodología aplicada en el proyecto ha constado de varias etapas. Primero, el equipo realizó entrevistas profundas con 17 tipos de actores sociales, incluidos pescadores, organizaciones ambientales, empresas y autoridades locales, lo que permitió identificar las principales preocupaciones en torno a la ciénaga. Esta información sirvió de base para el taller participativo realizado el 22 de octubre, un evento que reunió a 36 personas de diversas instituciones, incluyendo varias universidades, asociaciones de pescadores y recolectores de mariscos, organizaciones indígenas Mokaná, lideres sociales, autoridades ambientales, alcaldías, ONGS, y representantes de empresas como Argos y Tecnoglas.
En este taller los participantes compartieron sus conocimientos y visiones sobre el pasado, presente y futuro de la Ciénaga de Mallorquín, construyendo en conjunto cuatro ecofuturos contrastantes que describen posibles destinos para este socio-ecosistema. Por ejemplo, uno donde las tendencias actuales de contaminación y fallas en la gobernanza se agravan, u otro donde se prioriza la conservación de la biodiversidad y el bienestar de las comunidades.
“Un futuro ideal implicaría que las personas puedan vivir de la ciénaga, que haya un turismo que promueva la equidad y la conservación”, explica. Los otros dos escenarios representan posiciones intermedias, brindando una visión amplia sobre cómo el cambio de ciertos factores puede influir en el futuro de la Ciénaga y en el bienestar de quienes dependen de ella.
El valor ecológico y social de la ciénaga
Ignacio Palomo, quien colabora en el proyecto desde la Universidad de Grenoble, destaca la complejidad de la Ciénaga de Mallorquín debido a sus características únicas y al equilibrio inestable del humedal. “La Ciénaga de Mallorquín es un humedal costero con un equilibrio biofísico muy vulnerable, lo que significa que cualquier cambio en el flujo hídrico o en los niveles de contaminación puede tener impactos graves en su ecosistema”, afirma Palomo. Este equilibrio es particularmente importante debido a la alta biodiversidad de la ciénaga, que alberga especies de aves migratorias, fauna acuática y cuatro especies de manglares. Sin embargo, Palomo también destaca el desafío social que enfrenta el humedal, ya que está rodeado de comunidades en situación de vulnerabilidad económica, en medio de un contexto de crecimiento ecoturístico y urbano.
Los investigadores coinciden en que la riqueza del ecosistema de la ciénaga va más allá de su biodiversidad. Aldana destaca que entre sus servicios ecosistémicos más importantes están la pesca y la recolección de mariscos, esenciales para la subsistencia de muchas familias, así como el mantenimiento de hábitats para aves migratorias y especies en fases tempranas de desarrollo. Además, recalca el valor cultural del humedal, “un espacio de identidad y pertenencia para la comunidad”, que proporciona a las personas un sentido de conexión con la naturaleza. Esta función social se refleja en el papel de la ciénaga “como lugar de encuentro y bienestar emocional para quienes viven cerca de ella”.
Palomo, por su parte, enfatiza la importancia de trabajar junto a las comunidades pesqueras locales, quienes tienen un conocimiento profundo de la fauna y flora de la ciénaga. "Es fundamental que estas comunidades sean parte activa del modelo de ecoturismo que se está promoviendo”, explica el investigador. Al integrarlas en el diseño de un turismo sostenible, se garantiza que los visitantes experimenten un acercamiento genuino al ecosistema, enriquecido por el conocimiento de quienes han convivido con él durante generaciones.
Este proyecto, que se encuentra en su segundo año, planea seguir desarrollando los resultados obtenidos en el taller y presentar los ecofuturos a las comunidades locales, instituciones y empresas. Para Palomo, este diálogo abierto es crucial para guiar la Ciénaga de Mallorquín hacia un futuro deseable. "Trabajamos de forma conjunta para evitar escenarios indeseables, como aquellos marcados por la contaminación o la desigualdad social”, concluye.
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