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A la espera de la implementación de los Acuerdos de Paz

Un artículo escrito por la profesora Angélica Rodríguez, para el portal Perfil.com

Luego de cuatro años de negociaciones, el 26 de septiembre de 2016, el gobierno colombiano y la antigua guerrilla de las FARC-EP firmaron en la ciudad de Cartagena en Colombia un acuerdo para poner fin al conflicto armado en el país. Dicho acuerdo contiene seis puntos fundamentales:

  1. Reforma rural integral;
  2. Participación política;
  3. Fin del conflicto;
  4. Drogas ilícitas;
  5. Víctimas y reparación y;
  6. Implementación y verificación y refrendación de los acuerdos.

Aunque la participación de las mujeres en el proceso de paz no fue particularmente notoria, a finales de 2014 se instauró la Subcomisión de Género, encaminada a incluir la voz de las mujeres y la perspectiva de género en los acuerdos parciales adoptados y en los puntos que se pactarían posteriormente. Asimismo, tres mujeres hicieron parte del equipo negociador: Nigeria Rentería y María Paulina Riveros, fungieron como representantes plenipotenciarias del gobierno colombiano y, Victoria Sandino Palmera actuó como delegada de las FARC-EP. Fruto del trabajo de la Subcomisión, se logró la inclusión del enfoque de género en los puntos uno, dos, cuatro y cinco. Posteriormente, el 2 de octubre de 2016, el documento titulado “Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”, fue sometido por el entonces presidente Juan Manuel Santos a un plebiscito. En una reñida votación, el 50.21% de los participantes votó en contra de la refrendación los acuerdos mientras el 49.78% se manifestó a favor de estos.

Ante los resultados obtenidos, Santos convocó a un gran diálogo nacional, tanto a los defensores como a los detractores de los acuerdos, con la finalidad de encontrar una alternativa que permitiera salvar el camino a la paz. Este diálogo generó ajustes y cambios en varios ejes temáticos, pero permitió la firma definitiva el 24 de noviembre de 2016, en el teatro Colón de Bogotá.

Ya han pasado más de cinco años y el balance de la implementación presenta diferentes matices. Según el último informe del Instituto Kroc (2021), solo se ha completado el 30% de las 578 disposiciones de los acuerdos. El 18% ha alcanzado un nivel intermedio de implementación, mientras el 37% ha avanzado de manera incipiente y el 15% no ha comenzado a implementarse. Los porcentajes son aún más preocupantes cuando se hace el análisis sobre los compromisos con enfoque de género, puesto que solo se ha completado el 12% de las disposiciones y el 15% ha logrado un alcance intermedio, dejando el 73% restante por fuera del cumplimiento.

Los puntos relativos al fin del conflicto y la implementación son los que presentan mayor avance. El primero de ellos con un 49% de las disposiciones completas y 21% en el nivel intermedio. El segundo, con un 58% de disposiciones completas y 13% en el nivel intermedio. Los puntos relacionados con las drogas ilícitas y víctimas presentan un menor avance. Sobre las drogas se ha completado el 21% de las disposiciones y el 27% está en nivel intermedio, mientras que el punto de las víctimas del conflicto alcanza un 27% de disposiciones completas y 23% en estado intermedio. Los puntos de la reforma rural integral y la participación política son los de peor desempeño, puesto que un porcentaje significativo de las disposiciones no ha comenzado a implementarse, 14% y 29% respectivamente, o se encuentra en estado mínimo: 69% y 43% cada uno.

El limitado avance, el asesinato de cientos de líderes sociales y la pervivencia al interior de Colombia de al menos cinco conflictos armados no internacionales, de acuerdo con el Comité Internacional de la Cruz Roja, ponen sobre la mesa una vez más la necesidad de avanzar en la implementación de los acuerdos de paz. Así mismo, resulta urgente consolidar el enfoque de género, con miras a reducir las desigualdades y avanzar en la garantía de los derechos, principalmente de las mujeres rurales de Colombia.
*Universidad del Norte, Barranquilla (Colombia) y Red de Politólogas - #NoSinMujeres.

Verlo en la página original aquí. 

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“No queremos que nos regalen nada, sino herramientas para estudiar y trabajar”

Liliana Pimienta, secretaria agropecuaria de Manatí (Atlántico)

Quien saca la cara por lo que se cultiva en Manatí, le pone el pecho y el alma, todos los días, es una mujer. Esto, en un entorno abiertamente masculino. Entre sembradíos de papaya, maíz, cilantro, así como criaderos de cerdos, vacas y peces, Liliana Pimienta se mueve todos los días. En este mes, en que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, tenemos otra voz especial desde la orilla del Canal del Dique.

