“Vivimos en una zona de alta amenaza sísmica”
Dos sismos registrados en la noche del domingo, 30 de octubre, de magnitudes de 5,4 y 5 grados en la escala Mw, generaron pánico en el centro del país. Los daños fueron mínimos, específicamente en el epicentro del sismo: en el departamento de Huila. Sin embargo esto no fue suficiente para evitar la desinformación y especulación entre la ciudadanía.
La circulación de una cadena de Whatsapp que alertaba sobre una réplica de mayor intensidad, con consecuencias posiblemente devastadoras en el centro de las cordilleras de los Andes, agitó los ánimos de esa zona de Colombia. Temiendo por su seguridad, algunos habitantes de Bogotá optaron por dormir en la calles, como registraron algunos medios de comunicación.
El alcance de la cadena suscitó que el Servicio Geológico Nacional emitiera un comunicado aclarando que “nadie puede predecir un sismo”. El mensaje también invitó a hacer caso omiso a cadenas provenientes de fuentes no oficiales.
Lo cierto es que, como explica Carlos Arteta, profesor investigador del programa de Ingeniería Civil de Uninorte, un sismo de 5 grados como el del domingo no es lo suficientemente grande para generar pérdidas significativas. Pero es un “recordatorio de que Colombia está en una zona de amenaza sísmica entre intermedia y alta”.
La mayor parte del territorio colombiano se encuentra en estos niveles debido a su ubicación en el cinturón de fuego del Pacífico, que afecta no solo a Colombia sino también a todos los países de Sudamérica que limitan con el océano Pacífico. El país además se localiza sobre dos áreas de subducción importantes, en donde la placa tectónica sudamericana se encuentra en cuatro puntos distintos con la placa de Nazca y la placa del Caribe, lo que provoca la aparición de terremotos y fenómenos secundarios como tsunamis y deslizamientos.
Esto quiere decir que los sismos que se han presentado recientemente en Italia, no tienen efecto alguno en los que acaecieron en Colombia, como se especuló ampliamente en las redes sociales. “No tiene nada que ver uno con el otro, ya que no se originan de las mismas fallas tectónicas”, explica el profesor Arteta.
"Cosas como hablar de la relación con los sismos en Italia, y la predicción de terremotos son invenciones que no corresponden con la realidad. Lo que sí existen son métodos probabilísticos para decir, por ejemplo, que existe una probabilidad del 30% que en los próximos 50 años haya un terremoto de magnitud 6,5 en cierta parte”.
Lo anterior se debe a la complejidad de los eventos sísmicos y a la imposibilidad de ir más allá de la superficie de la Tierra, donde se originan dichos fenómenos. Los equipos de monitoreo de ondas permiten hacer aproximaciones mediante modelos que se pueden cruzar con datos históricos, pero la vasta cantidad de variables posibles no permite arrojar datos exactos.
¿Está Colombia preparada para un gran sismo?
En 1984 se creó en Colombia el primer código de construcción sismo-resistente, que planteó cómo se deben construir todos los tipos de estructuras que albergan personas.
“Si se sigue lo que dice este código —dice Arteta— la probabilidad de un colapso es baja si ocurre un evento de alta intensidad. La pregunta es cuántas estructuras están construidas de esta forma”.
El ingeniero agrega que después del terremoto de Armenia de 1999, se reforzó la implementación del código en los edificios nuevos de varios pisos. “Se puede decir que estamos de alguna manera preparados en ese sentido, pero los edificios construidos antes de eso pueden tener más problemas”.
Arteta sostiene que el riesgo sísmico depende de la amenaza de terremotos, que es un proceso natural, y la vulnerabilidad, que depende de qué tan bien el hombre construye. En un sismo, afirma, los que van a sufrir en Colombia son aquellos con viviendas no regularizadas.
“Hemos visto miles de casos de viviendas humildes donde un hijo se casa y le hace un segundo piso a la casa. Esas son las personas realmente vulnerables, que en general viven en los estratos más bajos de las ciudades”.
La implementación del código en Colombia es a todas luces imperfecta; sin embargo, representa una mejora si se compara con el caso ecuatoriano. Arteta, quien realizó un reporte de reconocimiento sobre el terremoto en Ecuador de abril de este año, junto con académicos de universidades como Georgia, Cornell y Virginia Tech, afirma que en el catastrófico evento sísmico de este año “se juntaron el hambre con las ganas de comer”.
“En Ecuador existía una amenaza alta por las mismas fuentes de sismicidad que amenazan a Colombia, que desencadenaron en un evento de magnitud mayor a 8 grados. La gente muy pobre no tenía plata para construir casas sismo-resistentes, pero las leyes ecuatorianas ni siquiera obligaban a que los diseños estructurales fueran revisados en cuanto a su resistencia sísmica”, explica.
El ingeniero añade que actualmente en Colombia se adelantan investigaciones para determinar cuáles son los edificios más probables de colapsar. “Tenemos el proyecto ATC78, con el Applied Technology Council (Estados Unidos), para evaluar los edificios antiguos construidos con pórticos de concreto o de muros con vigas. En este hacemos parte de un grupo de trabajo con gente de Berkeley y Stanford, que busca crear una metodología para esta evaluación".
Por Andrés Martínez Zalamea
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