Hablemos de la Vacuna Covid-19
Que causan otras enfermedades, que vienen con un chip para monitorear y controlar a la humanidad, que han sido creadas en un tiempo muy corto, y muchos otros mitos hacen parte de la gama de creencias frente las vacunas.
Es por ello que invitamos a los expertos de nuestra División Ciencias de la Salud a que nos expliquen y responden a estos mitos, que no son más que inquietudes que se gestan naturalmente, por razones culturales y sociales y, que en el marco de la pandemia por Covid-19, han cobrado mayor relevancia.
El decano de la División de Ciencias de la Salud, Hernando Baquero, comenta que “los mitos acerca de la vacunas tienen ya algunos años y tal vez el más popular a nivel mundial es que las vacunas producen enfermedades neurológicas, tipo autismo”. Según el académico, este hecho, generado en una publicación que el autor confesó estaba basada en datos falsos, alimento el imaginario de los movimientos anticiencia. Como consecuencia, algunos padres en USA no vacunaron a sus hijos contra Sarampión generando la reaparición de casos y muertes asociadas con esta enfermedad. Lo mismo se vio en casos locales como los casos del Carmen de Bolívar y la vacuna contra el virus del papiloma hicieron mucho daño a las coberturas de vacunación del país contra el cancer de cervix.
Homero Sanjuan, docente e investigador de la misma división, manifiesta que “los mitos tienen una base social y un contexto temporal”, por lo que “varían acorde a la cultura, a la sociedad, a los miedos y esperanzas primarias”. Según el profesor y doctor en Inmunología, “el miedo primario más consistente tiene que ver con que la vacuna modula cierta función en el organismo que genera una mayor susceptibilidad a padecer una enfermedad catastrófica, incluyendo estados cognitivos o neurológicos, autoinmunidad, entre otras”.
Las vacunas han acompañado a la humanidad desde finales del siglo 18. “A mi juicio y al de muchos investigadores en el mundo, las acciones en salud que más han impactado en el beneficio de la humanidad son el uso de antibióticos y la masificación de las vacunas”, y añade que “se han aplicado por años, miles de millones de dosis a niños, adolescentes, adultos y ancianos, y si bien, como toda intervención farmacológica tiene riesgos que se pueden materializar -como efectos adversos asociados a la vacunación-, de lejos los beneficios superan a los riesgos”, anota Baquero.
Los mitos de la vacuna para Covid-19
En cuanto a la vacuna para enfrentar la Covid-19, el docente y coordinador de la Maestría en Epidemiología, Edgar Navarro, indica que el tiempo para su desarrollo ha hecho mella en las ideas que se han creado alrededor de la misma. “Hubo resistencia a recibir la vacuna por la percepción de que había sido elaborada en un tiempo muy corto y no había tenido suficientes procesos de evaluación científica, para que verdaderamente cumpla los propósitos que se han previsto”. También anota que el tiempo fue más corto no por volarse pasos y restarle rigurosidad al proceso, sino porque los recursos disponibles marcaban el ritmo de la investigación y estuvieron disponibles muy rápidamente.
En el Hospital Universidad del Norte se han aplicado más de 1700 vacunas a personal de salud.
Navarro explica que los investigadores de las ciencias básicas siempre han estudiado los coronavirus, por lo que “no arrancan desde cero”, lo que generó la posibilidad de avanzar en un proceso de investigación “y eso permitió ganar un tiempo importante en el proceso de la elaboración de la vacuna”. Agrega que “los estudios -a su vez- se han desarrollado con un tiempo de seguimiento apropiado, y las publicaciones para aquellas que ya están aprobadas, han sido valoradas por pares y evaluadas por entes reguladores a nivel nacional e internacional, y han cumplido todas las normativas”.