Ser la primera y la única mujer. hasta ahora, que ha ocupado el cargo principal de la Secretaría Agropecuaria de Manatí, al sur del Atlántico, es un honor para su trayectoria, un reconocimiento a las mujeres rurales y un compromiso muy grande con la seguridad alimentaria de todo el municipio. Liliana Pimienta es una mujer joven, que ha dedicado su vida al campo, que se formó en la Universidad del Atlántico como ingeniera agroindustrial y que, cada día, se convence más de que sin campo no hay ciudad, de que sin campo no hay nada.

En esta ocasión, Uninorte Social trae una nueva entrevista, con Liliana quien contó cómo percibe a sus pares en el municipio, desde lo que sienten, lo que piensan y lo que necesitan. Una mujer que inspira a más de una (y más de uno).

  • Liliana, gracias por aceptar esta entrevista. Cuéntanos quién eres.

Mi nombre es Liliana Pimienta Niebles, ingeniera agroindustrial, egresada de la Universidad del Atlántico. Actualmente soy la Secretaría Agropecuaria del Municipio de Manatí, al frente de la dirección de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (UMATA), representando a todas las mujeres rurales y a los campesinos de mi municipio. He trabajado en diferentes sectores: el ganadero, el agrícola, en muchas actividades relacionadas con el campo. Participé en el censo agropecuario que se realizó en el Atlántico, también en Bolívar. En esta administración hemos tratado de resaltar todos los independientes, en especial las mujeres rurales, e involucrarlas en todas las actividades de emprendimiento, de agricultura, de ganadería, de piscicultura, con el propósito de fortalecernos nosotras. Es la primera vez que hay una secretaria agropecuaria, mujer, en el municipio. Entonces he tratado de tenerlas presentes, para que se conserve ese espacio de que nosotras también hacemos parte del campo.

  • ¿Cómo es el día habitual de una mujer rural, en Manatí?

Una mujer rural en el municipio de Manatí está acá por esa labor de campo y de no campo. De campo, porque es la que siempre está pendiente de la agricultura que se maneja dentro de su parcela. Se desconoce mucho la labor de una mujer rural en campo y nosotros hemos de destacar ese campo. Ella se levanta, le echa maíz a sus gallinas, está pendiente de todo lo que tiene la finca, de la agricultura, sabe dónde va a recoger su huerta. etc. Entonces una mujer rural en el campo tiene un día a día, igual que cualquier hombre. Destacarla a ella nos implica a nosotros saber que cada cultivo, que cada litro de leche que sale de ahí, de ese campo, es un aporte de esa mujer.

Entonces, en un sentido básico, la mujer rural es la que emprende en la agricultura, es la que emprende las huertas en los patios, en la finca, es la que emprende una granja, es la que emprende una finca productiva.

  • ¿Qué otras labores emprende la mujer cuando no está en labores de campo?

Una mujer rural también es la que viene al municipio a recoger a los niños que está estudiando, que tiene la labor de una ama de casa. Esa mujer rural desempeña dos labores diferentes que desconocemos, pero que es muy bonito resaltar.

  • ¿Qué es lo que cultivan las mujeres de Manatí, principalmente?

Los cultivos tradicionales están reflejados en el pancoger y esto -para ellas- representa la seguridad alimentaria. Es ese maíz, esa yuca, ese fríjol, ese ají, esa papaya, ese pimentón, que tienen en las parcelas. Eso las ayuda a ellas a tener un poquito de seguridad alimentaria, dentro de su día a día, y eso también hace parte de su economía.

  • ¿Qué crees que aún, en este siglo, necesita la mujer rural?

Una de las cosas principales e importantes que necesita la mujer rural es atención, emprendimiento y mucho apoyo del gobierno, no para regalar nada, sino para tener en cuenta que ella también puede emprender un negocio de labores de campo con el apoyo económico, de educación en la parte asociativa y de comercialización. En este momento, ellas pueden emprender, pero ¿quién se los compra? Ahora que estoy al frente de esta secretaría, en la que solo ha habido hombres, he tenido esta perspectiva. Necesitamos el apoyo del gobierno y reconocer la importancia que le pueden dar a la mujer rural.

  • ¿Qué les dices a las mujeres del municipio en este mes en especial?

