Dayana Agudelo Castañeda, veedora del aire de Barranquilla

La profesora de Ingeniería Civil y Ambiental ha desarrollado diversas investigaciones en la ciudad para determinar qué tipo de contaminantes estamos respirando y cómo podemos hacer frente a esta problemática.

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Dayana Agudelo es profesora de Ingeniería Civil y Ambiental desde 2017.

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01 sep 2022

La Organización Mundial de la Salud (OMS) en sus reportes de medición de calidad del aire de los últimos años ha venido encendiendo las alertas por el nivel de contaminación que estamos respirando en casi todo el mundo. De acuerdo con los datos recogidos en más de 6000 ciudades de 117 países, el 99 % de la población respira un aire por debajo de las directrices sugeridas en 2021. 

Si bien ninguna de estas ciudades cumplió la meta trazada, más preocupante para la OMS resulta la escasez de sistemas de monitoreo y vigilancia del aire en países de ingresos bajos y medios, que suelen estar más expuestos a la contaminación. En el caso de Barranquilla, por ejemplo, el monitoreo de la calidad del aire se viene haciendo de forma oficial desde hace muy pocos años; solo hasta agosto de 2021 se acreditó el primer laboratorio de calidad ambiental. 

En parte, los avances en esta área se deben a la ingeniera ambiental y sanitaria Dayana Agudelo-Castañeda, profesora de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad del Norte, quien en 2017 empezó a hablar de calidad del aire en la ciudad. Luego de realizar estudios de posgrado en Brasil en la Universidad Federal Río Grande del Sur, primero la Maestría en Recursos Hídricos y Saneamiento Ambiental y después el Doctorado en Sensoramiento Remoto, Agudelo regresó con la intención de aplicar lo que había aprendido y profundizar en investigaciones enfocadas en determinar cómo era el aire que se respiraba en su ciudad natal. 


Dayana Agudelo Castañeda siempre mostró interés por estudiar una carrera relacionada con el medio ambiente, por eso su elección fue Ingeniería Ambiental y Sanitaria en la Universidad La Salle de Bogotá.

 

“Primero necesitábamos saber cuáles eran las fuentes de contaminación, ver cómo se comportaban esos contaminantes en el tiempo, cómo era la influencia de las variables ambientales, meteorológicas. Estas eran preguntas que no habíamos respondido antes en Barranquilla. Posteriormente ahondamos en investigaciones para entender cómo la calidad del aire afecta la salud de las personas”, dice la ingeniera ambiental y sanitaria. 

Desde entonces, la pregunta que más le hacen los periodistas en la ciudad es una sola: ¿estamos respirando buena calidad de aire en Barranquilla? A lo que la profesora siempre suele responder con rotundos “depende”. Depende del momento del año que se mida, depende del contaminante que se analice, depende de la hora del día en que se haga y depende del lugar que se quiera estudiar.  

“Si me vas a hablar de partículas, sí, estamos mal y necesitamos mejorar, pero al principio de año; por estos días que llovió, ya estamos bien. Ahora, si me preguntas por la zona industrial, sí, estamos mal, pero si nos vamos para El Prado, ahí estamos bien. Si me vas a hablar de la hora pico, sí, ahí estamos grave, pero si me vas a hablar de la madrugada, no. Todas esas variables se deben tener en cuenta para diseñar la metodología del estudio, teniendo en cuenta las preguntas que queramos responder”, explica la profesora, una de las investigadoras de Uninorte más citadas en las bases de datos de Scopus y Google Scholar


De esta forma se instala uno de los tipos de filtros que recogen las partículas presentes en el aire de la ciudad. Las muestras se envían a Reino Unido para realizar los análisis correspondientes en laboratorios certificados.

 

Medir la calidad del aire tiene su ciencia, no es solo instalar un filtro que recoja las partículas contaminantes y dar un veredicto. Tras de que es costoso, porque un diagnóstico preciso requiere instalar muchos equipos especializados, es un proceso que tiene tanto de largo como de ancho a la hora de estructurar el cómo se debe hacer para resolver los objetivos científicos. Precisamente, la pericia de Dayana Agudelo como investigadora está en el diseño de la metodología para la recolección de datos y en el análisis de resultados. 

Por lo general participa en proyectos interdisciplinarios, porque es consciente de que no basta con identificar qué contaminantes están presentes en el aire, sino que el aporte de este tipo de estudios está en poder relacionar la calidad del aire con otras variables del bienestar social, con miras a que las personas lo puedan aprovechar para cambiar hábitos y mejorar su calidad de vida. 

