Vittorio Capelli repasa la profunda conexión cultural entre Italia y Barranquilla
El historiador de la Universidad de Calabria detalló la influencia de la diáspora italiana en Barranquilla. A través de ejemplos en arquitectura, arte y literatura, destacó cómo esta comunidad ha contribuido significativamente al desarrollo cultural y urbano de la ciudad.
El Caribe colombiano es un crisol de culturas que ha absorbido influencias de diversas partes del mundo, desde Europa y África hasta el Medio Oriente y las Américas. Entre estas influencias, la inmigración italiana ha dejado una huella en la historia, la cultura y la arquitectura de ciudades como Barranquilla, enriqueciendo su desarrollo material y cultural a lo largo de los siglos. Este fue el tema central que Vittorio Capelli, destacado historiador de la Universidad de Calabria, exploró el jueves, 3 de octubre, en su conferencia durante la Cátedra Europa.
El evento, celebrado en el Salón Alejandro Obregón (13G2), reunió a académicos, periodistas y miembros de familias italianas asentadas en la región desde hace décadas. Con la proyección inicial del documental Ellos hicieron la América, producido por el profesor Alfredo Sabbagh, se dio inicio a una jornada dedicada a redescubrir la importancia de la diáspora italiana en Colombia, llena de personajes y momentos clave para el desarrollo del país.
Durante su intervención, Capelli destacó que, aunque la inmigración italiana hacia Colombia no fue tan masiva como la que ocurrió en países como Argentina, Brasil o Uruguay, su impacto cultural ha sido sorprendentemente profundo. "Incluso en los casos en que la inmigración italiana no tuvo un carácter masivo, se pueden observar repercusiones culturales y artísticas interesantes y a veces conspicuas de la presencia italiana". Esto se refleja en múltiples facetas de la vida colombiana, desde la arquitectura y el arte hasta la música y la literatura.
El caso de Bogotá, con obras icónicas como el Capitolio Nacional y el Teatro Colón, es un ejemplo claro de cómo la influencia italiana, representada en este caso por el arquitecto florentino Pietro Cantini, ha dejado una huella visible en la infraestructura del país. Capelli también mencionó a otros arquitectos italianos como Bruno Violi y Angelo Mazzoni, quienes, después de la Segunda Guerra Mundial, contribuyeron significativamente al desarrollo de la capital y otras ciudades como Barranquilla, destacando la Catedral Metropolitana, uno de los proyectos más ambiciosos diseñados por Mazzoni, aunque con modificaciones respecto al diseño original.
Un laboratorio de modernidad con sello italiano
Barranquilla, una ciudad que pasó de tener apenas 30,000 habitantes a fines del siglo XIX a convertirse en una metrópoli moderna con más de 300,000 residentes en la mitad del siglo XX, fue un lugar clave para la diáspora italiana. El auge de la urbe, potenciado por su apertura al comercio internacional, atrajo a muchos inmigrantes europeos, incluidos italianos, quienes contribuyeron al progreso económico y cultural de la ciudad.
En ese sentido, Capelli destacó la transformación urbana que experimentó Barranquilla, un fenómeno que, si bien aceleró su modernización, también trajo consigo la destrucción de parte de su patrimonio arquitectónico anterior. La Carrera del Progreso, en las primeras décadas del siglo XX, se convirtió en el epicentro del desarrollo empresarial, donde las familias italianas de Roncallo, Volpe, Barletta y Celia jugaron un papel crucial. Apellidos que aún resuenan en la memoria histórica de la ciudad, vinculados a edificios emblemáticos que marcaron la transición de Barranquilla hacia una ciudad cosmopolita.
Además de su influencia en la arquitectura, los italianos también dejaron una huella en el campo artístico y literario del Caribe colombiano. Durante la conferencia, Capelli resaltó figuras como el poeta Augusto Faillace, nacido en Barranquilla de padres calabreses, quien fue un puente entre la cultura italiana y colombiana a través de sus traducciones al español de autores clásicos italianos como Dante y Leopardi. Faillace, en 1967, publicó *Oda a Italia*, una obra en verso que recorre la historia de su país de origen, reflejando el lazo emocional que los descendientes de italianos mantienen con su tierra natal.
Otro de los nombres mencionados por Capelli fue el de Eduardo Marceles Daconte, crítico de arte y escritor, descendiente del inmigrante calabrés Antonio Daconte, quien jugó un papel importante en la bonanza bananera en Aracataca, el lugar de nacimiento de Gabriel García Márquez. Según Capelli, Daconte y su familia fueron fundamentales en la infancia del futuro Premio Nobel, dejando una huella tan profunda que se refleja en varias de sus obras literarias.
En el ámbito musical, Capelli mencionó a figuras como José Mazzilli Ribón, guitarrista clásico y compositor de ascendencia italiana, cuyas obras fueron interpretadas tanto en Colombia como en Italia. Asimismo, el director de orquesta Pedro Biava, nacido en Roma, jugó un papel clave en el desarrollo de la Orquesta Filarmónica de Barranquilla.
El legado artístico de la comunidad italiana también abarca la fotografía, con nombres como Floro Manco y Michele Tepedino. Manco, oriundo de Scalea, Calabria, fue uno de los primeros cineastas en documentar el Carnaval de Barranquilla en 1914, mientras que Tepedino, nacido en Padula, fue responsable de esculpir el famoso busto de bronce del empresario Karl Parrish, uno de los fundadores de la Universidad del Norte.
"La historia social, cultural e incluso artística de los italianos en Barranquilla se desarrolló con resultados visibles durante el siglo XX, en un contexto económico urbano dinámico", señaló Capelli.
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