A la mujer rural, y a todas las mujeres general, especialmente a las del Atlántico, de parte mía y de parte de todos los cargos en los que haya mujeres, le deseo los éxitos, que sigamos cultivando, que sigamos emprendiendo, que sigamos levantando el campo con tanto amor, que lo veamos como un trabajo que las ayuda a seguir adelante, a estudiar y a transmitirle eso a sus hijos.

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La líder de la Fundación para el Desarrollo Social y de la Mujer Caribe, de Santa Lucía, nos cuenta cómo ha sido la experiencia de la entidad,desde hace 7 años, en un territorio en el que las mujeres son el 50% de la población pero carecen de acceso a diversos aspectos de su calidad de vida. En este Día Internacional de la Mujer, tenemos una voz especial desde la orilla del Canal del Dique.

Una fundación dedicada al empoderamiento femenino en un municipio que se ‘sube’ a las primeras páginas de los diarios no precisamente por la calidad de vida de las mujeres, es como encontrar agua en el desierto. Fudemca es eso: un oasis, un refugio, un lugar para ser, una comunidad para hacer. Uninorte Social viene trabajando con este grupo maravilloso de mujeres que enseñan y se enseñan entre ellas a ser mujer, en medio de un entorno lleno de complejidades y, al mismo tiempo, de oportunidades.

En esta ocasión, Uninorte Social entrevistó a Clarena Troncoso, lideresa de la Fundación, quien contó cómo percibe a sus pares en el municipio, desde lo que sienten, lo que piensan y lo que necesitan. Una mujer que inspira a más de una (y más de uno).

  • Clarena, gracias por aceptar esta entrevista. Cuéntanos quién eres.

Mi nombre es Clarena Troncoso, soy psicóloga con Maestría en Desarrollo Social de la Universidad del Norte. Pertenezco al área directiva  de Fudemca hace 7 años. Fudemca, Fundación para el Desarrollo Social y la Mujer Caribe. Como su nombre lo indica, nuestro trabajo está centrado en la mujer, sobre todo la mujer rural. Esta fundación está ubicada en el municipio de Santa Lucía, que está al sur del Atlántico. ¿Cómo es el día habitual de una mujer rural, en Santa Lucía? La mujer rural de Santa Lucía es una mujer llena de coraje, porque sin tener herramientas laborales y en muchos casos, sin conocer sus derechos, aún así ella sale adelante trabajando a través de los bollos, o a través de el pescado o trasladándose al casco urbano para vender los productos agrícolas. Entonces, sin tener las bases, sin tener las herramientas académicas, las herramientas laborales, ella sale cara a a buscar el sustento, del sustento diario.

  • ¿Cómo ha sido la experiencia de Fudemca en Santa Lucía, durante estos años?

Lo primero que hizo fue empoderarlas en sus derechos, porque si ella se reconocía a sí misma, ella sabía a qué tenía derecho, era la única manera en la que pudiera salir a capacitarse, salir a arreglarse en los cursos de belleza, sentirse con el derecho a asistir a un curso, a liderar procesos políticos incluso. Fudemca empezó, en 2015, como una escuela de empoderamiento rural, que básicamente lo que hacía era darles a conocer sus derechos a través del conocimiento de la Ley y visibilizándolos a través de cuatro años activos de una carrera mostrándoles todos los derechos que le asisten a la mujer. Muchas se lanzaron a concejales, a las juntas de acción comunal, y a capacitarse en general, y a raíz de esto disminuyeron las denuncias de maltrato y diferentes violencias en la Comisaría de Familia. Todo fue así: Haciendo a las mujeres conocedoras de sus derechos y capacitándolas en liderazgo.

  • ¿Qué crees que es lo más necesita la mujer rural de Santa Lucía en este siglo?

Hay una brecha digital enorme. Mientras la mujer del casco urbano y de los municipios más cercanos a la ciudad tienen manejo de la tecnología, aquí todavía no hay acercamiento a la tecnología. Debemos unirnos para llevarles capacitación en tecnología y herramientas. Como el municipio está tan lejos, ellas pueden acercarse al mundo y tener más contacto con la actualidad. Mantenerse a tono con todo lo que ocurre. Tenemos que llevarles más empleo, más tecnología y seguir insistiendo en el tratamiento de las diferentes violencias.

¿Qué les dices a las mujeres del municipio en el Día Internacional de la Mujer?

Que son valiosas, porque a pesar de no tener el acceso, lo han hecho empíricamente y lo han hecho con la valentía que le da sostener a sus hijos.

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