Poder aéreo y paz desde la perspectiva de militares y académicos

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El Coronel Álvaro Pino, durante su intervención en la jornada.

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20 nov 2017

En noviembre la Fuerza Aérea Colombiana conmemora sus 98 años al servicio de los ciudadanos y la protección de los cielos. En el marco de esta celebración, el viernes 17 se realizó una jornada académica en la Uninorte, que incluyó el conversatorio Seguridad, poder aéreo y paz al alcance de todos, organizado por el departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales junto al Comando Aéreo de Combate No.3.

El evento contó con la presencia de miembros de la Fuerza Aérea, el Ejército, la Armada, Policía, estudiantes y profesores, quienes encontraron un espacio de reflexión en torno a temas de seguridad, el poder aéreo y el conflicto armado. Ángel Tuirán, director del departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, indicó que las temáticas escogidas son reflejo de los tiempos de cambio que atraviesa el país; así mismo destacó la labor que realizan las instituciones militares para “salvaguardar la soberanía del territorio” y hacer que los colombianos se sientan más seguros. 

Por su parte el Coronel Álvaro Pino, comandante del Comando Aéreo de Combate No.3, ofreció un recuento de la aviación en Colombia, que inició en 1919 cuando el estadounidense William Knox Martin introdujo el primer avión a Barranquilla. Contó que a partir de los años setenta la aviación militar empezó a servir de apoyo para el control de las rutas aéreas y marinas, utilizadas entonces por los carteles del narcotráfico para sacar droga del país. Su apoyo desde el aire fue clave en las operaciones conjuntas con el Ejército para dar de baja a cabecillas de las Farc, como Raúl Reyes, Alfonso Cano y el Mono Jojoy.

Agregó que en la actualidad las aeronaves con las que cuentan no solo responden ante las situaciones del conflicto, sino que permiten trasportar civiles que estén en zonas apartadas hasta centros de salud, entre otras acciones como mitigar incendios. De igual forma la institución busca seguir contribuyendo en más misiones a favor de la comunidad. “Lo que buscamos es unirnos con las entidades estatales del país, con las universidades, con todas las unidades del Ejército y la Armada Nacional para poder hacer un trabajo en conjunto, buscando siempre una paz estable y duradera que es lo que queremos todos los colombianos”, afirmó Pino.

Entre las presentaciones académicas del conversatorio estuvo Memoria histórica y construcción de paz, a cargo de Roberto González, director del Instituto de Altos Estudios Sociales y Culturales de América Latina y el Caribe. Expuso que en situaciones de conflicto tan prolongadas, como la que ha vivido el país, se crean profundos traumas sociales, pero recordó que estos pueden superarse tal como sucedió con los hechos de la Guerra de los Mil Días o en los años sesenta con los odios bipartidistas entre liberales y conservadores. Se refirió también al papel de la sociedad civil para contribuir a la generación de memoria colectiva y a la paz.

“Por fin la paz significará reconstruir un sentido de Nación, en donde tengamos propósitos comunes y superemos los individualismos y los odios. Significará superar el pasado de violencia, en el que la sociedad colombiana tiene un profundo sentimiento de agradecimiento hacia el Ejército y la Fuerza Aérea”, enfatizó González.

La profesora del departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Angélica Rodríguez, también participó con la presentación El Caribe colombiano en la etapa del posacuerdo: capacidad institucional y más ciudadanía para la ampliación de la democracia. 

La docente definió la capacidad institucional como el potencial de las organizaciones públicas para desempeñar tareas, ser más eficientes y formular propuestas de monitoreo. Aseguró que en esto último hay una posibilidad para que la ciudadanía no sea solo sujeto de derechos, sino que ejerza en procesos de veeduría y acciones propositivas, de esta forma la implementación de los acuerdos y la construcción de la democracia “adquieren tintes de mayor legitimidad”. 

Por María Margarita Mendoza.

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