Sobre este tema, Hugo Macareno, director científico del Hospital de la Universidad del Norte, señala que durante el desarrollo de las vacunas que tenemos a disposición actualmente, no se ha omitido ningún paso del método científico. Aclara que “no hay ninguna vacuna cien por ciento probada, lo que hay es una aprobación para su uso de emergencia en el marco de la pandemia”, y añade que, probablemente, en los próximos dos años haya una data más robusta para establecer conclusiones determinantes. Una prueba de que esto continúa son los resultados de farmacovigilancia que acaban de sugerir revisar los fenómenos trombóticos asociados al uso de dos vacunas. Esto habla bien de la rigurosidad del proceso.
Otros mitos están relacionados con el monitoreo humano. Navarro Lechuga relata que “empezó a circular mucho, en los medios y las redes sociales, lo relacionado a la posibilidad de que las vacunas pudieran alterar el ADN de las personas, o generar procesos de seguimiento”. Frente a esto, el epidemiólogo explica que lo primero que hay que aclarar es que una vacuna corresponde a la aplicación de algo extraño y como tal, el organismo reacciona contra él. Generalmente, esas molestias pueden ser un dolor en el brazo, el enrojecimiento de la zona, un proceso de fiebre o malestar general, y puntualiza que en procesos de vacunación masiva “pueden ocurrir algunos tipos de situaciones que puedan registrar complicaciones, pero son muy bajas en frecuencias con respecto al beneficio”.
¿Cuál es la mejor vacuna para Covid-19?
En este momento, la ciudadanía colombiana cuenta con cinco tipos de vacunas adquiridas en el marco de su Plan Nacional de Vacunación y que están siendo aplicadas hasta la fecha al personal de salud y mayores de 65 años: Pfizer, Sinovac y Astrazeneca, así como las de Moderna y de Johnson & Johnson, que se ha anunciado llegarán al país próximamente.
La mejor vacuna es la que tenemos disponible en el momento y a la mano, afirma Hugo Macareno.
Sin embargo, los expertos hacen énfasis en la necesidad de seguir manteniendo las medidas de bioseguridad, aun estando vacunado. “Con la vacuna no se elimina completamente el riesgo de infección, lo que está evitando es que se desarrolle una enfermedad severa; hay algunas que logran disminuir más el riesgo de infección de lo que dicen sus estudios”, explica Macareno.
Sobre cuál vacuna aplicarse, Macareno es contundente: “la mejor vacuna es la que tenemos disponible en el momento y a la mano”, y explica que todas las vacunas que han logrado estudios de Fase 3 - es el estudio que se hace a gran escala para demostrar la eficacia y la seguridad de la vacuna-, han llegado a la conclusión de control sobre el cien por ciento de la enfermedad severa y sobre la muerte. En palabras sencillas, esto significa que una persona vacunada pudiera llegar a contraer el virus y muy probablemente no va a requerir hospitalización, ni mucho menos visitar una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Se podrá manejar en casa, más tranquilamente, como si fuera una gripa común. De esta manera, no se colapsan los sistemas de salud y se puede atender otros pacientes con diversas patologías.
Homero Sanjuan explica que “las vacunas tienen dos esferas: una, que es de salud pública y otra de protección al individuo”. La primera está dirigida a los grandes números, al conglomerado y en estas circunstancias “toda vacuna que tenemos va en el sentido de causar un impacto altamente favorable en salud pública, con el mínimo de efectos adversos a los individuos”. Derribar las creencias existentes sobre las vacunas y los procesos de vacunación es una tarea cotidiana, no solo de los actores de la ciencia médica. La experiencia pedagógica juega un papel importante en esta labor por lo que los docentes aseguran que lo mejor es dar el debate argumentado, racional y con evidencias para poder avanzar.
El profesor Edgar Navarro enfatiza que “es importante que todos nos vacunemos porque de esa manera alcanzamos la protección, no solamente a nivel individual sino a nivel poblacional”, y agrega que las vacunas han demostrado que se pueden controlar y erradicar muchas enfermedades.
Finalmente, recordar que los estudios han mostrado que la vacuna logra su mayor efecto protector varias semanas después de terminar el esquema propio de cada producto, y que aún vacunado, se deben conservar todas las medidas de bioseguridad.