Desde su llegada a Colombia, Agudelo se ha hecho parte de estudios sobre los riesgos de salud que corren quienes quienes viven cerca de minas de carbón y están expuestos a los componentes del PM10 y PM2,5 (partículas atmosféricas respirables < 10 y <2,5 micrómetros) en la región Caribe. En Barranquilla ha explorado las emisiones atmosféricas procedentes de las zonas portuarias de la ciudad; ha hecho estimaciones de la huella de carbono que deja la industria local; con microbiólogos ha abierto una línea de estudio para analizar los bioaerosoles dentro de los hospitales y en los rellenos sanitarios. Durante la pandemia por COVID 19 hizo parte de una investigación que determinó la asociación entre la exposición crónica a material particulado en el aire con las condiciones de salud que aumentaban la mortalidad por esta enfermedad. Recientemente, publicó un artículo en el que identifica las fuentes de PM10 en Barranquilla.

“Es necesario aliarse con otras áreas de la ciencia, porque los problemas ambientales no se resuelven desde una sola mirada. Además, la contaminación tiene sus causas en varios sectores y desde todos deben aportarse las soluciones”, menciona la profesora Dayana, quien espera que sus investigaciones sirvan de insumo para que el monitoreo del aire en Barranquilla sea cada vez más robusto, y que incluso las personas tengan la posibilidad de comprar e instalar sus propios equipos para llevar el control en sus casas. 


Algunos de los profesores que han trabajado en proyectos con Dayana. En la foto, Augusto Salazar, Pedro Wightman, Aymer Maturana, César Pacheco y Daladier Jabba.

 

Aymer Maturana, profesor de Ingeniería Civil y director el IDEHA de Uninorte, destaca el gusto por investigar y el profesionalismo que caracteriza a Dayana Agudelo en su trabajo. “Es bastante disciplinada y dedicada, lo que hace que le sea bastante fácil terminar lo que empieza. Es una persona orientada a desarrollar conocimiento, a transmitirlo y eso le ayudará en su carrera” dice el profesor, quien ha trabajado en diversos proyectos al lado de Agudelo.

Ciencia que impacta 

La trayectoria científica en el estudio de la calidad del aire hizo que la Universidad del Norte participara en el proyecto de diseño del Plan Integral para la de Gestión de la Calidad del Aire de Barranquilla que está vigente desde diciembre de 2020. Este plan sirve de guía para el monitoreo del aire y permitirá la toma de decisiones de una manera más asertiva en aspectos que se pueden intervenir para respirar menos contaminantes. 


Uno de las principales fuentes de contaminación del aire es la que produce el tráfico vehicular. Los estudios en Barranquilla han evidenciado que en los lugares donde hay más tránsito de vehículos tienen peor calidad del aire.

 

Como mujer de ciencia, la ingeniera Agudelo hace su trabajo con la convicción de beneficiar a la gente, por eso ve con satisfacción el papel que cumplieron, ella y todo el grupo de personas con las que ha investigado, para darle un soporte científico al Plan de Gestión Ambiental de Barranquilla. 

“A veces es difícil que la investigación salga de la universidad y se vea el resultado, y es por la cultura de la ciencia, que se queda en debates del ámbito académico. Pero la ciencia debe salir de la academia, llegar a las personas, aunque los resultados generen molestias e incomodidades en algunos”, dice. Si bien sus hallazgos suelen herir susceptibilidades en sectores que suele verse como los culpables de la contaminación, parte de su labor es hacer pedagogía para demostrar que la culpa no recae sobre uno solo, sino en la forma como nos hemos acostumbrado a vivir en sociedad. 


En sus trabajos de investigación, Dayana Agudelo vincula a estudiantes que demuestran interés.

 

Con base en el conocimiento adquirido en sus investigaciones tiene un diagnóstico general sobre cuales aspectos se tendrían que reforzar en la ciudad para que respiremos un aire sin riesgos para la salud:  

“En Barranquilla hay aspectos que no podemos controlar, como la falta de planeación al diseñar la ciudad. Por ejemplo, no deberíamos tener la zona industrial en la vía 40, porque la contaminación que se produce ahí se dispersa a toda la ciudad, y lo mismo con la zona portuaria. Esto es muy difícil de cambiar, pero sí podemos mejorar el sistema de transporte, plantar más árboles, tener más áreas verdes, controlar las obras para que se hagan teniendo en cuenta la parte ambiental. Nadie quiere vivir en un ambiente contaminado, pero nadie quiere hacer los cambios que se tienen que hacer”, señala la ingeniera. 

Por Jesús Anturi

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