Colegios de la región trabajaron por la paz con Escuelas de Palabra

Docentes de colegios de todos los rincones de la región Caribe se dieron cita el 2 de diciembre para el encuentro regional de una iniciativa que busca construir paz desde las escuelas.

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Estudiantes y docentes de 33 instituciones educativas de la región Caribe presentaron sus investigaciones en Uninorte.

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05 dic 2019

Entre 1984 y 2015, el conflicto armado en Colombia registró 1,7 millones de víctimas en edad escolar. En la región Caribe, aun cuando el conflicto se caracterizó por ser de baja intensidad e irregular, todos los actores hicieron presencia y fueron las escuelas algunas de las más afectadas. 

Esta es una de las aristas que contempla el Proceso de Paz con las Farc: procesos de reparación y autoanálisis, para de esta forma construir paz desde las escuelas. La Comisión de la Verdad, a través de Educapaz, gestiona el programa Escuelas de Palabra. El 2 de diciembre se llevó a cabo en Uninorte el encuentro regional del programa, que reunió a 33 instituciones educativas de todos los rincones del Caribe para que mostraran el fruto de las investigaciones que han realizado en su primer año. 

Uno de los objetivos que tiene esta iniciativa, según explicó Deidamia García, coordinadora regional del programa, es que escuelas hagan una “reflexión profunda sobre el conflicto armado, los efectos de este en la educación, en sus escuelas, y sus comunidades. También lo que se hizo, lo que se dejó de hacer, las cosas que acontecieron, el dolor que vivimos y la esperanza que hoy estamos sembrando y construyendo”. El programa de educación para la paz no se limita solo al conflicto armado, pues incluye diferentes metodologías para enfrentarse a problemáticas de convivencia en general.  

Durante todo el día, profesores y estudiantes compartieron sus historias de vida, las cosas que ocurrieron en su ciudad que repercutieron en su colegio y cómo les ha ayudado la metodología que se basa en contar abiertamente las experiencias. El pasillo 3 de la universidad se llenó de color y diversidad para recibir a los visitantes de la región, quienes organizaron con posters, música y artesanías los resultados de sus investigaciones y lo que están haciendo para acabar con la violencia en sus escuelas. 

Entre las historias que se encontraron en este espacio estaba la de María Agudelo, de la Institución Educativa San Luis, en San José, Uré, Córdoba. La mujer afirmó que en su región, la guerra comenzó hace cientos de años y nunca se ha detenido. Con una comunidad que se caracteriza por su descendencia africana, Agudelo señaló que uno de los primeros pasos que tomaron para alcanzar la paz fue cambiar el currículo que se impone desde el Ministerio de Educación, pues “solo servía para dividirnos”. 

En su lugar, le apostaron a hablar abiertamente sobre lo que les había ocurrido durante tantos años, de tomarse un tiempo para llevar sus duelos. Agudelo dijo que estos dolores hacían presencia en la actividad académica, y que expresarse ha sido un sentimiento de catarsis para la comunidad, dado que de esta forma han logrado conectar nuevamente a las personas y el colegio. 

Carmelo Arrieta contó su experiencia en la Institución Educativa Villanueva, ubicada en Valencia, Córdoba, una de las cunas del clan Castaño y el paramilitarismo. El docente dijo que uno de los daños más grandes que les hizo vivir en medio de tantos actores del conflicto armado fue que se acostumbraron al silencio, pues el que hablaba era señalado y su vida corría riesgo. 

A través de estrategias como actividades lúdicas y de esparcimiento, como deporte, danza y teatro, Arrieta manifestó que la comunidad se ha podido reconciliar y reencontrar en contextos diferentes al de la violencia. 

Desde la Institución Educativa Técnica Ecológica Emma Cecilia Arnold, llegó la docente Merli Fuentes, quien contó que su colegio fue un albergue durante los tiempos de guerra en los Montes de María. Allí permitían que niños estudiaran y que sus padres produjeran alimentos en las tierras. 

Sin embargo, Fuentes argumentó que a pesar de ser una de las zonas más afectadas por el conflicto, había una desconexión con el pasado, especialmente por parte de la juventud. A través de la investigación que realizaron, los estudiantes se dieron a la tarea de conocer cómo el conflicto había afectado a su familia. 

Otras experiencias, como la de Elizabeth Pérez, de la Institución Educativa Técnica de Promoción Social de El Carmen de Bolívar, señaló que a través del ejercicio del diálogo reconocieron que “no todo estaba dicho” y que había un espacio para el diálogo y llenar los espacios vacíos. 

Al mismo tiempo, destacó que a través de la investigación, la comunidad ha encontrado la forma de honrar a sus muertos, pues la narrativa que había alrededor de la violencia, como en muchas otras regiones de nuestro país, estaba centrada en los ‘merecimientos’. “La escuela ya no es un espacio físico, ahora es una fuerza creativa”, afirmó Pérez. 

El encuentro de escuelas de palabra se realizó con el apoyo del Laboratorio de Comunicación Jui Shikazguaxa, que coordinan los profesores Camilo Pérez y Jair Vega.

Por Leonardo Carvajalino

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