La arquitectura e ingeniería detrás de la Casa de Estudios Alfredo Correa de Andréis
La construcción avanza según lo previsto: la nueva Casa de Estudios Alfredo Correa de Andréis estará al servicio de la comunidad universitaria en 2020. Sin embargo, la ejecución de la obra ha significado un desafío de ingeniería ante los requerimientos del diseño arquitectónico que tendrá la edificación: amplios voladizos, confort termoacústico, imagen de solidez e innovación serán los atractivos de la nueva casa.
El edificio fue concebido como un centro de estudio para los estudiantes, ante la creciente demanda de este tipo de espacios. Aunque hace parte de la Biblioteca Karl C. Parrish, no albergará libros sino áreas de estudio individual y grupal para estudiantes de pregrado o posgrado. Serán cerca de 1600 m2 de espacio, distribuidos en 3 pisos que albergarán a aproximadamente 460 estudiantes.
En 2016 la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño recibió el encargo para realizar los diseños arquitectónicos del edificio, a través de su decano Manuel Moreno. Este, a su vez, confió la tarea de realizar los diseños bajo su supervisión al profesor y arquitecto Fabián Amaya. El proceso de diseño se llevó a cabo en un año y medio, finalizando en 2017.
“La idea del edificio era lograr un correcto diálogo entre la imponente y simétrica edificación actual de la Biblkioteca KCP, sin que perdiera la posibilidad de tener vida propia”, relata el arquitecto Amaya, director del departamento de Arquitectura y Urbanismo. Por eso el edificio se pensó desde el paralelismo que se genera con los bloques iniciales de la universidad (Bloque A al F), respetando la orientación de los mismos y acudiendo a materiales ya probados en el tiempo y utilizados en otras obras de la universidad como el concreto a la vista y la piedra Royal Beta, para la fachada.
Para el arquitecto, se hizo evidente el uso de los voladizos, que en muchos sitios de la universidad protegen la circulación de las personas, generando espacios de sombra en el campus. “Para la Casa de Estudio se pensó en un gran voladizo de 12 metros que representara fortaleza, innovación, salto tecnológico, en el que los visitantes se sumergen para poder entrar al edificio” menciona Amaya. Fue así como nació la característica más visible que tendrá la obra, pero, ¿cómo se sostendría?
Fue allí donde se puso a prueba la ingeniería para lograr sostener toda una estructura “en el aire”, sin columnas atravesadas en el espacio. Desde el punto de vista estructural se debía garantizar la estabilidad del voladizo de 12 metros de longitud, por eso una de las primeras concesiones que se dieron entre arquitectos e ingenieros fue reducir el tamaño del voladizo a 7 metros, Carlos Arteta, docente del departamento de Ingeniería Civil, lideró el diseño estructural de la obra.
“Después de mucho pensar en cómo se obtendría el soporte para dicho voladizo, nos imaginamos un sistema estructural con columnas en diagonal que llegaran hasta la azotea y desde donde se colgaban los otros pisos con una estructura de acero”. Fue así como se pensó el primer edificio de estructura híbrida del campus.
Así funciona el diseño estructural híbrido del edificio. |
Pero llegar a esa solución tomó varios meses de ensayo y error entre modelados y fórmulas matemáticas, sin embargo, se diseñaron los planos finales y se procedió a iniciar la construcción.
El edificio estará adecuado para enfrentar los dos principales retos ambientales que presentaba su ubicación (por el ruido de la carrera 51B y la radiación solar que recae en las tardes sobre ese lado del campus), a través de un aislamiento termoacústico en sus fachadas.
El primer piso la Casa de Estudio albergará una gran área de trabajo colaborativo, parecida al formato conocido en el quinto piso del Bloque K; en los otros dos pisos se ubicarán las salas de estudio individual y de grupos de diferentes tamaños. Todo el diseño de interiores de la obra fue realizado por la firma Adriana Tamayo Arquitectura y Diseño, bajo la supervisión de Uninorte y de la EAUD.
El arquitecto Amaya explica que el edificio tendrá una fachada que, aunque respeta formalmente la arquitectura que le rodea, “tendrá grandes innovaciones tecnológicas que responden a los requerimientos de la certificación LEED (Leadership in Energy & Environmental Design), que la convierte en una obra contemporánea”.
La construcción y puesta en marcha de la Casa de Estudio Alfredo Correa de Andréis está a cargo de la Dirección de Servicios Administrativos, dependencia a cargo del ingeniero Carlos Clavijo y quien ha asumido el gran reto de lograr dicha certificación.
“El LEED es un sello norteamericano de sostenibilidad, que exige características como un consumo de energía mínimo para el máximo de eficiencia, al igual que el uso eficiente del agua; también tendrá iluminación LED automatizada, regulación del aire acondicionado, paneles solares en la cubierta, entre otras características”, explica Clavijo. Todo esto para lograr un edificio con una huella de carbono notablemente reducida.
Así avanzan las obras de la Casa de Estudio. |
Además, una firma certificadora LEED no sólo evaluará el edificio en su etapa de construcción, sino después de su entrada en operación, verificando el cumplimiento de requisitos como el correcto uso del agua, manejo de escombros y afectación del entorno mientras se construye. Hasta ahora todo se ha cumplido a cabalidad, por lo que el Ingeniero Clavijo espera lograr la máxima distinción que ofrece la firma que es el certificado LEED Gold.
Cabe destacar que la obra se gestó en la administración de la pasada rectoría, pero fue apropiada inmediatamente por el rector Adolfo Meisel, quien incluso vio en el edificio la oportunidad de rendirle homenaje al profesor Alfredo Correa de Andréis. Se proyecta que la nueva edificación entre en operación en marzo de 2020.
La obra ha representado la sinergia muy exitosa entre la administración y la academia, en el que las sumas de saberes y capacidades ha dado origen a lo que muy pronto será la gran Casa de Estudios Alfredo Correa de Andréis.
Por Omar David Alvarez
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